Capítulo 1

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**LUCIA**

Estoy nerviosa, no he dormido a penas en toda la noche. Volver a ver a Eze después de más de un mes sin verle en persona me está desquiciando, no porqué no quiera verlo, todo lo contrario, tengo tantas ganas de verle que no creo que pueda contener mi entusiasmo.
Hace calor. Y el calor me agota. Los estudios, además, me traen de quebradero, en concreto Epidemiología Clínica, me está constando más de lo que me esperaba. Me levanto de la cama, las sabanas están empapadas de haber estado sudando durante la noche. No me gusta encender el aire acondicionado y a penas a soplado viento. Me miro en el espejo, tengo el pelo alborotado y las mejillas rojas. Mi aspecto por las mañanas es cuanto menos deseable. ¿Que harán esas chicas para estar divinas recién levantadas? Me recojo el pelo en un moño alto y voy al baño de mi habitación a refrescarme un poco la cara y a lavarme los dientes. Aun ni ha salido el sol.
Hoy es día de playa, adoro los días de playa, aliciente de más para que sea un buen día. Sumándole la visita de Eze, claro. Pienso un rato que bikini ponerme, quiero causarle buena impresión. Se que él no va a fijarse en mi de esa manera, pero me gusta pensar que si. Que algún día me mirará y pensará, joder que buena está Lucia, pero solo son fantasías. Somos amigos desde prácticamente mi nacimiento, ya que él es 7 años mayor que yo, y para él soy como una hermana, cosa que me ha dicho innumerables veces, pero, no pierdo la esperanza.
Al final me decido por un bikini negro con unas pequeñas motas doradas que lo hacen de lo más sofisticado, aunque tampoco importa mucho, pues voy a llevar puesto todo el día un vestido holgado, negro y de seda que me va a tapar todo mi fofo y feo cuerpo.
Cojo a toda prisa todo lo necesario para pasar el día en la playa, lo meto en la mochila y salgo por la puerta de mi habitación, en silencio, intentando no despertar a quien quiera que esté durmiendo en mi casa, que a veces, con los horarios que se traen, cuesta adivinarlo.
Pero al llegar al garaje, me cruzo con mi padre que justo llega del trabajo. Me lanzo sobre él. Adoro a mi padre. Soy una niña de papá. Me coge en volandas y yo abro mis piernas para cogerme con ellas en su cintura. Le huelo. No huele a humo, me alegra. Eso es que hoy no ha tenido que salir con ninguna urgencia grave. Desde aquel susto en que se le quemó parte de la pierna, vivo con miedo.
— ¿Te vas? — Bajo de entre sus brazos y le digo que si entre medias sonrisas — ¿Vas en moto o te recogen?
— Voy en moto papá, es pronto, seguramente llegue antes que nadie, ya sabes que a mi me gusta llegar cuando todavía está la playa vacía — Se le nota cansado, seguramente si no fuera así vendría conmigo.
— ¿Irá mamá? — Sonrió. Papá es maravilloso, pero tiene una tendencia al olvido que me preocupa un poco.
— Mamá está en la casa del pueblo de Dani, se fue el miércoles para lo de las reformas, creo que vuelve el domingo — Se rasca la cabeza, no sabe ni en que día vive. Ha estado doblando turno estos últimos días y por tal de estar con nosotros a penas duerme entre turno y turno algunas horas. No descansa suficiente.
— Cierto — Coge su bolsa, que la había dejado en el suelo para cargarme a mi — voy a dormir un poco y luego me pasaré por la playa. ¿Todos los demás si van?
— Si, Dani, Dunia, Eze — Intento no mostrarme muy efusiva al decir su nombre, pero creo que no lo consigo — y el tito.
Cuando me subo en la moto y dejo atrás a mi padre siento un nudo en la garganta. Cada vez me veo más cerca de Eze y no puedo evitar sentirme nerviosa. Además, estoy temblando, y creo que no solo de frío. Por muy Julio que sea, a estas horas de la mañana, sin sol aun, refresca.
El camino me lo se de memoria, así que no me sorprendo al ver que he llegado sin a penas darme cuenta del camino en si. He estado ensimismada en mis cosas. Dejo la moto aparcada donde siempre. Guardo el casco dentro del asiento de la moto y empiezo a caminar por el pequeño sendero que me separa de la playa. Siempre vamos al mismo sitio. Desde pequeña. Es la playa preferida de mamá. Y cada domingo, a poder ser, nos reunimos todos, o al menos los más que podamos.
Cerca hay un chiringuito. Bien, Jorge aun no se ha ido. Menos mal. Es el camarero, siempre me guarda ahí la hamaca y la sombrilla para no tener que cargar con ella, que además con la moto me sería imposible. A medida que me acerco a él ya me está sonriendo. Creo que le gusto, pero no estoy segura. Porque la verdad, se ser así, no entiendo que puede ver en mi. Él es guapo, pero yo solo tengo ojos para Eze.
— Cada día vienes más pronto Lucia — Le sonrió.
— ¿Ya te ibas? — Está con todo cerrado y lleva un cigarro en la mano.
— He plegado hace una hora, pero te estaba esperando, aunque reconozco que estaba por irme ya — Vaya una hora esperando, pobre.
— Te di mi teléfono para que me llamaras — Se sonroja, creo que le pongo nervioso, pero no entiendo porqué, soy bajita, y mi cuerpo no es de los mejores. Tengo los pechos pequeños, poco culo y algo de grasa en mi barriga, que tampoco me he dispuesto a quitarla porque me encanta comer. Voy a coger la hamaca y la sombrilla que ya las ha cogido él.
— ¿Dónde siempre?—
— Si...- caminamos juntos, me clava la sombrilla y me abre la hamaca — Gracias Jorge. ¿Te quedas? —
— No, me voy a descansar que me toca volver a las 6 — Me sonríe. Tiene una bonita sonrisa. Se la devuelvo.
— Seguro que aun estoy por aquí, me pasaré a verte— Se va y me quedo sola.
Bien, ha llegado mi momento. Me siento en la hamaca y disfruto. Ya es de día, pero el sol aun no ha salido. El color del cielo es de un rosado turquesa que quita el hipo. No hay cosa mas bonita. Bueno si, Eze. A él si que me gustaría verle todas las mañanas. ¡Por dios que susto! Adrián me ha tapado los ojos y por un segundo me ha dado un infarto, pero enseguida he sabido que era él. Reconozco el olor de sus manos, a mezcla de vainilla y cuero. Me tira la espalda hacía delante y se cuela detrás de mi, se sienta y yo me apoyo en su pecho.
— Buenos días ojazos— Adrián es especial. Es amigo de mis padres desde mucho antes que yo naciera y lo que me quiere él, no me quiere nadie.
Me entiende y siempre me ha dado los mejores consejos, además de que nunca me ha juzgado por nada. Tiene todo el torso y brazos llenos de tatuajes y eso lo hace más especial todavía. Creo que siempre he buscado en un chico alguien como él, como si él fuera mi modelo. Me sabe mal por mi padre, porque lo adoro con locura. Pero Adrián es como mi referente en cuanto a hombres. Está soltero y no lo entiendo, porque a pesar de su edad aparenta mucho menos, está en forma y es el mejor. Se divorció de su mujer Karina hace ya 8 años y desde entonces no ha estado con nadie.
— ¿Por qué siempre estás solo tito? — Sigo apoyada en su pecho y me hace cosquillas en los brazos. Me gusta. Soy esa clase de persona cariñosa y pegajosa.
— ¿A que viene esa pregunta? - Muevo los hombros, no viene a nada, supongo. Solo estaba pensando en ello. ¿Si alguien como él está solo, que será de mi?
— No estoy solo Lucia. Tengo a tu madre, a tu padre, a Dani... pero sobretodo a ti — Me achucha con sus brazos. Mira ya está saliendo el sol, que bonito. Respiro hondo.
— Me refiero a con una mujer... — Le oigo reírse. ¿Que he dicho tan gracioso?
— Lucia, me acuesto con mujeres cada vez que me apetece, de eso no me falta — Vuelve a reírse y yo ya me estoy arrepintiendo de haberle preguntado nada.
Adrián y mi madre estuvieron juntos, de hecho tuvieron dos hijas. No se mucho más. Me lo contaron hace muchos años cuando yo no les paraba de peguntar por las fotos que tenemos por toda la casa de las dos niñas pequeñas. Mi madre me contó que eran sus hijas, mis hermanas me dijo, y que cuando les quedaba poco para cumplir 2 años murieron en un accidente de coche, el mismo que le dejó una cicatriz en el brazo a mi madre. Yo pensaba que eran de mi padre, pero un día, unos años después me sacaron de mi error y me contaron que el padre era Adrián, que mi madre y él habían estado saliendo.
Mi tío quiere mucho a mi madre, incluso a veces me da la sensación de que la quiere más que mi padre. Y supongo que por eso no se fue a Londres con Karina y se quedó aquí, junto a ella. Y claro, acabó en divorcio.
Me he quedado sola en la arena. Adrián se ha ido a dar un chapuzón, el calor ya aprieta y aunque estoy en la sombrilla estoy empezando a sudar. Lo veo desde lejos. Está nadando mar adentro. La playa está empezando a llenarse y yo rebusco en su pantalón la cajita donde siempre lleva los porros y me enciendo uno. Se que él sabe que siempre le quito alguno, pero nunca me ha dicho nada. Le doy un par de caladas que me saben a gloria, lo paro y se lo vuelvo a guardar mirando que no me haya visto. En casa todos la fuman, muy de vez en cuando claro, en fiestas o eventos. Y es algo con lo que he crecido. Algo normal. No abusamos.
Poco después oigo a Dani llamarme, bien, Eze ya está aquí, me giro con el corazón a mil. Lo busco entre ellos, veo a Dani y a Dunia, pero ni rastro de él.
¡Vaya mierda! ¿No va a venir?
Dunia va detrás de Dani cargada con una hamaca y una bolsa. Dani trae dos hamacas más. ¿Tres? Entonces Eze si debe venir.
— Está aparcando Lucia — Me dice Dani. Supongo que se ha dado cuenta. Creo que todos saben lo que siento por Eze, todos menos Eze que parece tonto. Aunque ya me está bien así. Me gusta como es conmigo y creo que si supiera que suspiro por cada caricia que me brinda, cada piropo o cada mirada, dejaría de hacerlo.
Me levanto y les saludo en un abrazo de los míos. Me gusta ser así, soy pegajosa, cariñosa, plasta y hasta cansina. Me gusta el contacto.
— Por cierto, mañana no hace falta que vengas tan pronto a la clínica, va a venir un paciente que me ha pedido discreción — Suena super raro eso, pero mira mejor, tendré más rato par estudiar, que falta me hace.
¡Ay por dios! Ahí está. Ya lo veo. ¡QUE GUAPO ESTÁ!
Va con el movil en la mano, debe estar grabando algo porque parece que se está haciendo un selfi y va hablando. Luego miraré que ha dicho. Le sigo en todas sus redes sociales. Y tiene muchas. Está in Instagram y en Tik tok, ambas son las que le han dado la fama y el dinero que tiene. También tiene una página web desde donde vende sus camisetas, Facebook y Linkedin. A mi no me gustan las redes. De hecho tengo cuenta en ellas solo para seguirle, pero ni la cuenta está a mi nombre ni la foto que tengo me identifica. Nadie sabe que soy yo.
— Aquí está mi rubia favorita — me lo dice a mi. Me encanta que me diga eso. Se que no lo soy, pero me gusta oírselo decir. Menos mal que no ha venido con ninguna chica. Después de tanto tiempo sin verle me daría rabia. Aunque más rabia me da pensar en todo lo que ha estado haciendo este último mes en Ibiza. Es un don Juan. Es guapo, sexy, tiene dinero, fama y además es cariñoso con todas. Cualquiera se enamora de él.
— Y tú mi moreno favorito — Me guiña el ojo y me enseña esos preciosos dientes blancos que tiene. Mira yo ya me puedo morir en paz. Si el cielo existe, Eze debe estar en él. Me levanto y le abrazo. Eze me abraza también. ¡Que bien huele! Huele a limpio, a jazmín, a sudor y a él. No huelo a perfume de chica como otras veces, esta noche no debe de haberla pasado con ninguna chica. Bien.
— ¿Qué tal los estudios? — Me da un golpe en el costado, me hace dejarle un lado en mi hamaca y se tumba junto a mi.
— Bien... muy bien. ¿Tú que tal por Ibiza? — Sonríe. Le miro y luego vuelvo a mirar al horizonte, de reojo veo a Adrián mirando su cajita de los porros, le veo sonreír y luego mirar hacia mi. Como llevo las gafas de sol creo que no ve que le estoy mirando yo también, así que disimulo. Creo que me ha pillado, una vez más.
— Demasiada fiesta Lucia, necesito unas vacaciones de las vacaciones. ¿Te vienes a dar un paseo en moto? — Otra vez, la misma pregunta que cada día de playa, y siempre le digo que no, no se porque lo sigue preguntando.
— Eze, me da miedo, lo sabes — Levanta su brazo y me abraza, quedo apoyada en su hombro y respiro hondo. ¡Joder, joder, joder!
— Conmigo no va a pasarte nada — ¡Lo sé! Pero el miedo me puede — Algún día tendrás que intentarlo. Vamos, tengo la moto desde hace 4 años, te lo llevo pidiendo desde entonces casi cada día, me vas a hacer suplicarte Lucia? — Me encantaría verle suplicarme. Me muerdo el labio. No será por ganas. Me muero de ganas de hecho. Ni se imagina la rabia que me da cada vez que se lleva alguna chica a dar un paseo en moto y mientras yo aquí en la playa muriéndome de celos y de calor, pero mi miedo es real. Mi fobia por el agua existe. Y no puedo superarla.
— Puedo caerme Eze y me moriría de un infarto.
— No va a pasar — Cojo aire. Lo retengo. Venga. Lo suelto. Le miro y veo que está sonriendo, creo que puede adivinar lo que voy a decir justo antes de decirlo.
— Bueno va—
Nada más decirlo ya me estoy arrepintiendo, pero quiero ser valiente y no echarme atrás. Vamos caminando hasta el puerto. Está cerca. Caminamos por la orilla hasta llegar al extremo y luego por el paseo. Hablamos. Hablar con él es fácil. Es mayor que yo y se le nota cuando hablamos. Es maduro. Estudió medicina como su padre y como yo estoy haciendo, pero aunque llegó a licenciarse, nunca a ejercido de ello. Dani se enfadó mucho, pero no iba a obligar a su hijo en nada. Además ganarse la vida, se la está ganando, aunque sea de esta manera que a ellos no les gusta tanto.
No me he quitado el vestido, me da vergüenza y más si vamos a sentarnos en la moto que mi barriga va a tener vida propia con tanto salto y bote. Vale, ya me está dando la ansiedad. Tengo la moto delante de mis narices y creo que ha sido mala idea venir. Eze se me queda mirando y yo intento disimular pero creo que no lo hago muy bien porque me dice que me tranquilice.
— Mira, se que te he dicho que si, pero ahora no quiero. No puedo Eze, no puedo- Sonríe, se acerca a mi y me agarra de los hombros.
— Por favor - El contacto de sus manos en mi piel me relajan, pero no lo suficiente ya que a la vez también me encienden - Espera un segundo — Se aleja de mi y entra en el Velero que su padre tiene ahí junto a su moto.
En estos momentos de soledad intento reponerme. Creo que me flaquean las piernas. He estado muchas veces a solas con Eze pero hoy noto una tensión extraña. ¿Será cosa de mis nervios? Cuando sale lleva consigo una bolsa en las manos
— Quítate el vestido — Me dice, le miro estupefacta y él al ver que no reacciono prosigue- Para echarte crema—
Me lo pienso, no me apetece que me vea el cuerpo pero... en realidad lleva viéndome el cuerpo toda la vida. Me quito el vestido y lo tiro al suelo a mis pies. Eze se echa crema en las manos y me empieza a poner por los hombros.
— Eres tan blanca Lucia. Hay que proteger esa piel — su voz suena distinta, casi parece que arrastra las palabras. Parece como drogado. ¿Lo estará?
Me giro, me unta crema por la espalda, y siento que se me eriza todo el vello del cuerpo. Noto mi corazón acelerado y sus caricias me están haciendo sentir cosquillas en mi sexo. Me da vergüenza pensar que quizá pueda notarlo. Cierro los ojos. ¡Dios! Deja de tocarme y vuelvo a abrir los ojos, giro la cabeza y le miro. Me dice que no me mueva que falta por las piernas. Respiro hondo. Empieza por los tobillos y va subiendo. Madre mía que calor hace. Eze me acaricia con suavidad, no se deja ni un rincón, estoy de cara a él y le miro. Está agachado y él está mirando mis piernas. Madre mía, madre mía. Sube un poco mas sus manos, pero no puedo. Le paro.
— Vale aquí ya me pongo yo — Se muerde el labio, lo veo. Yo si te quiero morder ese jugoso labio. Cojo la crema del suelo y me echo un poco. Eze está de pie junto a mi. Veo como me observa. Espero que no se haya dado cuenta de que me ha puesto cachonda.
Cuando me he echado crema por todo me mira, me quita la crema de las manos y la guarda. Voy a ponerme el vestido que me lo quita de las manos. ¡No! Eso si que no.
— Lo guardo para que no se te moje — Le miro. Está flipando.
— Me da igual que se moje — Sonríe.
— Vamos Lucia, no puedes ser tan insegura con tu cuerpo. Eres guapa y además soy yo. A mi no tienes que impresionarme — ¡Vaya, eso ha dolido! Le quito el vestido de las manos y me lo pongo.
Después de que guarde las cosas subimos a la moto. Primero sube él y cuando voy a sentarme tras de él mientras me tiemblan las manos, las piernas y el cuerpo entero en general, me dice que no, que me ponga delante de él. ¡Está loco!
— Si vas delante puedo abrazarte para que no te caigas—
— ¿Acaso hay posibilidad de queme caiga? — Se ríe. Yo no, estoy nerviosa y no tengo ganas de reírme. Mala idea haber aceptado.
— Lucia de verdad, no va a pasarte nada, confía en mi — Le miro. Está detrás de mi. Mas guapo que nunca. Sin camiseta, con esos músculos bien apretados. Le miro a los ojos. Confío en ti Eze, más de lo que te imaginas.
Enciende la moto. Está detrás de mi con las manos en el manillar, yo también aunque las tengo a un lado, más al centro. Y me pongo a temblar. Creo que no ha sido buena idea. Lo creo no, lo sé. Y se me corta el aire cuando siento su aliento en mi oreja.
— Relájate por favor Lucia, será divertido y me apetece mucho llevarte a dar un paseo - Ahí está otra vez, esa voz, arrastrando las palabras, sobre todo mi nombre.
Me relajo, o al menos lo intento. Su voz creo que lo consigue. Respiro hondo. ¡Joder! Solo es agua. Arranca y a mi se me escapa un pequeño grito. Creo que le oigo reírse tras de mi. Va despacio. Y se lo agradezco.
Los primeros 5 minutos creo que voy a morirme de un infarto, luego empiezo a relajarme. Noto su respiración en mi oreja, y su pecho en mi espalda. ¿Por qué no habré venido antes con él en la moto? Esto es increíble. Al final hasta me río y se que me oye, porque me dice que ya me lo había dicho. Un rato después, no se cuanto exactamente, lejos de la orilla, muy lejos para mi gusto, para la moto. Se pone de pie, yo me aferro fuerte al manillar, las olas mueven la moto y me da miedo caerme. Y se tira al agua. Madre mía, esto si que no. La oscuridad del agua me hacen saber que estamos a bastante profundidad y siento que me empieza a faltar el aire. No... esto no es bueno. No me encuentro bien. Eze sale de debajo del agua y debe verme mas pálida de lo normal porque se acerca a la moto y me mira. Me falta el aire, la vista se me nubla y me estoy empezando a marear. Temo caerme al agua pero estoy perdiendo totalmente las fuerzas. Tengo miedo.
— ¿Qué te pasa Lucia? — Respiro hondo. No le miro. Si lo veo metido en ese agua peligrosa me muero.
— Tengo miedo Eze — Sale del agua y me asusto aun más porque al subir a la moto siento que va a volcar. Se cuela entre mis brazos los que no quiero soltar del manillar y se sienta delante de mi, mirándome. Yo sigo sin mirarle, tengo mucho miedo. Creo que me está dando un ataque de ansiedad. Le cuesta que suelte el manillar, pero me agarra y me pone mis manos sobre sus hombros.
— Mírame Lucia — No puedo, he cerrado los ojos, apretándolos con fuerza. Quiero dejar de ver que estoy en la moto e imaginar que simplemente estoy en una lancha grande y segura— Mírame por favor ... Por favor — le miro.
Estoy muy asustada pero sus ojos. Ay sus ojos, que bonitos ojos verdes tiene.
— Te prometo que no vas a caerte. ¿Me oyes? Te lo prometo y yo nunca incumplo mis promesas— Es verdad, no las incumple, pero él no puede evitar que me caiga, no está en su poder — Respira hondo, no dejes de mirarme — Sus ojos me están mirando fijamente. Se me meten tan adentro que hasta me duele. Y de pronto me besa.
Tal y como siempre me había imaginado, sus labios son suaves, carnosos y jugosos. ¡Deliciosos! Los abre y siento su lengua, le abro la boca y siento que busca la mía, la muevo y la encuentra. ¡Maravilloso! Su sabor es increíble. Siento un cosquilleo en todo el cuerpo. ¡Que placer! Nos besamos un rato. Jugando con nuestras lenguas. Tengo los ojos cerrados pero aun así le veo sintiéndole muy adentro. Eze, te quiero. Te quiero. Te quiero. Y no quiero que pares nunca de besarme. Pero lo hace. Se separa de mi y cuando abro los ojos lo veo, mirándome, sonriendo, relamiéndose. ¡Joder!
— ¿Estás mas tranquila? — ¿Estás de broma? Pues no, bueno si, pero ahora me has puesto nerviosa tú, tú boca, tú lengua, tus manos en mi cintura, tus ojos sobre mi piel.
— Sí — ¿Para que voy a decir más si no me sale ni la voz?
Eze no dice más. Se pone tenso. Se gira, me dice que me agarre, arranca la moto y como si de otra persona se tratase y como si este maravilloso beso no hubiera sucedido nunca, nos vamos, dejando atrás una estela de lo que fue un pequeño y breve romance entre nosotros. Yo me aferro tan fuerte a su cuerpo que creo que le estoy dejando sin aire. No se porque me ha besado. ¿Lo habrá hecho solo para distraer mi atención del agua? Lo ha conseguido pero... Joder, yo te quiero. Conduce hasta llegar al puerto sin decirnos nada. Tampoco se que decirle, la verdad. Porque no se para él que ha significado ese beso. Para mi un mundo. Llegamos, para la moto y se queda quieto unos segundos. Me suelto, pero no me muevo. ¿Que pasa? ¿Puedo bajarme ya? Gira su cuerpo y me mira. Noto como antes de hacerlo respira hondo. Seguro que va a decirme algo como... esto que no lo sepa nadie. O.. ha sido un error. Lo veo venir, pero no.
— Ya hemos llegado, seguro que ya están comiendo, yo mejor voy a irme ya — Casi es peor. La indiferencia.
— Pues.... vale — ¿Que voy a decirle? Gilipollas. Eso quiero decirle.
Si es que da igual, me lo merezco, por tonta. Por dios, es Eze, puede tener a la que quiera, de hecho ya tiene a todas las que quiere. ¿Que cojones iba a hacer conmigo? Pues no pienso subirme más a la moto con él. Lo mal que lo he pasado y para nada. Si es que soy tonta.
Tengo el vestido empapado, bajo de la moto, estoy enfadada y se que se me nota, no pienso esconderlo, me da igual.
— Nos vemos otro día — Le oigo que me grita, no pienso ni girarme, ya estoy lejos de él y mejor así. Gilipollas. Él y yo. Los dos somos unos gilipollas.
Cuando llego a la playa Adrián ya debe saber que me pasa, me conoce muy bien, porque nada más verme me está abriendo los brazos para que vaya a acurrucarme en su regazo. Por suerte Dunia y Dani no están. Estarán en el agua porque sus cosas siguen aquí.
— ¿Me quieres contar que ha pasado? — Hago un puchero. No, ahora no quiero contarle nada a nadie. Suspiro y él me aprieta mas contra su pecho.
— Soy tonta tito — Me rodea con mas fuerza con sus brazos y me besa en el pelo con dulzura. Ojalá Eze fuera como él.
El día ya se me ha amargado por completo, y que rabia porque me encantan los días de playa en familia. No se porque ha pasado esto. Tanto tiempo siendo solo amigos y ahora me besa para luego ignorarme. Pero vaya beso.
— ¿Qué ha pasado ojazos? — le miro. Estoy triste y dolida. Creo que Eze solo me ha besado como mecanismo de distracción por no ataque de ansiedad. Seguramente esté acostumbrado a lidiar así con todas las chicas con las que se ve. A zanjar con sexo todos sus problemas. Pero él y yo somos amigos. No ha debido actuar así conmigo.
— He tenido un ataque de ansiedad al verme en medio del mar con la moto y creo que Eze ha pensado que la mejor manera de calmarme era besarme... — miro a Adrián, pero sigue impasible, así que prosigo — yo como tonta me había hecho ilusiones, pero luego se ha empezado a comportar como un imbécil, me ha llevado a la orilla y se ha ido. Vamos que solo me ha besado para calmar mi ansiedad.
— Creo que se ha asustado... — Pues no me imagino de que. ¿De mi beso? Se que tengo poca experiencia. Y que quizá no he sido muy acertada al mover la lengua. Pero... solo tiene que enseñarme.
— ¿De que? — Sonríe. Yo no entiendo nada.
— De él mismo. Su padre es igual — ¿De él mismo? ¿Que significa eso? Estoy enfadada, no me parece ni medio normal su actitud. Ha sido grosero y mal educado. No se va dando besos por ahí a la gente para luego pasar de ellas y seguramente irse con otra. Seguro que si miro sus redes ha puesto algo.
Y para más inri ahí está, el muy cabrón se ha ido a su casa y está metido en la piscina con... a ver, con una tal Laura. Imbécil. Mírala con ese cuerpo perfecto y esas tetas perfectas y esos labios perfectos ahí metida en el agua. Como se pavonea. Si es que se le ve en la cara que está contentísima con estar ahí. Pues le voy a decir algo, porque si... porque esto no se hace. Le voy a mandar un mensaje y le voy a cantar las cuarenta. A ver...
— No lo hagas ojazos, déjale. Ya vendrá él a ti si quiere — Le miro.
— ¿Me espías? — Se ríe. Perfecto, ahora mi tío me espía.
— Estás enfadada, pero conmigo no lo pagues — Dunia y Dani vienen y yo ya no quiero seguir hablando más.
— Tu padre viene de camino Lucia — Me dice Dani — ¿Y Eze? — Pongo morros, ya para que esconderme?
— Está en casa en la piscina con Laura — me pongo las gafas de sol y les miro. Dani está mirando a Adrián y Dunia ha cogido el móvil. Genial Eze, gracias por joderme el día.

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