Capítulo 4

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**LUCIA**

Se que Dani me dijo que no fuera pronto a la clínica, pero no aguanto más en estas cuatro paredes. Todo el rato me viene le recuerdo de los labios de Eze sobre los míos y no consigo estudiar. No debí dejar que me besara. Se ha fastidiado todo. Seguro que nuestra relación cambia y a pesar de mis sentimientos por él, es mi amigo.
Son las siete y media cuando estoy saliendo por la puerta. Voy a ir para la clínica ya y me esperaré en el bar de enfrente a que el paciente acabe, así veré cuando sale.
Me pido un cacaolat. Quizá debería llamar a Eze, hablar con él, aclarar las cosas. Hay luz en la clínica. ¿Quién será ese paciente misterioso? ¿Será un famoso? Seguro. Han pasado algún que otro personaje famoso por aquí. Dani tiene muy buena reputación. Es un gran médico y que quiera abrir una pequeña consulta para mi, para cuando me saque mi carrera, ahí mismo, es increíble. Me abrirá muchas puertas. Claro que esto es solo una ayuda, el resto lo tendré que conseguir yo con esfuerzo y dedicación. Quiero ser cirujana plástica. Creo firmemente que una mente sana se consigue sintiéndose a gusto con uno mismo por fuera y si puedo ayudar en eso, mejor. A mi me encantaría ponerme pechos, pero me da un poco de miedo la anestesia, y el dolor. Que ironía ¿no?
Creo que ya salen, la puerta de la clínica se abre y... ¡No puede ser! ¿Mi madre? Me asusto. Por dios, ¿acaso está enferma mi madre? ¿Por qué no nos ha dicho nada? Mi madre está de espaldas, se ha quedado hablando con Dani justo en la puerta y de pronto, se besan. ¡SE BESAN! En la boca. ¡No!
No sé que decir. Ni que hacer. Ojalá pudiera llamar a Eze, hablar con él, contárselo. Me cuesta respirar. No puedo creer lo que acabo de ver. No puedo ver ahora a Dani. No puedo. Adrián vive cerca, voy a ir a verle.
Cuando llego a casa de Adrián me pienso un par de veces si llamar al timbre. Al final llamo y cuando Adrián me abre mi cara debe ser un poema porque veo preocupación en la suya.
— ¿Que ha pasado ojazos? ¿Por qué no estás en la clínica? — Entro y me lanzo sobre su pecho. Me acurruca y cuando me siento un poco mas aliviada tras su abrazo, me separo un poco de él y le respondo.
— No pienso ir a trabajar, tampoco voy a volver a casa... ¿puedo quedarme aquí? —
¿Cómo ha podido hacerle eso a papá? Papá es maravilloso y parecía que se querían. ¿Y con Dani? Está casado, y es su amigo, y amigo de papá. No lo puedo entender. La de veces que me han contado como se enamoraron, que su amor lo pudo todo. Se quieren. Lo veo. No sé porque ha pasado esto. A pesar de llevar casados tantos años, se siguen besando cada vez que se ven y que se despiden y se dicen te quiero cada día, se acarician, se sonríen. Joder que se quieren.
— Mi casa es tu casa, ya lo sabes, pero quiero que me cuentes que ha pasado - No puedo más. Empiezo a llorar. Voy al sofá y me dejo caer, Adrián me trae un vaso de agua — ¿Es por Eze? —
— ¿Tú sabias que mi madre tiene un amante? — Se queda callado. Vale, eso es que lo sabía. Os odio. Les odio a todos. ¿Cómo pueden hacerle esto a mi padre?
— ¿Me cuentas que ha pasado para que digas esto?— Adrián sabe más de todos de lo que imaginamos. Creo que está metido en todo y que guarda los secretos de cada uno de nosotros. No se como no he podido verlo antes.
— He visto a mi madre besando a Dani, ahora en la clínica. Se supone que mi madre está en Almería y que Dani tenía una consulta... Todo mentira al parecer —
— ¿Y por qué estás tan enfadada Lucia? Es la vida de tu madre —
— Pues no, también es la vida de mi padre — Le miro enfadada, no me puedo creer que haya dicho eso. Se sienta a mi lado.
— Quizá tu padre lo sabe — Anda ya... Mi padre no consentiría eso — Mira Lucia, no me toca a mi contarte esto, pero como te has empeñado en hacer una guerra con tu madre desde siempre, voy a decirte algo—
— Te escucho — respiro hondo. Quiero oír lo que quiere decirme. Aunque no me guste. Necesito respuestas. Saber que pasa.
— Tú madre y tú padre se quieren independientemente de lo que tu madre haga fuera de casa con Dani. Una relación no es siempre cosa de dos, ni meter a terceras personas es una debilidad. Lo que hace tu madre no es una aventura, no le está siendo infiel a tu padre. Lo sabe, Lucia —
— Mi padre es tonto — Se ríe.
— Lucia, habla con ellos, si es lo que quieres, pero no les juzgues— Respiro hondo, me abraza. Estoy más tranquila , pero no lo entiendo, si se quieren ¿por qué mi madre se acuesta con Dani? Y ¿Dunia? ¿Qué pasa con ella? ¿Eze lo sabrá?
— No quiero ir a casa hoy. Tampoco a la clínica. No quiero Adrián. No me apetece —
— Hoy te lo paso, llamaré a tus padres y a Dani. Pero mañana das la cara — Le sonrío. Cuánto le quiero. Él siempre me entiende. Con él puedo ser yo misma.
— Gracias. —
— Voy a salir, ponte cómoda. —
— Tito... —Se gira y me mira— Nunca me has contado porque no luchaste tu por mi madre... tuvisteis dos hijas juntos. —
— Yo luché mucho por tu madre Lucia, mucho. Y nunca voy a dejar de quererla, y por eso mismo cuando supe que ella amaba a tu padre, simplemente la dejé ser feliz. Y lo que hace tú padre, es lo mismo, dejarla ser feliz. —
Adrián se va. Y yo pienso mucho en lo que me ha dicho. ¿Realmente lo que hace mi padre es dejar a mi madre ser feliz? ¿Pero mi madre hace feliz a mi padre? ¿Es todo mutuo acuerdo? No puede ser tan complicado el amor. Si mi madre quiere a mi padre ¿porqué necesita más? ¿Y si mi padre la quiere, por qué la comparte? No puedo imaginarlo. No puedo entenderlo. A mi me duele ver a Eze con otra chica y eso que él y yo no estamos juntos. ¿Que pasa con eso de fidelidad? Me pongo la tele, no quiero seguir pensando. El amor no puede ser esto. Me niego.
Un rato después ma llama Lucas, mi hermano. Se lo cojo. Quizá es importante. Desde que vive con Marta, su novia, cuando llama es que algo pasa. ¿Lo sabrá? No creo, nos lo contamos todo, si lo supiera me lo hubiera dicho. Debería contárselo, pero por teléfono no. Le diré de quedar a ver si puede.
— Hola pecosa — Siempre me ha llamado así, tengo la nariz llena de pecas muy claritas que en verano se me marcan más.
— ¿Qué pasa Lucas? —
— Nada, solo quería saber que tal en la playa ayer... — Suspiro. Genial. Si lo pregunta es porque lo sabe.
— ¿Quién te lo ha contado?—
— Me llamó Eze, dice que te notó enfadada y quería saber si estabas bien. —
— Podría haberme llamado él... — Pongo morros. Me molesta que acuda a mi hermano. Vale son amigos, mejores amigos, pero si tanto le importo, haberme llamado.
— Pues mira, le dices que si que estoy enfadada y mucho... — Me lo pienso —Bueno no, no le digas eso — Se ríe — Dile... — se ríe más — Mira no le digas nada. Adiós Lucas. —
Le cuelgo. Ahora si que estoy enfadada. Ya les vale. Vaya Lunes tan Lunes.
Sobre las 12 vuelve Adrián cargado con la comida. Dice que se ha pasado por el restaurante, le pregunto si ha hablado con Dani pues no me ha llamado y me parece raro y me dice que si. Se lo agradezco, no tengo ganas de lidiar con él o con mi madre.
Comemos, está delicioso. Me ha traído unos canelones de setas que sabe que me encantan. Intenta sacar el tema de Dani y mi madre, pero le corto. No me apetece hablar. Quiero disfrutar de la comida y de la compañía, nada más. Me respeta. Después de comer, recogemos y mientras lo hacemos me dice que tiene que salir, y como no quiero quedarme en casa le pregunto si puedo ir con él. Se niega, pero insisto. No quiero estar sola. Accede aunque un poco de mala gana.
Cogemos el Maserati amarillo, como adoro ese coche. Bajo la ventanilla y saco la mano. Conduce un buen rato, en silencio, conecto mi movil y pongo la lista que creé especialmente para él y para mi. Suena Gun's and Roses, nos encanta. Él me los enseñó y desde entonces son nuestras canciones. Me mira. Sonríe. Ojalá con mi madre o mi padre fuera todo tan fácil. Adrián me entiende. Me respeta. Si era así con mi madre, debió costarle mucho dejarle ir. Mi padre también es maravilloso claro, pero me sorprende.
— ¿Tú también besas a mi madre cuando te apetece? — Lo he soltado. Llevo horas dandole vueltas al asunto y al final lo he dicho. Me mira. Abre un poco la boca pero vuelve a cerrarla.
— Ya no... — ¡Uau! Ya no... ese ya no dice muchas cosas. No dice nada más, entiendo que no quiere hablar de ello. Me da rabia pero voy a respetarle. Adrián siempre me lo cuenta todo, pero a su debido momento. Puedo esperar.
Para el coche. Estamos frente a unos almacenes. Gira el cuerpo para mi y me mira. Ui, su cara está rara. ¿Qué pasa?
— Este va a ser otro secreto entre tú yo Lucia — Abro bien los ojos — Hace muchos años, tu padre, Dani y yo teníamos un negocio... — Se calla. Le miro. Suspira.
No entiendo nada, está nervioso. Adrián nunca está nervioso. Coge aire y prosigue.
— A ver Lucia... esto tiene que quedar entre tú y yo o tus padres me matan. Ya no solo por el hecho de traerte aquí, si no porqué ellos creen que este negocio lo dejé hace mucho. —
— Oh vamos suéltalo ya. —
— Te quiero a mi lado calladita y sin tocar nada. ¿Entendido? — Me río y le saludo a lo militar. Se le escapa una sonrisa que intenta disimular. Lo noto. Salimos del coche.
Sigo sin entender nada, pero le voy a hacer caso, me pongo a su lado y caminamos. Lo noto nervioso. Nos acercamos a la puerta de la nave y ahí siento como su actitud cambia. Se hincha. Ha crecido. Parece otro. Entramos y junto a la puerta hay unas perchas con varias batas. Me dice que me ponga una, lo hago, luego coge de un cajón unas mascarillas como la de los médicos y me dice que me la pongo. Entramos por otra puerta y nos recibe un hombre de unos cuarenta años, alto, moreno y de ojos marrones.
Me mira, le debe sorprender mi presencia. Adrián no le da detalles de quién soy, ni siquiera nos presenta. Yo sigo callada y a su lado.
— Lamento hacerle venir con tanta urgencia, hemos tenido un problema — Adrián me mira y me hace un gesto con la cabeza para que les siga. Pasamos dos puertas más hasta que lo veo.
Delante de mi tengo una enorme sala llena de plantas de marihuana. Que olor. La luz ultravioleta me molesta a los ojos. Dentro hay como unas 30 personas a lo que alcanza mi vista, quizá hay mas de mil plantas, quizá no, seguro. ¿Adrián es un traficante? Me mira, supongo que está analizando mi cara, intento parecer neutra, no se si lo consigo. Estamos ahí dentro unos 10 minutos. Luego volvemos a la sala del principio, me dice que me espere un momento, él entra en otra puerta con ese hombre y dos minutos después sale solo. Salimos. No me dice nada hasta llegar al coche, que me mira y me dice:
— ¿Sorprendida? —
— Mucho. —
— Es nuestro secreto ojazos — Le digo que por supuesto no voy a decir nada. ¿Por quién me toma?
Conduce. Estamos nuevamente callados, pero mi cabeza no para de darle vueltas a lo que acabo de ver. Estoy asombrada. Pongo música. Veo que me mira de vez en cuando. Estoy un poco en shock la verdad. ¿Es un traficante?
— ¿Eres un traficante? — Sonríe. Estamos parados en un semáforo y me mira.
— Se podría decir así Lucia. Comercializo con Marihuana — Uau, mi tío es un traficante.
- ¿Desde cuándo? — El semáforo está en verde y acelera. Me cuenta que lo lleva haciendo casi toda su vida. Y yo le creo. Tiene aspecto de tipo duro y le pega. Es genial.
Durante el trayecto me dice que debo hablar con mis padres, que esta noche debería ir a dormir a casa. Pero me niego. Aun no. No quiero. Lo entiende, pero me dice que solo por esta vez.
Mi padre me escribe un WhatsApp sobre las 7 de la tarde, debe de haber salido de trabajar. Seguro que Adrián ya le ha contado algo porque en el mensaje me dice que vaya a casa y que hablemos. No me apetece. Es que no entiendo como mi padre le permite eso a mi madre.
A las 11 mi tío dice que va a salir un momento y yo me voy a la cama ya. ¿Dónde va siempre? ¿Será otra vez algo relacionado con la María?

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora