Capítulo 6

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**LUCIA**

El martes por la mañana me despierto sudando. Estoy en la cama de Adrián y me olvidé de ponerme el aire acondicionado. ¡Que calor!
Son las 10, debería ir a la clínica, pero sigo sin estar de humor. ¡Que poco responsable soy! Adrián llama a la puerta, debe haber oído que he encendido el aire. Me pregunta si puede pasar y le digo que si. ¡Pobre! Ha tenido que dormir en el sofá. Su sofá es cómodo, porque es muy grande y mullido, pero no es lo mismo.
— Lucia, tienes que ir a la clínica- Le pongo morros. No me apetece nada — Mira haz como si nada si  no quieres enfrentarte a ello, pero tienes que ir a trabajar, es tu responsabilidad — Tiene razón.
Se da la vuelta y se va a ir cuando se gira y añade:
— Pregúntale si puede prescindir de ti la semana que viene y nos vamos unos días tu y yo de viaje con Cupido. ¿Te apetece? — Un montón. Le sonrío y le hago saber que la idea me flipa. Cada año nos vamos unos días con su barco por ahí, siempre suele llevarnos a mi, a Eze, a Blanca, Carla, Julen... pero esta vez él y yo solos, puede molar. Lo necesito.
Al final hago de tripas corazón y pongo rumbo a la clínica. Eze tiene razón es cosa de ellos, si ellos son felices así yo no voy a interponerme.
Dani al verme hace como si nada. Menos mal. No me pregunta por el tema y me da la bienvenida como siempre. Me da unos papeles y me dice que me ponga la bata que necesita ayuda. Entro con él en la consulta, hoy la paciente es una niña de 8 años. Le hace un electro y le mira el corazón con una eco. No tiene bien formadas las cuatro válvulas. Sus padres lloran. Esta parte es la que menos me gusta. Me quedo al lado de Dani observando como se desenvuelve, lo escucho pero mientras distraigo a la niña. Está asustada de ver a sus padres llorar. Finalmente la saco de la consulta.
Mientras espero con ella en la sala de al lado llega Eze. Lo oigo hablar con Paloma, la recepcionista.
Sale Dani y los padres cogen a la niña. Se van. Dani me mira y luego aparece Eze. Ambos me miran. ¡AH no! Charla ahora no.
— Adrián dice que si la semana que viene puedes darme fiesta — Si hablo yo ellos no dirán nada, así que mejor empiezo yo. Me mira. No va a decirme que no. Nunca lo haría. Se que es jugar sucio pero me da igual.
— Claro, me apañaré yo solo. —
Eze sigue mirándome. Se que va a decir algo, y lo hace.
— ¿Los dos solos? —
— Si... - Dani se ha ido. Estamos solos. —
— ¿Cuanto tiempo? ¿Dónde vais? —
— ¿Y este interrogatorio? — Abre la boca pero no dice nada. ¿Qué le pasa? Se da media vuelta y se va a ir pero antes gira la cabeza y me dice adiós. ¡YA estamos otra vez!
Me sorprendo a mi misma pensando que quizá esta así porque la idea de no verme en un tiempo le consume, luego me rio y me llamo gilipollas. ¡Tu flipas Lucia!
Dani dice que me vaya que ya cierra él que primero tiene que hacer unas cosas y me da por imaginarme que esas cosas es follarse a mi madre. Intento quitarme esa imagen de la cabeza y me voy. Son las 7 y creo que hoy Jimena tenía turno de mañana así que la llamo para tomar algo. Me dice que si y media hora después estoy en el chiringuito de la playa con una cocacola en la mano. Jorge no está y mejor, si no no podría hablar tranquilamente con Jimena.
— Eze me besó - Deja su fanta en la mesa y me mira con la boca abierta. Luego me pega un puñetazo en el hombro. ¡Me lo merezco!
— ¿Y cuándo pensabas decírmelo? — Muevo los hombros.
— No fue nada, de hecho luego me ignoró y se fue con otra.—
Durante un buen rato hablamos. Le cuento todo, bueno lo de mi madre no. Dos mesas más allí está una paciente de Dani y no quiero que se chismorree sobre eso. Ya se lo contaré otro día. Ella me cuenta que las cosas con Marcos van viento en popa. Marcos es su compañero de piso. Se liaron hace un par de meses cuando ella llegó un poco piripi tras una fiesta y aunque lo hizo plenamente consciente, Marcos, que es un sol, le dijo que no se volvería a repetir mientras ella no tuviera claro si realmente quería. Y lo pensó mucho tiempo. Jimena es una alma solitaria, pero ese chico es un amor. Además es guapo, alto y le gusta, igual que a ella,  los videojuegos. No se han vuelto a acostar, quieren ir poco a poco, pero están muy a gusto el uno con el otro.
Me da envidia. Eze podría estar así conmigo. Sería tan fácil. Nos conocemos desde siempre y nos hemos aguantado en los peores y mejores momentos. Conocemos nuestras facetas más detestables y aún así seguimos siendo amigos. Podría funcionar.
A las 10 cojo la moto y pongo rumbo a casa. Si, a casa. Antes llamo a Adrián, le doy las gracias por todo y le comento que ya me siento preparada para volver a casa.
Cuando llego mi madre está en la cocina recogiendo los platos de la cena. Me mira. La miro. No, no quiero hablar con ella. Me voy a mi habitación pero ella me para.
— Lucia, ¿no vas a cenar? — Le digo que no y me voy. Tengo hambre, pero ya bajaré a la cocina en cuanto ella se vaya.
Mi padre no está, otra vez turno de noche. Trabaja demasiado. Lucas tampoco está. Se me antoja la casa muy grande y la compañía de mi madre no me apetece.
Mi madre es una buena madre, pero la distancia que siempre me ha querido dar para que yo pueda cometer mis propios errores ha tenido el efecto contrario y nos ha distanciado más.
Un rato después, yo ya con el pijama y recién duchada la oigo como entra en su habitación y como me rugen las tripas bajo a la cocina.  En el fondo mi madre me conoce muy bien, ha dejado una nota en la nevera "Tienes la cena en el microondas" Ya sabía que bajaría. La quiero, aunque me cuesta demostrárselo. 

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora