Capítulo 10

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**LUCIA**

Me ha vuelto a besar. He podido sentir su corazón acelerarse con mi contacto. Quizá me quiere. Quizá le gusto. ¿Porqué ha vuelto a dejarme? Me hubiera gustado picar a la puerta del baño y gritarle, decirle que le odio, y que no quiero quererle. ¡No quiero quererte Eze! ¿Por qué eres así conmigo? ¿A qué juegas?
Duele, el amor duele. Quererte me duele. Sentir lo que siento es un martirio. Te miro y solo veo miedo. Ya no eres como antes, ahora me dueles. Ahora me encierras en mi misma. No me siento libre a tu lado. Eze, has vuelto a besarme y has vuelto a dejarme.
Después de esperar a Eze 10 minutos en la cama y no oír como paraba el agua de la ducha he entendido que me había vuelto a dejar, dejarme después de nunca haberme tenido, me he ido. He cogido mi mochila con la ropa, me he puesto un pantalón y he salido sin mirar atrás. Me he llevado puesta su camiseta, pero juro que ha sido sin querer.
Cuando llego a al clínica y Dani me ve, observo que me mira de arriba abajo. Seguro que ha reconocido esa camiseta como una de las de su hijo y debe estar pensando lo que no es. Debe estar pensando aquello que a mi me hubiera gustado que pasase, pero no. Me meto en su despacho sin decir nada y entro en su baño particular. Me estoy cambiando cuando oigo que llaman a la puerta.
— ¿Qué quieres Dani? — No le he hablado bien, lo sé, no se hace, pero ahora mismo no me sale hablar distinto.
— ¿Todo bien? — Me pregunta.
— Mira pues no, la culpa la tiene tu hijo, pero eso da igual. Déjame 5 minutos y saldré — Le oigo irse y doy las gracias por vivir rodeada de gente tan respetuosa con dar el espacio necesario a los demás.
He crecido en una familia sana, con valores y muy respetuosa. Han habido pocos gritos y peleas de esas que cuesta olvidar, solo una. Y fue cuando mi madre quiso exigirle a mi padre que dejara de ser bombero tras un  susto en el que se quemó parte de la pierna. Creo que mi madre le dejó de hablar bastante tiempo. Durmieron separados unos días y la casa se sumió en un pozo de tristeza. Pero pasó. Y no recuerdo más días malos.
Cuando salgo me encuentro a Dani sentado organizando unos papeles en su mesa del despacho. Le miro y suspiro. Auguro charla. Pero no, me sorprende. Voy a salir por la puerta aliviada cuando me llama. ¡Mierda!
— No sé que te habrá hecho mi hijo Lucia, pero las cosas pasan porque dos quieren. Si no quieres, solo di NO — Le miro. ¿Decirle que no a Eze? Claro que no.
Yo quiero que me bese, pero quiero que me bese todos los días, a todas horas. Quiero ser su chica, por la que suspira. Quiero ser su amor, ese que no se olvida, el que te quita las ganas de comer, el que te hace sonreír por la calle a los desconocidos. Quiero ser lo primero que ve al despertar y yo acurrucarme en su pecho. Quiero largas duchas con su compañía y poderle decir al mundo que es mío y yo suya. Lo quiero. No voy a decirle que no me bese más, porque aunque no es suficiente, es algo. Y pienso aferrarme a ese algo cueste lo que cueste. 
A las 11 viene papá a verme, me dice que lo perdone por venir sin avisar pero que lleva días sin verme y que me echa de menos. Le abrazo. Yo también le echo de menos.
— Lucia cariño, tu madre te quiere, te quiere mucho y que tengas esa actitud con ella le duele — Lo sé, en el fondo no quiero estar así con ella, pero me nace.
— Papá... me quiero independizar. He hablado con tío Pablo y me deja su piso, aquel que fue de mamá — Se muerde el labio, esa manía la he heredado de él. No le ha gustado la idea, porque acto seguido infla los orificios de la nariz.
— Si es lo que quieres... — Le abrazo. Me quedo aferrada a su pecho unos minutos. Su corazón se ha acelerado — Si ya te veo poco ahora mi pequeña... — Suspira.
— ¿Te importaría contárselo tú a mamá? — Me aparta de él y me mira.
— Yo puedo hablar con ella, pero igualmente también tendrás que hacerlo tú — Mierda. Le digo que vale y poco después se va.
La mañana por suerte se me pasa rápido. A la hora de comer aparece Dunia con tuppers y también ha traído para mi. No tengo ganas de salir pero creo que Dani y Dunia quieren intimidad. De 2 a 4 la clínica siempre está cerrada y Paloma se ha ido a comer con su marido. Les digo que no tengo hambre, miento y me voy. Estoy saliendo cuando a ella la oigo hablar.
— Dani esto tiene que acabar — Me quedo tras la puerta pegada, me pica la curiosidad. ¿Que les pasará?
— Cariño, cuando te casaste conmigo ya lo sabías.—
— Pero ya no lo quiero más. Así que elige, ella o yo. Pero ya no voy a compartirte más — Me agarro la boca en un intento de no hacer ruido. ¿Están hablando de mi madre? Seguro. Uf, esto es horrible. ¿Cómo no pueden empatizar con Dunia?
No oigo a Dani responderle, pero si que oigo pasos y voy a salir corriendo cuando Dunia sale y me ve. Me mira, yo agacho la cabeza y se va dando un portazo. Me siento super avergonzada así que me meto tras el mostrador, que por suerte es alto y si me siento no se me ve y me quedo ahí un buen rato escondida. Cuando llega Paloma salgo de mi escondite y entro en el despacho de Dani a buscar mi bata. Me mira. Le miro. Está abatido, triste. No es normal en él. ¿Por quién estará tan triste? ¿Por la idea de perder a mi madre? ¿O por la idea de perder a su mujer?
Salgo un poco antes del trabajo. Y cuando estoy por arrancar la moto veo a Eze llegar, creo que no me ha visto y yo no tengo ganas de verle así que arranco y me voy sin mirar atrás. Llego a casa y en el garaje están todos los coches. Seguro que papá ha dicho algo y hasta Lucas a venido para dar su opinión. Ya estoy enfadada. Tengo 21 años, ¿cuando me van a dejar hacer mi vida?
Están todos en la cocina. Mamá está preparando algo al horno, papá está limpiando unas verduras y Lucas los mira tomándose una cerveza. También está Marta.
— ¿Comida familiar? — Digo nada mas entrar. Me miran. Marta viene a abrazarme. Nos llevamos bien. Es maja.
Es menudita, mucho más que mi hermano y algo más que yo, y eso que yo mido 1.65, nada fuera de lo normal. Lleva las puntas del pelo teñidas de rosa, lo tiene muy rizado y castaño. Es algo choni para mi gusto su forma de vestir o de hablar, pero es muy buena tía. Y leal. Me cae bien.
Conozco esa mirada de mi madre, imagino que mi padre ha hablado con ella. Nos sentamos a comer y me temo lo peor. Lucas cuenta un par de anécdotas del trabajo. Mi padre me va mirando, se lo que quiere decirme, pero es que no quiero hacerlo. No quiero contarle nada a mamá y menos con Lucas y Marta aquí presentes. Pero insiste, me está empezando a hacer gestos con las cejas. Vale papá... allá voy.
— Oye mamá — me mira — he estado pensando en irme a vivir sola, y tío Pablo dice que puedo usar el piso que fue tuyo — Me mira. Ha dejado los cubiertos en la mesa.
— Ese piso me trae muy buenos recuerdos, viviendo ahí fue cuando me di cuenta de que a quien quería de verdad era a tu padre — Se cogen la mano y se sonríen, pero ... si tanto le quieres mamá, ¿porqué te acuestas con Dani? — Si es lo que te apetece hacer Lucia, adelante.—
Me sorprende, pero no voy a decir nada, sonrío. Suelta la mano de papá, coge un trozo de carne y me mira de nuevo.
— ¿Quieres que te ayude a redecorarlo a tu gusto?—
— Me encantaría mamá — La veo sonreír, creo que la acabo de hacer un poquito feliz.
Juro que la relación con mi madre no tiene nada que ver con nada que pasara, es más bien con mi forma de ser y con la suya. No congeniamos. Me encantaría que fuera distinto. Me he reído con ella, claro. Pero cuando veo, por ejemplo, a Jimena con su madre, veo que lo mío no es lo mismo. Se llaman cada día, Jimena vive aquí en Barcelona, su padre también, aunque desde hace unos meses Jimena vive sola, bueno con Marcos, mientras que su madre vive en Tarragona. Tras el divorcio, que fue hace 4 años, como Jimena lo tenía todo aquí no quiso mudarse. Al menos una vez por semana se ven y hacen viajes juntas y solas. Yo con mi madre no he ido ni al super desde que tengo 18 años. Me sabe mal. Muchas veces la he oído hablar del tema con papá o con tío Pablo y me ha dado apuro. Cree que no la quiero. Y claro que la quiero. Sería capaz de dar la vida por ella, pero no me sale demostrárselo como con papá.
Esa noche me cuesta dormir. Anoche estaba en la cama con Eze y hoy vuelvo a estar sola y desquiciada. Soy virgen pero necesito tener sexo ya. Yo sola ya no consigo saciarme en días como hoy. No me masturbo mucho, la verdad, pero desde que Eze me besó, mis ganas han aumentado y casi todos los días tengo que tocarme pensando en él. Seguro que es un experto. Seguro que sabría hacerme disfrutar.
A las 3 de la mañana me desvelo. Odio no poder dormir bien. Cojo el movil. Ni rastro de Eze, pensé que quizá se sentiría mal y me escribiría. Miro sus redes sociales. Ya veo porque no se siente mal. Está por ahí de fiesta con varias chicas. ¡Joder! Ya estoy de mal humor y ya si que no voy a poder dormir.
El viernes por la mañana en la clínica es mortal. Debo tener unas ojeras importantes porque Dani repara en mi aspecto.
— ¿Saliste? — Le miro incrédula.
— ¿Acaso me has visto salir a mi alguna vez que no sea un festivo importante? — Se ríe.
— Pues deberías Lucia, que la vida son dos días.—
El resto de la jornada pienso en lo que me ha dicho Dani, pues si, voy a salir. Eze me besa y luego me restriega su felicidad, pues yo voy a hacer lo mismo. Llamo a Jimena la que me dice un si rotundo cuando le propongo salir. Ya había quedado con algunos amigos, me dice, pero ella y yo quedamos antes y nos veremos con ellos en Terry's la discoteca más cool que hay ahora en Barcelona.
A las 7 llego a casa y me voy directa a la ducha. Papá está en el sofá y mamá ha salido. Me da por pensar que quizá ha salido a ver a Dani pero enseguida me quito esa idea de la cabeza. Cuando salgo de la ducha papá viene a mi habitación. Tengo un arsenal de ropa tirada sobre la cama. No se que ponerme. Me mira y mira a la cama.
— ¿Sales?—
— Si papá, he quedado con Jimena, creo que necesito salir un rato.—
— Eso está bien cielo— Me quedo mirando la cama indecisa pero él coge un vestido.
— Ponte este cariño — Ha elegido el mejor.
Una hora después salgo de mi habitación con el vestido negro ceñido hasta la cintura y holgado hasta las rodillas, color negro, unas botas militares blancas, no soy capaz de llevar tacones, y el pelo suelto pero ondulado. Mi padre me mira.
— ¡Vaya! Como me recuerdas a tu madre de joven — Sonrió. La verdad es que mi madre era preciosa, aunque más delgada que yo — ¿Quieres que te lleve a algún sitio?—
Iba a coger la moto, pero casi que mejor que me lleve él, luego ya encontraré como volver. Porque Jimena como va a beber seguro que no va en coche. Hemos quedado en su casa.
En el coche papá me pregunta cuando tengo pensado mudarme. Y no lo tengo claro, pero pronto. No quiero que me interfiera con los exámenes de septiembre así que para entonces me gustaría ya estar instalada. Solo tengo una asignatura y fue porque no pude presentarme al examen debido a una fuerte alergia que me provocó un base de maquillaje. Se me hinchó toda la cara, desde entonces no me maquillo nunca. Solo un poco de rímel y labial.
Me deja en la puerta de Jimena, vive cerca del centro comercial de diagonal, en unos lujosos pisos. Su padre es un buen abogado y le compró este piso hace unos meses, ahora ella para tener un poco más de dinero ha alquilado una habitación.
Jimena es espectacular. Tiene un cuerpo de escándalo y es atrevida. Lleva el pelo siempre a la última moda y ahora lleva ese corte midi que tanto se lleva, como Tokio de La casa de Papel. Tiene los ojos azules, de un azul intenso que con su color de piel morena y su pelo negro le destacan muchísimo. Es preciosa, siempre se lo digo. Ella y su personalidad lo son. Porque ademas es esa clase de persona que llama la atención, es descarada y coqueta y siempre parece que no tenga miedo a nada. Es mi mejor amiga y la quiero mucho.
Nos conocemos de toda la vida, y aunque hemos tenido nuestras épocas de más o menos vernos, llevamos unos 3 años que nos hemos vuelto inseparables. Trabaja en un Hotel en recepción, porque además la tía es lista y sabe 5 idiomas, castellano, catalán, inglés, alemán y francés y ahora se está aventurando con el japonés. Yo se inglés y algo de francés.
Cenamos en su casa. Marcos no está y nos hemos pedido algo de sushi. Mientras ella se viste yo ojeo la tele. He vuelto a mirar, por tonta, las redes sociales de Eze y ya me ha vuelto a entrar la rabia. Se que está noche va a salir, conocerá una chica y se la llevará a su casa, y se la follará en las mismas sábanas en las que yo he dormido. ¡Maldita sea!
Jimena me pregunta por mi cara, le cuento lo de Eze y me dice que pase de él. Siempre me dice lo mismo. Para ella es fácil.
— Está bueno si, y es tu amigo, también, pero tía que hay mas peces en el mar.—
— Pero me ha besado, y ahora con menos razón puedo olvidarlo.—
— Está noche va a venir Teo — Me guiña el ojo, que pesada con Teo, es guapo, pero es un chulito — Podrías liarte con él y olvidarte ya de Eze.—
— Si tanto te gusta líate tu con él — Se ríe.
En realidad creo que se liaron una vez. Jimena ha estado con muchos chicos. Empezó joven, aun me acuerdo cuando me lo contó. Me quedé de piedra. Teníamos 14 años y se había acostado con Lolo, un chico de 16 años.
A la 1 estamos en la puerta de Terry's esperando a entrar. Hoy hay mucha cola así que llamo a Blanca, mi prima, que trabaja dentro de camarera y pronto nos cuela y entramos. Blanca es hija de mi tío Pablo, y de Lorena. Es mayor que yo, tiene la edad de Eze. Nos saluda y vuelve a su barra a trabajar aunque antes nos hace acompañarla y nos invita a una copa. Le digo que yo no bebo, porque no lo hago, pero insiste.
— Hoy tienes cara de necesitarlo — Me dice mientras me sirve una copa de Absolut con redbull. Doy un sorbo y ya me estoy arrepintiendo de haber salido.
Nos vamos a un lateral, al lado de unas zonas elevadas con podios. A Jimena le gusta bailar ahí subida. Yo sigo bebiendo y pronto empiezo a sentir mas calor. Llegan Teo, Julia, Sara y Denis y yo ya me he acabado la copa. Ni me lo creo. Teo va a la barra y trae chupitos para todos. Me da uno a mi y me hace brindar con él.
— Por nosotros— dice. ¿Que nosotros? Pienso.
Bailamos. Si, bailo y no se ni como lo hago. Al final me lo estoy pasando bien. Teo se acerca más de la cuenta a mi alguna que otra vez, pero no me importa. Después de la copa y de ese chupito me he bebido dos chupitos más de algo llamado Jagger y estoy bastante desinhibida. Las luces de la discoteca van a cámara lenta y me dan ganas de reírme todo el rato. Me gusta como me siento. Teo me agarra por la cintura desde detrás y yo me apoyo en él. Tiene sus manos en mis caderas pero siento que las está moviendo hacía mis muslos. Estoy ardiendo. Me siento caliente y me gusta que me esté tocando ahí, me imagino con son las de Eze y siento cosquillas en mi entrepierna. ¡Joder! NO quiero que pare pero a la vez no quiero que siga. De pronto alguien me agarra del brazo y me mueve a su antojo. ¡Que mareo! Consigo fijar la vista y tengo a Eze delante de mis narices. Le miro.
¿Es él? ¿Qué hace aquí?
— ¿Que cojones te pasa Lucia? — Miro a mi alrededor y veo a Jimena hablar con Teo, está furioso pero creo que ella le está calmando, espera, ¿tiene sangre en la cara?
— ¿Has pegado a Teo? — Eze aprieta la mandíbula.
— ¿Cuánto has bebido? espera... vamos fuera — Me coge de la mano y tira de mi. Yo le sigo. No tengo fuerzas para resistirme y tampoco se si quiero.
Salimos y el aire fresco de la noche me da una bofetada. Voy borracha pero toda esta situación me ha espabilado un poco. Me arrincona y me mira. 
— Tú no bebes Lucia, ¿qué estabas haciendo con ese tío? — ¡Vaya! ¿Está celoso? Lo parece. Por mi. Celoso por mi. Me encanta. Sonrío y veo que le molesta.
— Supongo que lo mismo que haces tu con todas esas tías con las que quedas — Aprieta de nuevo la mandíbula y yo instintivamente me muerdo el labio, me doy cuenta y enseguida dejo de hacerlo, pero se ha dado cuenta, lo se porque me dice:
— No hagas eso.—
— ¿El que?—
— Morderte el labio así, me vuelves loco — Yo le provoco. Me siento juguetona. Me lo vuelvo a morder. Lo oigo suspirar y de pronto me besa.
Ahí están otra vez esos labios.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora