EPILOGO (añadido nuevo abril de 2022)

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— Lucia es la hora— le oigo llamarme pero no puedo moverme. Me duele todo y siento que si me levanto voy a caerme.

No se cuanto tiempo pasa pero de pronto oigo como alguien abre la puerta y entra. No le miro. Siento sus pasos y como se acomoda en la cama junto a mi.

— Lucia... — dice suavemente. Es mi padre. Me acaricia el pelo. No quiero moverme— tenemos que salir. Es la hora Lucia.

Me levanto de la cama con su ayuda. No puedo ni respirar. Salgo de mi habitación y en el comedor están Eze y su padre.

No me lo puedo creer. No concibo una vida sin él. Lo ha sido todo para mi desde el mismo momento en que nací y nunca me imaginé que tendría que vivir sin él. Sabía que algún día pasaría. Por la edad. Por la vejez. Pero no ahora, no así.

Me subo al coche. Eze se sienta detrás junto a mi. Solo quiero llorar pero me aguanto, porque se que si empiezo nunca más podré parar. ¿Porqué?

En el velatorio, su ataúd y una foto grande de él. No es mi favorita, pero me gusta como sale. Con su media sonrisa. SUs ojos azul intensos. Su pequeña barba de tres o cuatro días que le gustaba llevar. Su tatuaje asomando por el cuello debajo de esa camisa azul celeste. Me ahogo. Contemplo su foto. Me niego a mirar su ataúd. No quiero creer que él está ahí. No puedo con ello. Eze coge mi mano. Se la aprieto. Le miro y me abraza y me permito llorar, un poco.

Nos sentamos en primera fila a un lado. Va llegando gente. Yo miro mis manos. Mis pies y su foto.

Recuerdo hace tiempo, hace mucho tiempo, que hablamos sobre la muerte. Una amiga mía del instituto había muerto en un accidente de coche con sus padres y él me vino a recoger al colegio ese día.

***— Adrián... ¿Tú crees que hay algo después de la muerte?— Ibamos en su coche. Recuerdo que era un Ferrari blanco.

— Yo creo que para los que se quedan aquí... esa persona que se ha ido, nunca se va del todo—

— Pero... si yo me muero, crees que podré seguir viéndoos? — Le dije.

— Los que se quedan aquí si te podrán ver. En sus sueños, en sus recuerdos. Y mientras eso siga... será como si nunca te hubieras ido. Pero vamos ojazos... moriré yo antes que tu—

— Pues vivirás siempre Adrián porque yo nunca te olvidaré—

— No lo dudo —***

Y hoy había llegado el día. No quiero despedirme de él. No quiero aceptarlo. Me niego a creerlo. Mi madre ha llegado. La oigo llorar, como intenta ser el centro de atención incluso hoy. Adrián ha sido más para mi que lo que nunca fue para ella y aun así todos han ido hasta a ella para abrazarla y darle el pésame. Eze me abraza. Mi madre ha venido con Nacho. Me mira, me saluda con la cabeza pero yo no le respondo. Me niego. Nunca será mi padre y el hecho de que se haya llevado a mi madre a la otra punta del planeta, hace que aun le odie más. Llega Nil. Adrián se ha portado muy bien con él todo este tiempo. Fue casi como un padre para él y le veo afectado. Suelto la mano de Eze y voy hacía él. Le abrazo. Han pasado 5 años desde que decidimos que iba a ser nuestro secreto y así ha sido. Nunca me he atrevido a contárselo a Eze. Con el tiempo se ha vuelto más posesivo y no he visto momento.

— ¿Cómo estás? — Me pregunta en cuanto le suelto.

— No lo soporto — le digo.

— Lo sé princesa...llámame si me necesitas— Le digo que si y me alejo de él para volver con Eze.

Hoy están aquí todos. Me da rabia que en vida ya nadie estuviera aquí, que todos tomaran su camino, que su vida fuera casi solitaria y que hoy... estén todos aquí. Mi madre que se fue con Nacho a Australia. Dani lleva todo este tiempo en Almería, se instaló definitivamente ahí. Dunia que tras empezar a salir con Javier, se distanció de todos y supongo que se unió a los amigos de él. Karina que ha vuelto para despedirse, junto a Yago, pero que nunca volvió a pisar Barcelona desde que se fue hace tantos años. Mi padre... que se ha dedicado a trabajar, solamente, dejó de vivir en cuanto se fue mi madre. Siento mucho rabia y aprieto la mano de Eze. Me mira.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora