Capítulo 28

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**LUCIA**

El Jueves aún no he hablado con Eze. No me ha llamado y yo tampoco he querido hacerlo. Creo que él sigue enfadado y yo no quiero discutir más con él. Aunque pueda llevar razón, aunque de verdad mi actitud cambie cuando estoy con Nil, a él ni le va ni le viene... y  no le debe importar.
Estos días le he estado dando varias vueltas al asunto. ¿No es acaso eso la amistad? ¿Respetar al otro tal y como es? ¿Aceptarlo en todas sus facetas? Es normal que le lleve un tiempo acostumbrarse... pero así soy yo ahora. Él también cambió cuando empezó con todo esto de Instagram, Youtube y empezó a llegarle la fama. Paulatinamente fue cambiando. Pero todos le hemos ido acunando en su viaje y respetándole en sus decisiones. ¿Porque a mi no se me puede respetar igual?
Antes de plegar Dani me recuerda que la clínica estará cerrada mañana viernes y el Lunes. Se me había olvidado por completo que hacíamos puente. Lo malo, además es que en estas circunstancias es cuando Jimena tiene más trabajo y quedar con ella es casi imposible. Así que como he estado descuidando un poco mis estudios decido que me voy a pasar los días en casa metida entre libros.
Pero antes de nada, aparece mi madre para que vayamos a dar un último vistazo al piso. La verdad es que empiezo a estar nerviosa. Ya están todos los muebles. Mi madre lo está dejando todo precioso. Ha comprado todo lo necesario y me lo ha provisto para que no me falte de nada. Cuando entramos y lo veo me quedo de piedra. Llevaba sin ir desde el martes y en dos días ha cambiado radicalmente.
Nada más entrar te encuentras un pequeño recibidor, que aunque es abierto al comedor mi madre lo ha separado con un biombo de madera vieja desgastada con tonos dorados, y en el centro un espejo envejecido. Una pequeña repisa dónde dejar las llaves junto a la puerta y al otro lado un pequeño perchero. El comedor es grande, abierto a la cocina. Un sofá en L de tela de color fucsia con los cojines amarillos y una manta de flores azules. Cortinas blancas con destellos azule celeste... las paredes repletas de fotos y cuadros. No tengo palabras. Mi madre me está mirando mientras yo lo miro todo.
— Mamá... es increíble — La pena es que en cualquier momento Carla querrá hacer uso del piso y tendré que cedérselo. Aun queda. Carla tiene 17 años, pero... verlo ahora así tan mío, ya me da la pena tener que desprenderme de él algún día.
— He traído algo de tu ropa ya... la tienes en el armario.Y algunos libros. He pensado que quizá te hacía ilusión pasar ya tu primera noche aquí — No me lo puedo creer.
Me abalanzo sobre ella y la abrazo. Creo que no se lo esperaba para nada porque tarda en cogerme entre sus brazos y devolverme el abrazo. Cuando la suelto veo que está llorando.
— Mamá... por favor— Le digo.
— Perdona hija... me emociono.—
Doy una vuelta por todo el piso. Es pequeño, tampoco hay mucho que ver, además del comedor y la cocina, hay una habitación , el baño y una terraza, la cuál también ha decorado con una pequeña mesa, un sillón, el suelo con césped artificial y muchas flores por todos lados. Cuando vuelvo junto a mi madre le digo que se quede a cenar, pero me dice que ha quedado con papá para hacerlo. No voy a insistir. Prefiero que pase tiempo con él. Lo necesitan.
Y en cuanto sale por la puerta y se va... no me lo puedo creer. Estoy en mi casa.
Mi hogar...
Lo primero que hago es pensar en Eze, me muero por enseñárselo. Pero seguimos enfadados y no me apetece dar el primer paso. No esta vez. Como se que Jimena está trabajando y cuando lo hace tiene el móvil en silencio y prácticamente ni lo mira,m decido dejarle un par de WhatsApp con algunas fotos. Va a flipar cuando lo vea. Y llamo a Nil. Siempre espero que sea él quien me llame. No se porqué... pero voy a ser yo hoy. A ver que pasa.
— Hola princesa — dice nada más descolgar. Oigo silencio, debe de estar en casa.
— Adivina — Le digo como si me conociera tanto que pudiera saber en que pienso... pero no, él no es Eze, así que enseguida respondo yo por él — Estoy en mi nuevo piso... YO SOLA — digo entusiasmada — Reconozco que me da un poco de miedo — digo entre risas — pero es increíble la sensación de libertad.—
— Pues para el miedo lo mejor es tener compañía... — me dice.
— Jimena tiene turno hoy... — digo — Cogeré un libro y me pondré a leer hasta que el sueño me venza. ¿Cuando vienes? Dijiste que este fin de semana estarías por aquí...
— Iba a llamarte mañana... pero he llegado hace un rato. Así que esa compañía puedo ser yo... — nada más decirlo puedo notar como el sexo se me contrae. Joder, si.
— Había pensando estudiar... — Le digo tragando saliva.
— Puedes estudiar mientras yo te lamo — Me dice tranquilamente. Se me entrecorta la respiración — Ya estás cachonda princesa... apuesto a que mojada. Dame la dirección.—
Se la doy sin rechistar y en cuestión de 20 minutos oigo que llaman a la puerta. Se que es él, pero pregunto quien es a través del interfono.
— Princesa... — me dice. Le abro y espero junto a la puerta. En cuanto oigo el ascensor abro también la de arriba. Nada más verle se me dibuja una sonrisa en la cara. A Nil también, aunque parece contenerse.
Se queda junto a la puerta. No me besa, no me abraza, no me nada. Solo está de pie, delante de mi, en el umbral de la puerta.
— ¿Llevas bragas? — Mierda!
— Si... —
— Cierra la puerta. Quítatelas y ábreme de nuevo. Sabes que conmigo te quiero sin ellas.... Venga, empecemos de nuevo— Hago lo que me pide. Más nerviosa de que lo que quiero aparentar.
Cierro la puerta dejándolo fuera. Me quito las bragas. Como solo llevo una camiseta larga que suelo usar de pijama, será fácil que pueda ver que no llevo nada debajo y eso aún me pone más cachonda de lo que estoy. Me recojo el pelo en un moño y le abro de nuevo. Cuando lo hago veo que me mira de arriba abajo, me agarra de la cintura, me atrae hacia su cuerpo, me aprieta contra él y cogiéndome con fuerza me besa efusivamente. Ahora si, joder.
En cuanto deja de besarme creo que estoy tan empapada que puede llegar a gotearme por las piernas. Le cojo de la mano, cierro la puerta tras él. Agradezco que ningún vecino haya salido justo en este momento. Si no, vaya escándalo el primer día. Y le enseño el piso. Estoy entusiasmada y debe notarlo porque no paro de hablar. Dejo la habitación para el final, con la esperanza de que cuando lleguemos ahí, me pida que me tire a la cama y acabemos follando, pero cuando llegamos, aunque me espero unos minutos, eso no pasa, así que al final vuelvo al salón.
— ¿Has cenado? — Le pregunto.
— No... ¿Y tú?—
— Yo si... pero puedo prepararte algo rápido si te apetece... —le digo.
— Me apeteces tú — suelta de pronto — Pero ... ven, acércate — Hago lo que me pide.
Él está junto a la encimera de la cocina, voy hacia él y cuando lo hago, me coge de las axilas y me sienta en el frio mármol abriendo un poco mis piernas y encajando sus caderas en ella. Ahora queda casi a mi altura.
— Vamos a jugar a un juego. Y todo juego tiene unas normas... — mientras me habla sus manos recorren mi cuerpo lentamente por debajo de la camiseta, por la espalda, por la barriga, por debajo de los pechos... acaricia el pezón con el dedo pulgar... me excito — no quiero que te muevas, lo más mínimo, si lo haces pararé — con el dedo indice y pulgar presiona mi salido pezón y lo pellizca, se me escapa un pequeño grito — tampoco puedes hacer ningún sonido, mucho menos gemir, si lo haces... pararé — suelto aire de golpe. No se si podré resistirme — No he cenado princesa... voy a usar tu cuerpo para saciar mi hambre, pero si te mueves lo más mínimo, recuerda... — me dice mientras sus manos ahora están acariciando mi hinchado clítoris — pararé... y si gimes... también pararé. Ahora levanta los brazos — Lo hago. Me quita la camiseta y la tira la suelo. Me quedo totalmente desnuda que él siga vestido no hace más que incrementar mi excitación — Túmbate y abre las piernas doblando las rodillas. —
Me tumbo y doblo las rodillas. La sensación de sumisión que tengo es real. Jimena tenía razón. Estoy a su merced. Y ... me gusta.
— Tienes que depilarte, no puedo hacerlo yo cada vez que nos veamos. Debes ser más cuidadosa con tu aspecto.—
— Lo haré... -- le digo.
— Ahora... ¿recuerdas las normas verdad? — le digo que si con la cabeza, mi cuerpo empieza a temblar incontrolablemente, creo que estoy nerviosa, Nil pone una de sus manos calientes sobre mi vientre — Tranquila princesa... — la otra mano de pronto la noto entre mis piernas tocando mi hendidura — mira como estás... estás empapada, disfrutas con todo esto. Relájate — Respiro hondo y así lo hago — repíteme las normas.—
— No puedo moverme o pararás, tampoco gemir o hacer ningún sonido.—
— Buena chica... ahora voy a cenar. —
En cuanto acaba de hablar su lengua empieza con sumo cuidado a recorrer todo mi cuerpo. Se deleita con cada rincón mientras sus manos hacen lo mismo. Juega con mi cuerpo y son varias ocasiones en las que me da pequeñas cachetadas porque me muevo o se me escapa un gemido. No lo puedo evitar. Nil me pone demasiado. Cuando su boca llega a mis muslos arqueo la espalda y para de golpe.
— No te correrás Lucia. Estate quieta — Respiro hondo. Y cierro los ojos apretándolos fuerte. Nil lleva su lengua a mi palpitante clítoris y juega con él. Controlo mis impulsos, ahogo mis gemidos, todo mientras el traza círculos con toda maestría. Creo que voy a correrme. Aprieto los puños. Tenso todos los músculos de mi piel pero de pronto para.
— NOOO — Grito.
— Te has movido.-
— Y una mierda — Respondo enfadada. Nil me mira desafiante.
— Cómemela — dice de pronto.
— Eso no es un castigo para mi — le digo de pronto — Me gusta. Disfruto haciéndolo.—
— Lo sé... el castigo es que no vas a correrte — Reprimo un jadeo. No puede hacerme esto. Es imposible aguantarse cuando estás a punto de correrse.
— Nil... ha sido involuntario — Le suplico.
— Habían unas normas, vamos, comemela...—
— Estoy a punto... —le digo. Como estoy sentada en la encimera de cara a él meto la mano entre mis piernas y me toco. Enseguida me agarra fuerte por las muñecas y me para en seco.
— Si yo no decido que te corres, no te corres — Gruño de la rabia — Solo tienes que rendirte a mi Lucia. —
— No puedo.—
— Chupamela, que mira como me tienes — se desabrocha el pantalón y me enseña su prominente erección y los espasmos que de ella salen. Esta sediento de placer y a mi se me hace la boca agua — y luego volvemos a probar el juego.—
Hago lo que me pide. Primero la humedezco de cabo a rabo y cuando está totalmente mojada, me la meto en la boca y succiono con gusto. Nil como siempre acaba cogiéndome del pelo y guiando los movimientos. Arremete con fuerza. Pide profundidad y yo me estremezco en cada envestida. Me está follando la boca. Siempre es él quien me folla la boca, no yo quien se la chupa a él. Cuando se corre en mi boca y lo trago, como siempre con reparo y luego le limpio, me dice que me tumbe.
— Ahora si quieres correrte estarás quieta y callada. —
Nil vuelve a la carga. Y empieza de nuevo desde el principio, parece que lo hace a posta porque eso me desespera aun más. Vuelve a lamer primero todo mi cuerpo. Cuello, brazos, pezones, barriga, clavícula, ... cuando llega a los muslos ya estoy tan cachonda que casi no puedo aguantar ni mi respiración. No voy a poder aguantar y me mata pensar que va a volver a dejarme con las ganas.
Cuando su lengua roza mi clítoris un espasmo involuntario sacude todo mi cuerpo y tengo que arquear espalda. Nil para y yo grito de nuevo.
— No, por favor — le suplico sollozando. No puedo más.
— Son las normas. —
Me quedo sentada en el mármol, consciente de que estoy dejándolo todo empapado apoyando mi sexo en él. Le miro... estoy llorando, llorando por el sexo, que ridículo. No me importa. Lo necesito. No sabe hasta que punto lo necesito en estos momentos. No hay poro de mi piel que no esté debidamente colocado a la espera de este orgasmo.
— Por favor... por favor... por favor — le suplico.
Nil se aleja de mi, haciendo caso omiso a mis suplicas. Se sienta en el sofá y se me queda mirando. Impasible.
— Veamos como me suplicas... princesa.—
No puede ser. Esto es realmente humillante. Durante unos segundo me planteo mandarle a la mierda. Decirle que se vaya. Echarle de mi casa y de mi vida y pedirle que no vuelva nunca más. Pero el clítoris me va llamando con sus toquecitos. Siento el agujero abierto, laxo y preparado para la llegada del miembro de Nil. Mi cuerpo está listo para recibir a ese orgasmo que tanto anhelo, el que llevo rato viendo acercarse. Joder... lo necesito.
Me bajo de la encimera. Me quedo unos segundos más de pie. Junto al mármol. Le miro. No me quita ojo de encima. Mi pecho sube y baja, ahora más de la rabia que de la excitación. Y de pronto caigo. Jimena me lo dijo... solo estamos Nil y yo, y yo soy su sumisa. No me estoy humillando. Es... nuestro juego.
Me arrodillo. Y empiezo a caminar hacia él de rodillas. Creo que lo estoy haciendo bien pero noto una pequeña mueca de satisfacción en su rostro. Me acerco hasta su lado. Y cuando llego me subo encima de él, sobre sus muslos. Abriendo las piernas. Pone sus manos en mi culo y me mira la vagina que ha quedado bien abierta para él. Está tan mojado que caen pequeños hilos de excitación.
— Me estás dejando perdido cielo... — ¿Cielo? Esta... palabra me deja sin respiración unos segundos - veo que has entendido tu papel en esto.
— Solo me correré si tu quieres Nil... —Le digo desabrochando el botón de su pantalón para poder tocar de nuevo su polla.
El lleva un dedo a mi entrada, recoge un poco de mis fluidos y se los lleva a la boca. Eso me hace temblar.
— Estás muy excitada... — Dice mientras saborea mi excitación. Me remuevo un poco encima de sus muslos. Razonándome con su enorme verga. Nil gruñe.
De pronto noto como me agarra por el culo, se levanta un poco y con la otra mano se baja un poco los pantalones dejando así toda su polla libre.
— Vamos a follar princesa... la tienes toda para ti. Disfruta de ella. Eres libre de correrte. Úsala a tu antojo — Un jadeo de satisfacción sale de mi garganta al oír sus palabras. La agarro con mi mano derecha para guiárla hasta mi entrada y una vez está, la suelto y la dejo entrar hasta el fondo. Me duele. No se cuando me acostumbraré a ella.
Tiro la cabeza hacia atrás para sentirla mejor y Nil acaricia mi cuerpo cuando lo hago. Poco a poco empiezo a moverme. Los gemidos salen de mi garganta sin reparo. No paro de moverme. No quiero hacerlo. Nil me ayuda con sus manos en mi culo. Yo apoyo las mías en sus hombros. Aumento mis movimientos cuando siento que esta cerca el orgasmo y le hago saber entre jadeos que voy a correrme. Él me dice que me corra, que también se va a correr. Pronto estallamos los dos.
Me quedo sentada sobre él un buen rato. Con él aun dentro de mi. Con mi cabeza apoyada en su pecho. Con sus manos acariciando mi espalda. Yo sintiendo su corazón.
— Esto es lo que quiero de ti cielo... que te abandones — me dice. Ahí está. De nuevo esa palabra. Cielo...

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