𝐈𝐈: 𝐋𝐨𝐬 𝐭𝐫𝐞𝐬 𝐦𝐚𝐠𝐨𝐬

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Blaise tomó mi muñeca para poder arrastrarme hacia la salida. Carruajes y barcos llegaron por cielo y mar, dejándonos pasmados ante el numerito que nadie esperaba a dos noches de haber llegado a Hogwarts. Zabini estaba muy atento a los estudiantes que bajaban para saludar, yo me encargaba de repasar la vista por mis alrededores. No tardé demasiado en encontrar a Ron y a Seamus observando mal a Theodore. Rodé los ojos y, sin tenerlo planeado, cayeron junto a los de Draco. Tenía la mirada pegada a mí, lo que no solía adorar en lo absoluto.

Como si se hubiera dado cuenta, luego de que estuviera transmitiéndole odio hace horas, sus ojos se pusieron en blanco y continuó su camino hacia el comedor. Cuando tomamos asiento, todos los murmullos, subieron su volumen.

—¿Quiénes creen que sean? —preguntó Blaise, jugando con su tenedor.

Dejé mi bebida en su lugar.

—Por lo que sé, los carruajes son de la escuela francesa. Bauxbatons.

—Los barcos pertenecen a la escuela Durmstrang, en la academia en que debería estar estudiando si no tuviera que quedarme en este maldito lugar —murmuró Draco.

Froté mi ojo, el cual me iba a reventar si Malfoy no dejaba de quejarse.

—Creo que nos ha quedado claro la décima vez que lo dijo —masculló Theo, ganándose una mala mirada del niño rico.

—Ahora que ya están sentados, quisiera informarles algo —Dumbledore silenció todas las voces—. Este castillo no solo será su hogar este año, sino el de varios invitados especiales.

Su anuncio fue interrumpido cuando Filch entró corriendo de forma extraña y susurró algo en su oído antes de que continura.

»Decía... Hogwarts ha sido elegido como la sede de un legendario evento, el Torneo de los Tres Magos. Para quienes no lo sepan, el Torneo reúne a tres escuelas para una serie de pruebas mágicas y, de cada escuela, se selecciona un estudiante para competir. Y que quede claro, si son elegidos, estarán solos. Créanme cuando digo que este torneo no es para los asustadizos, pero hablaremos de eso luego. Por ahora, damos la bienvenida a las bellas señoritas de la academia Beauxbatons.

Segundos después, el grupo de chicas, vestidas con uniformes celestes, comenzaron una danza de presentación. El baile repetía unos dulces suspiros que solo dejaban a todos los chicos babeando. Bailarinas de trajes ajustados giraban mientras molestaba a lo demás, y en especial sobre Ron, que estaba como grifo abierto. 

Al finalizar la presentación, una gran mujer, de unos dos metros, entró al salón.

—Pueden dejar de babear —susurré al grupo donde me encontraba.

—Cállate, Snape —balbucearon Blaise y Draco.

El moreno despeinó mi cabello, sin siquiera verme.

"Slytherin" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora