Capítulo 51

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**LUCIA**

Cuando abro los ojos es de noche. Tardo unos segundos en recordar donde estoy. A mi lado, Nil duerme boca abajo en esta cama grande de Hotel de sabanas blancas. Me incorporo un poco. Le miro. Está guapísimo. Está boca abajo, con un brazo tapándole ligeramente la cara, sus músculos están relajados y aún así se le marcan. Su tono dorado de piel es caótico y sus tantas cicatrices que se pierden con sus millones de pecas casi invisibles llaman a la perdición. Son su todo. Necesito ir al baño y al levantarme soy consciente del dolor que siento en todo cuerpo. Imágenes del sexo salvaje que hemos tenido toda la noche inundan mi cabeza. Nil ayer fue duro. Parecía sentir la necesidad de empalarme en lo más profundo de mi ser a toda costa. Siento dolor y a pesar de todo, el dolor que siento ahora, me hace sentir placer, porque me recuerda que hace unas horas su polla estaba dentro de mi y eso me excita. Aun siento mi vagina abierta y mis pezones irritados de tantos lametones. Estuvimos horas y horas follando. Sin parar. En la cama, en el yakuzzi, en el suelo, en el sillón, contra la pared, en la ducha, sobre la mesa...
Pensaba que al mirarme al espejo mi aspecto sería horrible. Pero la verdad es que recién follada ... me gusto.
— Recién follada estás preciosa cielo — Nil aparece tras de mi y me agarra por la cintura. Me asusto y para calmarme me besa en el cuello. Estoy totalmente desnuda, y puedo ver como los pezones ya se me han puesto duros.
— Algún día me explicarás como haces para leer la mente... — le miro a través del espejo. Lleva sus manos a mis pechos y los abarca.
— Admirabas tu cuerpo, te lo tocabas, acariciabas tu pelo... estabas coqueta y sonreías... he atado acabo. Solo soy observador cielo. Nada más. Se lo que estás pensando porque me fijo en ti y te escucho—
— ¿Cuánto rato llevabas ahí? — Se ríe y yo me pongo roja. Me agarra de las caderas y me hace girar sobre mi misma.
— El suficiente para que me la pongas así y querer más de ti... — Me pongo de puntillas y le beso — pero quiero hablar contigo primero y he pedido que nos traigan algo de cenar, vístete — me ordena.
Sale del baño y me quedo algo intranquila. Respiro hondo y salgo tras él para coger mi ropa y mi movil antes de volver al baño para darme un pequeña ducha y así despejarme antes de cenar. Al coger el móvil me percato de la hora. Son las 9, del sábado. Dios mío. Debo de tener mil llamadas. Reviso el móvil y efectivamente. Mi madre, mi padre, Adrián, incluso una de Eze... se me para el corazón y antes de que Nil pueda verme la cara corro al baño.
Llamo a mi madre.
— Mamá... —
— Hija mía... he pasado por tu casa y no estabas y no coges el telefono. ¿Dónde estás?— Respiro hondo, no voy a mentirle, ya soy mayor.
— Estoy en un hotel — Se queda callada, de fondo oigo voces, debe de estar con todos cenando en casa, al ser sábado, seguro que ha preparado una cena. Oigo que habla con alguien y ella le pasa el teléfono— Toma— dice.
— Ojazos — Es Adrián— ¿Que pasa? — Respiro.
— Nada... soy mayorcita ya Adrián. Y vivo sola, no creo tener que avisar siempre. Ayer salí de fiesta y luego me fui a un hotel con un chico. Nada más—
— Vale... un segundo María— Le oigo chistando a mi madre, seguramente, que le estará haciendo señas con las manos de que decir— Estamos todos en casa, hoy cenábamos todos juntos por lo de tu examen — maldigo, ¿cómo se me había olvidado?, me siento fatal y tengo ganas de llorar. Oigo como Adrián se aleja y camina— Ojazos... ¿estás bien? — Me pregunta ahora algo más suave.
— Se me había olvidado tito y... estoy en un hotel con Nil en la otra punta de la cuidad sin duchar, sin ropa limpia... en fin... no tengo coche— suspiro.
— Ves duchándote, ahora te hago llegar ropa, dime en que hotel y que habitación estás y voy a recogerte... —
— NO puedo a dejar a Nil plantado tito— Le oigo suspirar.
— Está bien, venid, en una hora os quiero aquí—
Le cuelgo en cuanto le digo la dirección del hotel y el número de habitación. Cuando salgo Nil tiene una cara rara. Seguramente me ha estado escuchando. Sigue en calzoncillos. No se ha vestido. No le he preguntado si quiere venir a mi casa y ya le he invitado.
— Voy a ducharme— dice. Le paro.
— Nadie te obliga a venir — le digo.
— ¿Va a estar él? — Me pregunta. Se exactamente a quien se refiere. Tiene tan presente a Eze como yo. Al hacerlo caigo en su llamada y en que no le he llamado y en que seguramente si, si que vaya a estar y en que cuando lo vea todo mi cuerpo se removerá y que será super incomodo para todos.
— Si... — Le digo — Pero solo somos amigos —
— ¿Lo mismo que tu y que yo, no?— Me dice. Me quedo de piedra. ¿A qué ha venido eso? Al final no entra al baño y me insta a entrar a mi — Dúchate  tú primero.
Le hago caso. Me ducho. Lo hago deprisa. Quiero llegar cuanto antes. Mientras pienso. Joder. Como se me ha podido olvidar. Yo nunca he sido así. Pero desde que mi cabeza está sumida por las endorfinas se me olvidan las cosas. Y Nil y Eze tienen mucha culpa. Cuando salgo de la ducha, sobre la cama hay una bolsa con mi ropa. Debe de haber llegado cuando me duchaba y no me he enterado. No está Nil. Miro mi móvil. Las 9 y media, y un WhatsApp de Nil que dice que no viene, que le perdone y que lo pase bien. Joder. No puedo dejar de ver a Eze. Es mi amigo. No voy a dejar de hacerlo porque él se sienta inseguro. Además, no se ni a que viene esto porque nunca ha sido así. Me ha dejado plantada y él era mi transporte para ir a casa. ¿Que mosca le ha picado? ¿Todo por Eze? No me esperaba que Nil fuese celoso. Eze además de mi ex, es mi amigo y siempre será así. Y Nil y yo... no somos nada.
La ropa que ha elegido Adrián para mi, como siempre es, maravillosa. Como no quiero que mi madre se entere de lo de Nil y si llamo a Adrián se enterará porque seguro que están cerca, llamo a Eze. Él podrá venir a buscarme. Además, llevamos días sin hablar, podré aprovechar el viaje para sonsacarle que le pasa.
— Lucia Lucia... — Me dice nada más descolgar — solo tú podías llegar tarde a tu propia cena—
— Y si las cosas siguen así... no voy — noto como se levanta y camina.
— ¿Qué?—
— Que iba a ir con Nil... pero me ha dejado plantada y estoy en la otra punta de Barcelona, sin coche y no tengo como ir. Y ya sabes que opinan mis padres de que coja Taxi yo sola a partir de las 9–
— Y supongo que me llamas para que vaya a buscarte—
— Pareces adivino — Digo entre medias risas. Lo conozco y me imagino su boca sonriendo también. Me emociono.
— Estoy muy cómodo en la hamaca, ¿sabes? — me muerdo el labio.
— Con una cerveza bien fresquita en la mano, ¿me equivoco? —
— Para nada... — me responde.
— Me deberás una gorda — me dice. Puedo oír como ya se ha levantado y camina. Se que ya está saliendo de mi casa. Ni por un momento se ha planteado no venir. Solo está jugando conmigo— Vuelvo en un rato— oigo que dice aunque ha tapado el móvil porque lo he escuchado un poco taponado —
Bajo a la calle. El bochorno es monumental, espero y espero y al final diviso el coche de Eze. Me tiemblan las piernas en cuanto lo veo. Llevo un vestido Rosa palo estrecho, pero no ceñido, unas sandalias étnicas blancas atadas hasta las rodillas, un bolso blanco de mano y unos aros a las orejas enormes, me he recogido el pelo en un moño y despeinado y me he pintado los labios en rojo. Al sentarme en el coche, me doy cuenta que no llevo bragas. Horror. La costumbre supongo de estar con Nil. Me pongo roja de golpe.
— ¿Te sonrojas al verme?— Cierro las piernas de golpe. He dejado todas las bolsas con mi ropa en el maletero del coche. Le miro estupefacta y él, con una mano en el volante y otra en el cambio de marchas no da crédito.
— Será del calor— Enarca una ceja.
— A mi me vas a engañar, ¿Que pasa?— Me muerdo el labio de abajo y lo sostengo.
— No llevo bragas — susurro. Abre mucho los ojos y me mira las piernas y luego a los ojos. Hace ese juego de ojos un par de veces.
— ¿Por qué? — No sé como explicarlo.
— Las prisas —
— Joder... — Se remueve en el asiento, le miro y creo que veo un pequeño bulto en su pantalón, me humedezco de golpe. Mierda.
— Eze... — Me mira — Conduce va— Le digo—
— Pero ¿No vas a ponerte bragas? — Me dice.
— En casa... tira — Le digo.
— Si te llevo todo el camino sin bragas me va a explotar la polla — me dice. Se me escapa la risa y Eze me mira levantando las cejas. Alrededor los transeúntes pasan. Le miro la entrepierna. El bulto es más grande. Cuando vuelvo a mirarle a los ojos Eze me está mirando distinto— ¿estás húmeda? — Me pregunta. Con solo su pregunta, siento como una gota recorre mi vagina— ¿Estás ensuciando el cuero de mis asientos Lucia? — Me dice de nuevo. Cierro con fuerza las piernas. Lleva la mano que tiene en el cambio de marchas hasta mi pierna pero cuando toca mi piel enseguida la quita, como si le quemara y acelera de golpe.
Lo miro, un buen rato. Estupefacta. Él mira al frente. Eze está muy distinto conmigo desde lo que pasó en la fiesta con el tío ese. Parece que le doy asco. Siento que mi cuerpo ha dejado de gustarle o más bien que le repugna. Quizá no me lo ha querido contar por no hacerme daño y cuando estuve inconsciente ese tío me tocó o me violó y ahora mi cuerpo le repugna. Quizá me está protegiendo por una parte. O simplemente ya no le gusto.
Llegamos a casa enseguida. Aunque a mi se me ha hecho eterno el camino. Me ha dado tiempo a pensar mil cosas. Mil hipótesis de porque Eze está así conmigo. Ninguna me gusta. Él ha estado callado todo el rato. Ni tan solo me ha mirado cuando ha bajado del coche.
En el jardín están todos. Hay ambiente, música, y aunque solo era un examen, en mi casa cualquier excusa es buena para reunirnos. Eze se va a la Hamaca. Le miro. En cuanto termino de saludar a todos, voy hasta él. De pie, a su lado, le hablo.
— ¿Vas a contarme algún día que te he hecho para que estés así conmigo? — levanta la mirada.
— Nada Lucia... — Chasqueo la lengua, le conoceré bien. Me está mintiendo.
— Mentiroso — deja de mirarme. Le agarro la mano y tiro de él. Necesito hablar a solas. Se resiste pero enseguida me sigue. Lo arrastro hasta mi habitación. Nos miran, pero me da igual.
— La cena casi está — Dice mi padre al vernos ir.
En cuanto entramos en mi cuarto y cierro la puerta me giro para mirarlo.
— Lucia...— Dice. No le dejo seguir.
— ¿Acaso de te doy asco? — Su gesto cambia. Se acerca  a mi y coge mis manos.
— Claro que no. Es por mi Lucia....— No lo entiendo— Solo necesito tiempo.
— ¿Tiempo de que? — Suspira.
— Dámelo por favor—
— La semana que viene me voy a Australia con Nil — No se porque he dicho eso, porque ni siquiera he decidido si quiero irme. Se aleja un par de pasos de mi y se apoya en mi escritorio.
— ¿Estás saliendo con él? —
— NO — Me apresuro en responder.
— Solo es que me apetece ir... ver un poco de mundo y nunca he estado ahí, tu me has hablado maravillas de Australia de cuando estuviste y me ha invitado a su casa — Me parecía mejor en mi cabeza.
— ¿Cuanto tiempo te vas? — No lo tengo claro que me vaya.
— Dos semanas — le digo.
— ¡Vaya! Nunca has estado tanto tiempo fuera— Me acerco un paso hacía él. Necesito abrazarle.
— Cualquier tío que te tenga no me va a caer bien. No lo iba a hacer antes cuando solo te veía como una hermana, ahora... — se queda callado y parece que reprime algo que decir— mucho menos, pero de entre todos lo tíos del planeta, Nil, parece una buena persona y te trata bien así que, disfruta del viaje rubia. Y vuelve para contármelo todo— No sé que decir. Me acerco un paso más. Estoy justo enfrente de él. Eze está quieto. Le miro— Ponte bragas Lucia — suelta de golpe. Pasa por mi lado y sale de mi habitación cerrando la puerta tras él.
Mierda. definitivamente Eze está poniendo todo su empeño para olvidarme, sea cual sea el motivo que tenga para hacerlo.

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