Capítulo 32

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**EZEQUIEL**

Nada me podía preparar para lo que acababa de ver. Salía imaginando encontrarme a la madre de Lucia. Quizá a Adrián. Me había vestido, para que nadie supiera que me había estado duchando con ella. Me había secado un poco el pelo, aunque si se fijaban, sabrían que me había duchado, con o sin ella. Y salía para irme. Porque fuese quien fuese, por la hora que era, algún motivo habría y les iba a dejar su espacio. Ya volvería mañana a verla o quizá cuando la visita se fuese.
Pero encontrármela con el albornoz abierto, los labios apretados, los ojos inyectados de placer, las putas manos de él metidas en su sexo. ¡Dios! Y ella gimiendo. Me quedé mirándola, imbécil de mi, unos minutos. Viendo como él jugaba con su cuerpo, viendo como ella se retorcía de placer. En mi mente ya no estaban los recuerdos de los besos que nos habíamos dado en la ducha. Solo había rabia. Y cuando la rabia me cegó solo pude gritar y abalanzarme sobre él. Maldito hijo de puta.
Me metí en la habitación de Lucia porque si cogía el coche en esas condiciones iba a tener un accidente. Era tanta la rabia que recorría mi cuerpo que no podía controlarlo. Si me cabía alguna duda de mis sentimientos hacia ella. Ya los tenía mas que claros. La amo. Si, la quiero de la manera más grande que se puede querer a alguien. La quiero de una manera que jamás he sentido. Como nunca supe que podría. Ya la quería. Siempre la quise. Pero ahora... lo que siento. Duele. Lo que tengo dentro, me pesa.
No consigo calmarme. Me ahogo en mi rabia. Quisiera salir y seguir reventándole la nariz a ese ... ser. Pero se que si lo hiciera Lucia no me lo perdonaría nunca. Pero... ¿podré perdonarle yo lo que ha hecho hoy? O... ¿Olvidarlo? Porque mi cabeza no para de darle vueltas. No paran de venirme las mismas putas imágenes. Su cara de placer. Las manos de él entre sus piernas. Ella jadeando. Joder.
Cuando oigo la puerta de la calle y se que Nil se ha ido mi cuerpo deja de temblar de rabia. Pero sigo nervioso. Mataría por un cigarro. Pero desde que me dijo que no le gustaba que fumase he intentado fumar menos. Y como iba a estar con ella,  dejé el paquete en el coche.
De pronto la siento detrás de mi. Su olor. Su presencia llena toda la habitación. Y su respiración es tan fuerte como la mía. Pero el silencio lo inunda todo. Nos ha acechado a los dos. Noto que se sube a la cama y se acerca a mi. Cierro los ojos. No se si voy a soportar que me toque. No se si ... Llega hasta a mi y desde atrás me abraza suavemente apoyando su mejilla en mi espalda, y lo agradezco. Sus brazos no llegan a abarcar todo mi cuerpo. Yo... sigo quieto. No quiero moverme. Temo que si lo hago sea para apartarla. Ella tampoco se mueve. Seguro que me tiene miedo. Nunca me había visto pegar a nadie.
— Eze... -- dice de pronto. Ha estado llorando. Lo noto en su voz. Y sigue llorando, aunque ahora lo aguanta por mi. No le respondo. No puedo. Si lo hago no seré amable — Lo siento...—
Está destrozada y me duele en el alma. Pero ahora mismo no soy una buena persona y no puedo darle el consuelo que necesita porque aunque quiero dárselo, porque la quiero... no se lo merece.
Sigue abrazada a mi, en silencio, lo que me parecen horas. Estoy en tensión y no estoy cómodo. Cuando por fin me suelta. Incómodo con todo esto me levanto y me voy al salón. Creo que se asusta y cree que voy a irme, porque corre tras de mi, se va hacía la puerta y se pone enfrente de ella, cortándome el paso. Me hace gracia ver eso. Aunque no me río claro. Sigo enfadado. Cuando ve que me siento en el sofá. Cierra los brazos que había abierto para poder abarcar toda la puerta y viene a mi lado. No muy cerca. Pone distancia y lo agradezco. Cojo aire. Profundamente.
— Necesito un cigarro Lucia, se que no te gusta que fume, pero lo necesito. Dejé mi paquete antes de subir en el coche. Se que a veces guardabas algún cigarro en una caja en casa de tu madre por si nos hacíamos un porro.  ¿Te has traído esa caja? — Se que le ha sorprendido que le diga esto. No sé si por lo de que no me he traído el paquete o por lo que lo primero que diga en todo este rato sea pedirle un cigarro. Pero veo que sin decir nada se levanta va a su habitación y cuando sale me deja sobre la mesa cuatro cigarros y un mechero. Joder... aleluya — ¿Puedo fumar aquí? — Me dice que si con la cabeza. Se levanta, corre las cortinas, abre la puerta de la terraza y vuelve a mi lado.
Tiene la cara hinchada de tanto llorar. Y los ojos rojos. Me mira. Me lamo la pequeña herida que tengo en el labio de la que aún me sale un pequeño hilo de sangre de vez en cuando. Cuando se da cuenta le brota otra lágrima. Me rompe en dos verla así. También analiza mi ojo. Ahí me duele bastante, debo de tenerlo hinchado y mañana estará todo morado. Tendré que llamar a Lola para que cancele las sesiones de foto de esta semana. Me enciendo el cigarrillo. Doy un par de caladas que me saben a gloria y cuando lo hago la miro.
— Te has pasado rubia — le digo. Veo como suelta aire de golpe. Se que llamarla rubia ha hecho que sepa que todo no está perdido. Que estoy enfadado pero que sigo aquí.
— Lo... lo siento Eze— doy otra calada. No quiero más disculpas. Necesito más.
— Eso ya me lo has dicho. Hazme entender que cojones ha pasado Lucia. ¿Porque estábamos tu y yo en la ducha a punto de hacer el amor y de pronto salgo y te veo... — aprieto los puños y los dientes de la rabia — gimiendo con sus putos dedos dentro ti? — En cuanto lo digo me quita la mirada. Mira al suelo. Se avergüenza de ello. Lo sé. Se pone a llorar aunque intenta evitarlo.
— No se ni yo lo que ha pasado... le estaba diciendo que se fuera y ... se iba pero..—
— ¿PERO QUÉ — Le corto gritando. Dios, estoy muy enfadado. Me mira asustada y enfadada también.
— ¿Acaso tú no has cometido errores? ¿Como cuando me besaste y luego te fuiste a follarte a otra? — dice con rabia. Apago el cigarro que ya ha acabado por consumirse en mi dedos.
— Eso no lo sabes — le replico más enfadado aún. Parece que no me conoce tan bien  como cree.
— Oh vamos. Eres Ezequiel... el dios del sexo — ¿Porqué dice eso? — Lo dicen todos los blogs de cotilleos.—
— Tienes que dejar de leer esa mierda sobre mi — Le digo — La mitad es mentira.—
— ¿Es mentira que después de estar conmigo te has ido con otra tía? — me remuevo en el sofá... dios me exaspera.
— Por supuesto. ¿Por quién me tomas?—
Se tira hacía atrás en el sofá. Veo su cabecita maquinar. Le está dando vueltas a algo.
— Pero esa no es la cuestión Lucia. La cosa es que yo si te he pillado a ti con los dedos de otro tío dentro de ti... cuando aun estabas húmeda de mi. ¿Que cojones es eso? ¿Te parece bien eso?—
— Claro que no... ¿por quien me tomas tú? — dice apenada. Traga saliva y se seca las lágrimas de la cara — si pudiera volver atrás no abriría ni la puerta. No me habría ido de viaje con Adrián.... — se levanta del sofá. Está nerviosa. Vuelve a sentarse. La miro — Dios... llevo toda mi vida enamorada de ti. ¿Crees que haría adrede cualquier cosa que fastidiara la sola idea de poder estar contigo?—
— Has cambiado... —le digo en tono más suave.
— Ese es el problema Eze. Que yo a ti no te gusto — Claro que me gusta. ¿Cómo puede pensar eso? — Siempre dices que ya no soy tu rubia. Pero es que nunca lo he sido. Nunca te has fijado en mi cuando era ESA rubia que se supone que quieres que sea. —
No se que decir.
— Yo se que lo que he hecho hoy está mal. Nil y yo... — se queda callada.
— Explícamelo. Ayúdame a entenderlo — le digo. Me mira y se muerde el labio con angustia.
— Nil me enseñó unas reglas que simplemente unidas a él, que no me importa, que no es nadie para mi, pues me gustaba, me daba morbo. Es... Era un juego. Lo que pasa que me metí tanto en ese juego que sin darme cuenta me acabó controlando. —
— Osea te tenía sometida, como él ha dicho — le digo. Necesito entenderlo.
— Si... —
— ¿Te gusta? — Vuelve la mirada a los pies pero hago que me mire levantándole la cara con mi mano — ¿Te da placer ese tipo de juegos? ¿Te gusta que te dominen en la cama?—
— Con él si... — se me revuelve el estómago al pensar la de cosas que han podido hacer. No estoy muy metido en esos temas, he practicado alguna vez algún juego con alguna chica que me ha pedido un poco hacer este rol, pero muy por encima. No sé hasta que nivel lo han llevado ellos — Pero contigo... ni me lo planteo. Contigo me gusta sentirme libre.—
Me froto la cara con las manos y al hacerlo me doy cuenta de cuanto me duele el ojo y me quejo. Al hacerlo Lucia corriendo se acerca a mi y me lo mira. Tenerla tan cerca, oler su pelo a melocotón, por un momento hace que olvide el enfado y le doy un pequeño beso en la nariz. Me mira cuando me aparto de ella.
— Tengo las imágenes en mi cabeza dándome vueltas una y otra y otra puta vez Lucia — le digo atormentado — necesito olvidar. Ayúdame a olvidar amor.—
En cuanto lo digo la miro. No se porque he dicho esa palabra...amor. Bueno si. Claro que lo sé. Lo he dicho porque la quiero. Pero me ha salido solo. No lo he planeado. La cojo del brazo, tiro de ella y hago que se suba encima de mis piernas. Lo hace sin rechistar.
— Yo no llevo enamorado de ti toda la vida... pero se que siempre te he querido de una forma especial — le digo mientras meto mis manos bajo la camiseta y acaricio su espalda.
— Pues yo llevo colada por ti desde que tengo memoria. Por eso nunca me había tocado nadie. —
— ¿Te reservabas para mi? — Le digo tocando sus pechos.
— Siempre imaginé que serías tu... el primero, o al menos soñaba con que así fuera — Su voz ya suena excitada.
— Lo conseguiste — le digo sonriendo— ¿Qué mas imaginaste amor? — Mis manos juegan con sus pezones suavemente. Su labios se han abierto levemente y un pequeño gemido se le ha escapado. Me muerdo el labio. Deliciosa.
— Que... serías mi novio, me cogerías de la mano para ir a los sitios, que un día te casarías conmigo — esto último al decirlo se sonroja — que tendríamos dos perros y tres hijos.
— ¿Tres? Pero si no te gustan los niños — siempre ha dicho que no quería tener hijos.
— Porque solo los quería tener si era contigo y como tu siempre has dicho que no querías tener hijos, pues yo ya me hacía a la idea de nunca tenerlos...— Lucia se estaba creando toda una vida junto a mi desde bien pequeña.
Cuando dice eso vuelvo a llevar las manos a su espalda, la atraigo hacia mi y la beso. La quiero tanto...
— Pues tendremos hijos... tres, si tu quieres — le digo. Lucia se ríe.
— No te rías de mi Eze. Era una niña. Es normal. Fantaseaba contigo. Otras piensan en esas cosas con su profesores, yo contigo.—
— Vale hijos no... pero, ¿Y lo de tu novio?  — Siento como analiza mi rostro. No cree que vaya enserio. Pero no he dicho más enserio en mi vida.
— Tu... tu no tienes novia.—
— Porque me reservaba para ti amor — Le digo.

Me despiertan los primeros rayos de sol. Después de hacerle el amor a mi novia. Fíjate, me gusta hasta decirlo, nos quedamos dormidos en el sofá, abrazados. Quiero seguir durmiendo pero cómodo, en la cama. Me muevo pero ella ni se inmuta. Así que me levanto, la cojo en brazos y la llevo hasta la cama. Debe de estar agotada. Sigue teniendo los ojos hinchados de haber estado llorando. La tapo un poco con la sábana, bajo la persiana y voy al baño a hacer pis antes de volver con ella. Al hacerlo me miro en el espejo. Dios santo... mi cara está espantosa. Tengo el ojo bastante hinchado, igual que el labio y además el ojo está de un color marrón amarillo horrible. Voy a tener que estar días sin publicar nada.
Aunque quizá podría ser buen momento para replantearme ciertas cosas.
Vuelvo a la cama junto a ella. Y en cuanto lo hago, debe de notarme porque se vuelve hacía mi y se acurruca en mi pecho. Si, creo que puedo acostumbrarme a esto. Le huelo el pelo, la respiro profundamente y no tardo en volver a quedarme dormido.
Me despierto solo en la cama. Está todo a oscuras. Busco mi móvil en la mesita de noche. Las 2. Joder. Si que he dormido. Tengo muchísimos notificaciones, varios mails y un par de llamadas de mi padre. Lo llamaré luego, primero quiero ir a ver a Lucia, ver que todo lo de ayer no fue un sueño y que estamos bien. Paso el vestidor y voy al baño antes de salir a buscarla. Debe de estar en el comedor o en la cocina quizá. No creo que haya salido. Cuando llego al salón oigo música que sale de la tele. Se oye Maroon 5, Girls Like you, esa canción me chifla. Ella no me ha visto. Así que aprovecho y me la quedo mirando un rato. Está recogiendo la ropa tendida. ¿Cuanto rato llevará despierta si ha tenido tiempo de poner una lavadora, tenderla al sol y darle tiempo a que se seque? Verla me gusta demasiado. La verdad es que siempre me ha gustado observarla, aunque nunca me había fijado en ello. Siempre lo hacía sin más. Como quien vigila a su hermana pequeña en la piscina. Yo no podía quitar los ojos de encima de Lucia. Ahora entiendo porqué. Ahora todo tiene sentido.
Cuando me ve se asusta y da un grito. Me acerco a ella y la abrazo entre risas. Se deja hacer acomodando su cabeza en mi pecho. Cuando recupera el aliento levanta la cabeza y me mira y aprovecho para besarla.
— Buenos días amor — le digo tras un beso corto.
— Buenos días — me dice con esa sonrisa tan suya que me vuelve loco.

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