**LUCIA**
El domingo por la mañana Adrián me lleva a casa. He pasado la noche en su casa. Primero me escuchó en todo lo que tenía que contarle, que no fue poco. Me desahogué de lo lindo. Y es que Eze me tiene la cabeza loca. Quizá hubiera sido mejor que siguiera pasando de mi. Yo tendría un amor platónico, de esos que te pasas toda la vida preguntándote que hubiera pasado, pero que no quita que tengas una vida plena y feliz con una familia. Yo llegaría a vieja y escribiría en un diario como fue mi no romance con Eze y mis nietos lo leerían y siendo ya viejecita y viuda me llevarían a reencontrarme con él.
Después de soltarle todo el rollo me echó bronca. Me quedé atónita, es la primera vez que Adrián me hablaba de esa manera, esa mirada que me echó, no me gustó nada.
— Lucia, llevo toda tu vida enseñándote a no dejarte influenciar por nadie, a tomar tus propias decisiones, a ser libre, a actuar bajo tu responsabilidad y ahora, llega el primer chico de tu vida y te has descontrolado. Si me dices que lo de ayer y lo de esta noche ha sido porque tu has querido, dímelo y me retracto de mis palabras, pero algo me dice que no, que tu no has querido que esto pasase, pero ha pasado... y te pregunto Lucia, ¿porqué has dejado que pase?—
No supe que responderle, pero tenía razón en todo.
En casa me puse a preparar la maleta. Adrián y yo nos íbamos a hacer una mini escapada con Cupido, su velero, el que bautizó su primera mujer, Judith. Mientras lo preparo todo, entra mi madre a la habitación.
— Pablo dice que ya ha vaciado el piso, ha dejado solo un par de muebles que yo misma le he pedido. Antes de irte, echa un vistazo a la ideas que te he dejado anotadas en la revista y así puedo ir haciendo unas compras. Seguro que quieres tenerlo todo listo para septiembre y hay que ponerse las pilas.—
— Confío en tu gusto mamá, además me conoces bien y sabes lo que me gusta, pero deja algo para cuando venga y nos vamos juntas de compras.—
Le ha gustado que le diga eso, se lo he notado en la mirada, es fácil hacerla feliz y si algo puedo hacer, no voy a dejarlo escapar. No soy una mala hija, no soy mala persona y quiero a mi familia, aunque no esté de acuerdo con sus decisiones y no me haya gustado nada saber la relación que tiene mi madre con Dani, es mi madre al fin y al cabo y su vida.
Esta noche vuelvo a casa de Adrián, saldremos de madrugada y así ya estoy ahí. Papá, mamá y tío Adrián vamos a cenar todos juntos a su restaurante. Mientras cenamos Eze me llama. !Que vergüenza! Por unas horas se me había olvidado la llamada que le hice anoche. Creo que no estoy lista para hablar de ello así que le cuelgo. Vuelve a llamarme pero supongo que ha entendido que no quiero hablar con él porque ya no insiste más.
La cena me parece bonita. Mi madre y mi padre se cogen de la mano y se hacen alguna caricia. Es la primera vez que fijo en ellos desde que supe el lio amoroso que se llevan, y sigo sin entender como pueden necesitar algo fuera de su relación. Si son maravillosos. Enserio, he crecido en una familia con tanto amor que nunca voy a conformarme con poco. Lo sé, busco a un chico como mi padre. No hay nadie mejor que él para ser mi prototipo de hombre. Quizá tengo complejo de Electra y de ahí la rivalidad que siempre he tenido con mi madre, por eso soy incapaz de aceptar que mi madre esté con Dani mientras mi padre sigue jugándose la vida en su trabajo, en fin... su vida. Tengo que repetirme una y otra vez que es su vida y que ya soy adulta y se que aunque hay casos de Electra de adultos, es cosa de niñas y yo ya no soy una niña. Tengo que madurar.
Tras la cena Adrián y yo nos vamos para su casa, no sin antes abrazar a mi madre y dejar que mi padre me absorba entre sus brazos. Cuando llegamos veo el coche de Eze aparcado frente al edificio donde vive Adrián. ¡No puede ser! Adrián también lo ha visto y me dice que debería ir a hablar con él. Eze está sentado en el capó de su coche. Esto me huele a chamusquina, ¿cómo sabía Eze que estábamos aquí? Miro a Adrián y me guiña el ojo. Ni chamusquina ni chamusquino, ha sido él el traidor. Ya le vale. Respiro hondo. Yo puedo.
En cuanto Eze me ve tira el cigarro que llevaba en la boca, creo que es una de las pocas cosas que no me gustan de él. Que fume tabaco. Cuando llego junto a él miro a ver si Adrián se ha ido y me reconforta ver que si. Eze me sonríe pero no se la devuelvo, estoy demasiado nerviosa y también algo enfadada, me dice que suba al coche y lo hago. Mejor, no quiero montar un espectáculo aquí fuera.
— ¿A qué vino la llamada de anoche? — Joder, de todas las cosas de las que podríamos estar hablando, escoge la que menos me apetece.
— Fumé más de lo que debía, esa no era yo — Estoy sentada con el cuerpo girado hacía él, y él igual hacia mi. Ambos en los asientos de delante y con las ventanas bajadas.
— ¿Y al final te saciaste?—
— Mira Eze, esto es el colmo, estuviste, nada más irme yo de tu casa, con dos tías en la playa y a saber luego que hiciste con ellas, ¿y me preguntas a mi si me sacié? ¿Seguro que tu si verdad?—
— ¿Estás tonta? Lo de esas chicas solo fue por trabajo.—
— ¿Ahora follas por trabajo? — Creo que la conversación se está descontrolado y vamos a acabar mal — Mira si es que da igual, no soy nadie para meterme en tu vida, pero tu tampoco te metas en la mía.—
No me puede estar pasando esto a mi. ¿Qué pretende? ¿Acaso yo solo puedo estar para él y él puede hacer su vida? ¡Ni hablar! Le quiero, pero no voy a consentir eso. Me quedo callada y no le miro. No puedo mirarle o voy a llorar de la rabia. Miro por la ventana pero siento su mirada clavada en mi nuca. Me coge la mano y me dice que le mire. Me resisto un poco pero al final cedo.
— Lucia, no hice nada con esas chicas, te lo prometo... solo me hice algunas fotos. Son amigas. Solo podía pensar en ti rubia — ¡TOMA! Me muerdo el labio. ¡Ay madre lo que me ha dicho!
— No lo parecía — consigo decirle. Ya no sueno enfadada aunque he intentado parecerlo, pero me ha desarmado totalmente con sus palabras.
— Dime... ¿estuviste con algún otro chico anoche? — Le miro fijamente a los ojos, creo que veo dolor. ¿Enserio? ¡Si! Creo que le dolería si así fuese. ¿Acaso sientes algo por mi Eze?
— Claro que no... — Le digo entre susurros. Me coge del mentón y suavemente me da un pequeño pico en los labios y luego se aparta de mi.
- Me alegra oír eso... te quiero solo para mí.—
Ay que me muero. No se cuantos años llevo soñando con que Eze me dijera algo así. Con tenerlo a mi lado y sentir que le gusto, que me necesita, que ... ¿me quiere? Si, eso creo. ¡Dios mío! No me puedo resistir que me acerco a él y le devuelvo el beso y esta vez abrimos nuestras bocas, bocas que ya se conocen y ya saben como jugar. Le siento. Mi corazón se va a salir del pecho y creo que oigo al suyo también. ¿Puede ser eso? Se aparta de mi... y sin decir nada se abrocha el cinturón y me mira. Hago lo mismo. No se donde quiere llevarme pero acepto ir con él donde sea. Conduce un rato, sigue sin decirme nada pero noto su respiración agitada. Finalmente, dos calles más allá me mira y me dice:
— Voy a hacerte mía otra vez rubia, no me puedo aguantar — Le miro la entrepierna y la tiene hinchada. Uf, creo que yo también estoy húmeda. He sentido una pequeña descarga eléctrica.
Me envalentono, pierdo la vergüenza y llevo mi mano a su miembro. Suspira. Me mira y le miro. Le acaricio y entonces él con una mano se desabrocha el pantalón, creo que quiere que le masturbe. Se hacerlo, me enseñó a hacerlo, se lo que tengo que hacer. Y lo hago. Agarro fuerte su polla entre mis manos y la muevo. Eze gruñe y acelera y yo acelero el movimiento de mi mano también.
— Para Lucia — Me dice y gruñe de nuevo — No quiero correrme aquí y así.—
Quito la mano de encima de él y se tapa un poco con la camiseta. Ya hemos llegado, mete el coche en el parking y cuando aparca me coge de las manos y me hace subir encima de él.
— No me puedo aguantar a subir a casa Lucia, voy a follarte aquí mismo — me besa. Un beso fuerte y potente. Madre mía que cachonda estoy.
Con sus manos me sube un poco el vestido y mete sus manos debajo de él. Toca mi espalda y mis pechos. Me levanta el sujetador y me los estruja. No para de besarme y yo empiezo a tener muchas ganas de sentirle dentro de mi otra vez. Noto una sensación en mi entrepierna que nunca antes había sentido. Necesito tenerle dentro. Con una de las manos noto que rebusca y me aparto de él.
— Un segundo — me dice. Saca un preservativo del interior del posa brazos central y se lo pone — Ahora ven, sube encima de mi, despacio ¿vale?—
Le digo que si y me muerdo el labio. Me aparta las braguitas él mismo y se agarra la polla, yo busco con mi entrada su punta y lo coloco. ¡Dios! Me dejo caer poco a poco y siento como va entrando.
— Joder Lucia que mojada estás.—
La introduzco entera dentro de mi. Para mi sorpresa no hay dolor. Solo placer y mucho más que el de ayer. Pone sus manos en mi culo y me susurra en la oreja que me mueva. No se como tengo que hacerlo pero lo hago y me sorprendo a mi misma sabiendo hacerlo. Voy buscando mi propio placer. Descubro que me gusta moverme de adelante atrás rozando con su parte más baja del vientre mi clítoris. Deduzco que le gusta porque me aprieta con sus manos mi culo y me incita a moverme más deprisa. No paro de moverme, me gusta. Me gusta mucho. Gimo. Me sujeto en sus hombros y él con sus manos en mi culo me ayuda haciendo fuerza. Siento dolor en las rodillas pero no quiero parar. Me mira. Le miro. No hay vergüenza. No hay pudor. Estamos sudando. Estamos en el parking. Puede venir alguien en cualquier momento, pero me da igual, solo quiero seguir sintiéndole. Siento que voy a correrme en cualquier momento y se lo digo. ¡Yo! ¡Se lo digo! No lo pienso. Me sale.
— Eze, voy a correrme — Me sonríe. Su puta y maravillosa sonrisa.
— Yo también Rubia — Me dice. Me muerdo el labio. Me sigo moviendo. No quiero parar. No quiero que esto acabe nunca, pero me corro, porque no soy dueña de mi. Grito pero él me besa y ahogo mi grito en su garganta. Me gruñe y aprieta sus dedos en mi culo. ¡Joder!
Me apoyo en su pecho y me abraza, sigo dentro de él, pero es que no quiero moverme. Me siento bien a su lado. Siempre ha sido así. A su lado he sentido que mi hogar estaba cerca. A su lado siempre he sido feliz, aun que nos enfadáramos por tonterías. Eze siempre me hace feliz. Y ahora, aquí, pegada a él, sudando, habiéndole dado algo tan íntimo de mi, habiéndole sentido tan adentro de mi, tan cerca, joder, es que no quiero irme. Me sujeta de los hombros, me separa de él y me mira. Con una de sus manos toca mi cara.
— ¿Por qué lloras Lucia? — ¿Llorar? No me había dado cuenta — ¿te he hecho daño? — Está preocupado. Lo sé, le conozco.
— No... claro que no. No me había dado cuenta de que estaba llorando. Debe de ser algo diferente, no lo sé, pero no me pasa nada — Le beso. Yo. A él. Sin miedo. Porque Eze es mío. Ya es mío.
Cuando me deja en la puerta de casa de Adrián le noto raro. Yo me resisto a bajarme. Me parecía buena idea irme con Adrián, alejarme un poco de Eze y de todo el barullo de la cuidad unos días, pero ahora, ahora que le tengo, es lo que menos me apetece.
— No quiero que te vayas.—
No me puede estar diciendo esto. No se que decirle. Me encantaría quedarme con él pero no puedo hacerle eso a Adrián, además me apetece mucho irme de viaje, salir unos días de Barcelona, navegar con Cupido.
— Perdona Lucia, no sé porque lo he dicho, anda... pásalo bien, nos vemos a la vuelta — Me sonríe, aunque no como siempre. Me da un beso corto y se separa de mi. Que raro. No quiero que que esto se quede aquí, así que me envalentono y le planto un beso yo. Con lengua. De los nuestros.
Nuestro beso. Voy a bautizarlo como nuestro beso. Porque es un beso especial. Primero aprieta sus labios contra los míos y luego abre la boca para buscar mi lengua y cuando la encuentra la saborea bien para luego morderla y cuando la escondo me muerde el labio de abajo. Es nuestro beso. Nuestro. Que bien suena eso.
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Descubriendo a Lucia
RomanceEl tiempo ha pasado y ahora los hijos son los protagonistas. Lucia vive enamorada de Ezequiel desde que tiene memoria. Pero Ezequiel solo la ve como una hermana. Aunque puede que todo cambie. ¿Será demasiado tarde cuando esto ocurra? Ardiente, romá...