𝐗𝐗𝐗𝐈: 𝐕𝐞𝐧𝐞𝐧𝐨

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Antes de leer el capítulo, quiero decir que las personas que hayan pasado por una situación como esta, son muy fuertes

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Antes de leer el capítulo, quiero decir que las personas que hayan pasado por una situación como esta, son muy fuertes. Deben de saber que las conductas alimenticias de este tipo, sean deseadas o no, son perjudiciales para la salud. Todas las situaciones que la protagonista enfrenta, de este tipo, han sido parte de experiencias similares. Recuerden que nunca están solxs y pedir ayuda, aunque lo creas "exagerado" porque tu cabeza lo argumenta de ese modo, es necesario.

...


Mi cuerpo relajado, mi mente en blanco y las flores que desprendían un aroma relajante.

Me sentía en casa.

La laguna reflejaba el cielo, cayendo sobre el suave y fresco césped. Las nubes formaban figuras, algunas muy parecidas a una mariposa. Me puse de pie y sacudí el vestido que llevaba puesto. Algunas hojas se habían quedado sobre él, así que las quité una por una. Era color celeste, decorado con pequeños bordados en forma de hojas casi minúsculas.

—¿Te gusta esta? —preguntó una mujer, extendiendo una pequeña flor morada.

Su cabello era rojizo, un color sumamente intenso y ondulado. Su vestido era blanco, resalado por ligeros bordados celestes. Su sonrisa era contagiosa y dulce, como sus ojos; grandes y verdes como el césped. Sus pestañas eran largas, angelicales y cada una de sus pecas adornaba su piel suave con aroma a coco.

La brisa balanceaba sus rizos por el rostro apenas bronceado. Corrió sus cabellos detrás de su oreja al instante. Sus manos eran finas y delicadas, una verdadera obra de arte. Su mirada desprendía felicidad, por lo que no pude evitar sonreír. La contemplé durante un rato, detallando sus rasgos delicados como si no quisiera perderlos jamás.

Mi corazón dio un vuelco al verla, latiendo a millones de kilómetros por hora. Su brazo izquierdo, sobre su piel de porcelana, estaba tatuada en una silueta negra que no pude ver con claridad. Respiré profundo, su aroma inundó mis fosas nasales. Sus ojos se movían entre los míos. El césped desprendiendo su embriagante aroma, las flores igual. Los rayos del sol caían sobre los árboles y el campo. 

—Sí, mamá, me encanta.

—Podemos conseguir otra si quieres.

Asentí.

—Está bien.

—Cariño, debemos irnos —anunció un hombre de cabello oscuro.

La mujer se dio la vuelta hacia mí.

—Pequeña, debemos irnos a casa. Papá y mamá deben ir a una reunión —me tomó la mano.

—Está bien —presioné mis labios.

La felicidad en sus rostros dependía de un hilo.

—Vamos —dijo Severus, posicionándose a mi lado. 

"Slytherin" 𝓐𝓷𝓲𝓵𝓵𝓸𝓼 𝔂 𝓟𝓸𝓬𝓲𝓸𝓷𝓮𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora