Capítulo 9

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**EZEQUIEL**

No es la primera vez que viene a mi casa. No es la primera vez que se queda a dormir. Entonces no se porque estoy tan nervioso. He dejado escapar una buena noche de sexo con Jessica por estar con Lucia. Me he prometido a mi mismo no volver a besarla pero la tengo aquí, en mi sofá, comiendo palomitas que yo le he preparado y con esa camiseta mía que le queda grande, porque dice que se ha dejado el pijama. Tiene el pelo recogido en un moño y puedo verle ese precioso cuello largo que tiene.
No puedo con esto. Ha sido mala idea. Me disculpo y voy al baño. Intento serenarme. Debería haberme quedado con Jessica. Un rato después salgo algo más tranquilo, está mirando el movil y la serie en pause. La observo un segundo, no sabe que la estoy mirando. Que guapa es, y ella sin darse cuenta.
Me dejó caer a su lado y sin querer la asusto. Me rio. Que graciosa se pone cuando se asusta. Se enfada conmigo y me pega un puñetazo en el hombro, finjo que me ha hecho daño y se ríe. Le da al play.
La serie está interesante, pero yo no puedo parar de pensar en que va a dormir en mi cama. No tengo más camas y no voy a dejarla dormir en el sofá. El piso tiene dos habitaciones pero la otra es mi pequeño gimnasio. Le he cambiado las sábanas mientras ella se desmaquillaba en el baño.
Son la 1 pasadas cuando me doy cuenta de que se ha quedado dormida en el sofá. Intento despertarla pero no lo consigo. Voy a tener que cogerla en brazos para llevarla a la cama. Está bien. Soy un buen tío. Voy a llevarla y luego voy a volver al sofá.
Cuando la cojo se agarra fuerte a mi cuello y apoya la cabeza en mi pecho. Su pelo... lo huelo, que bien huele. La llevo a la cama y la dejo caer poco a poco. La camiseta se le ha levantado un poco, lleva unas bragas rosas de encaje que no puedo dejar de mirar, tienen un poco de trasparencia y cuando me doy cuenta que le estoy viendo más de lo debido la tapo. No, joder, soy un buen tío. Voy a salir cuando la oigo.
— ¿Te quedas conmigo? — la miro, tiene los ojos cerrados. Creo que sigue dormida. No le hago caso, pero lo repite. Me acerco a ella y le pregunto que qué quiere— Duerme conmigo Eze.
Su voz... melosa, sensible, dormida y tan suave, no puedo decirle que no. Me tumbo a su lado y se aferra a mi pecho. Debe de estar medio dormida, como en el limbo, si no, no me lo explico. La abrazo. Respiro hondo. ¡Joder! Esto es, es, maravilloso.
No se cuanto tiempo pasa, pero yo no puedo dormir. Ella en cambio está más que dormida. Su respiración se ha tornado lenta y pausada. Me muerdo el labio, creo que se me está poniendo dura. No, joder, ahora no. Intento deshacerme de ella pero no puedo. Respiro hondo. Intento pensar en otra cosa. Un rato después consigo bajar la erección.
Me despierto que sigue siendo de noche. Lucia ya no está en mi pecho, se ha girado y me está dando el culo. Miro el reloj de la mesita, las 4 de la mañana. Tengo sueño y no me apetece volver al sofá, así que me acomodo y sigo durmiendo aquí.
Vuelvo a abrir los ojos con los primeros rayos de luz entrando por la ventana. Miro a Lucia, está boca arriba. Duerme. Yo... no se porque pero hoy no estoy durmiendo muy bien. Serán los nervios de tenerla aquí en la cama. No se si debería irme al sofá. Ella me pidió que me quedara pero igual ni se acuerda.
La miro. Es preciosa. Cuando duerme parece una niña. Le aparto un mechón de pelo que tiene en la cara y al tocarla parece que se despierta porque abre los ojos y me mira. Me quedo quieto mirándola. No se que hacer.
— Buenos días rubia — Cierra los ojos y veo como se muerde el labio. Joder, que sexy. Lo abre de nuevo y me responde.
— Buenos días moreno, ¿qué hora es?—
— Las siete y cuarto — Sonríe y la veo cerrar los ojos de nuevo. Se estira y aprieta los labios. Jodidos labios. Tengo que besarla, tengo que hacerlo, no me puedo aguantar. La beso.
Sigue con los ojos cerrados cuando pego mis labios a los suyos, se le escapa un pequeño gemido y me hace sonreír. No abro la boca, solo quiero sentir sus labios. Suaves. Deliciosos. Pero ella me abre la boca y esa invitación es una jodida locura, no me puedo negar. Busco su lengua con la mía y cuando la encuentro la acaricio, la saboreo, la descubro rincón a rincón. No se cuanto tiempo la estoy besando, porque el tiempo a su lado se me torna lento, se pone en pausa, se para y me siento perdido en el espacio. Cuando me separo de ella, la miro. Ella sigue con los ojos cerrados unos segundos más y luego me mira. Se sonroja al instante. Con esa piel tan blanca que tiene enseguida se le nota.
— Buenos días rubia — Le digo de nuevo. Sonríe. No me responde. Por dios, quiero besarla otra vez y hacerle el amor. Pero no... no debo. Así que me levanto y sin decir nada me voy al baño. Y la dejo ahí, tirada y seguramente enfadada otra vez. Soy un capullo lo sé. Pero no me he podido aguantar.
En el baño me recreo. No se que hacer, si salgo voy a cogerla y la voy a hacer mía. Y eso no puede ser, es una niña, le saco 7 años y además es como mi prima, mi hermana, es mi amiga. Me quedo parado junto a la puerta. Me lamento por haberla besado de nuevo, me prometí a mi mismo no hacerlo. De todo esto solo pueden acabar mal las cosas. La oigo levantarse de la cama. Se va a ir y no debo hacer nada para impedirlo. Decido meterme en la ducha, necesito relajarme, pensar y olvidarme de una vez por todas de Lucia. Cuando salgo ella ya no está, tan solo me ha dejado el rastro de su presencia en mis sábanas. Su olor lo impregna todo. Respiro hondo y me tumbo donde un rato antes ella lo hacía. La siento. ¡Maldita sea!

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora