**LUCIA**
Estoy tomando en sol, más bien la sombra, en el jardín de casa, terminando el libro de Eva García cuando Eze me sorprende con su visita. Volver a verle me provoca un subidón. Le echaba mucho de menos. A fin de cuentas. Es mi mejor amigo. Le abrazo. Nil me ha dejado claro ciertos límites que no debo traspasar, pero los abrazos no están entre ellos.
La verdad es que me apabulló con tanta norma, pero me parecieron razonables y algunas hasta me pusieron cachonda. No se porque ejerce ese poder sobre mi. Pero lo hace.
— Tenemos que ponernos al día rubia, ¿te apetece salir a tomar algo? — Me tapo un poco con la toalla, no quiero que se me vea el doblete que me hace la barriga cuando me siento.
— Me apetece mucho — Me levanto para ir dentro a vestirme y le digo que me acompañe. Eze me sigue.
— Te espero aquí — Arrugo la nariz y le miro. ¿Porqué? Siempre viene conmigo. Yo entro al baño a cambiarme y él me espera sentado en la cama. ¿Porque ahora no?
— Vamos no seas tonto. Ven... — Le digo.
Cuando entramos en mi habitación me doy cuenta del error que he cometido. La tensión es palpable y aunque no es como con Nil, me siento atraída por Eze y el sexo me palpita. Respiro hondo en un intento frustrado de calmarme, cojo la ropa y me meto en el baño. Eze creo que se sienta en la cama.
— ¿Y ... dónde habéis estado? — me pregunta desde el otro lado de la puerta.
— Estuvimos todos los días en Menorca — Le respondo — AL final entre una cosa y otra, decidimos quedarnos ahí...—
Cuando salgo, lo noto nerviosa y se está mirando los pies. Me he recogido el pelo en un moño y me he puesto el mismo vestido con el que Nil me arrancó las bragas por primera vez. El blanco con lunares negros. Pero esta vez si llevo bragas. Eze me mira y creo que le gusta lo que ve.
— ¿Me vas a contar quien es Nil?—
— ¿Y tú quien es Paloma, Carla, Marta, Elena, Gisela...?— Me interrumpe...
— Vale vale... lo pillo Lucia.—
— ¿Quieres salir a tomar algo o no? — Le pregunto sin más.
— Claro... vamos — Pienso en Nil. En estos momentos me estaría ofreciendo su mano para que la cogiera y luego tiraría de mi con autoridad para guiar nuestro camino. Con Eze no... con él camino a su lado, de igual. Y la verdad no se que me gusta más.
Hace bastante calor. Agradezco haberme puesto este vestido, es de gasa fina y fresco. Estamos sentados en la terraza del bar, tomando yo una cocacola y él una cerveza, hemos charlado y reído como siempre. De pronto recibo un mensaje de Nil y mientras lo leo veo que Eze me mira.
* La tengo dura pensando en tu boca rodeándola *
Me sonrojo al leerle. Apreto las piernas. De pensarlo me he puesto cachonda yo también.
— ¿Quién es? — Miro a Eze. Me mira con el ceño fruncido.
— Nil... —
— ¿Vais enserio o que?—
— Pues... no lo sé — Resoplo. Se me hace difícil hablar con él de esto.
— Explícamelo Lucia. Hace dos semanas tu y yo lo hicimos en mi casa y ... parecías, no sé... parecías totalmente distinta a la chica con la que me he encontrado hoy al llegar a tu casa.—
— ¿Eso es malo?—
— No... — Se lleva las manos a la cara y se la frota — Claro que no... solo es que... ¿Tú y yo estamos bien verdad?—
— Claro.. oye, ¿Y que tal salieron las fotos al final? — prefiero cambiar de tema. Sigo teniendo sentimientos hacía Eze y no quiero hablar de ello ahora. No cuando aún tengo el recuerdo de Nil sobre mi piel. Creo que distanciarme de él me vendrá bien y que estás dos semanas separados serán lo mejor. Quizá cuando vuelva lo veo todo como un juego al que ya no me apetece jugar más y Nil queda como una aventura de verano y nada más. Ahora, solo necesito espacio.
***
El miércoles por la mañana vuelvo a mi trabajo en la clínica. Para mi sorpresa cuando llego me encuentro a Dani tumbado en el sofá de su despacho durmiendo. Tengo llaves ya que muchas veces suelo llegar antes que nadie y esto si que no me lo esperaba. En cuanto me ve se levanta de golpe.
— Lucia... por favor, que quede entre nosotros. Dunia me ha echado de casa y hasta que encuentre algo más estable estoy durmiendo aquí — Me quedo de piedra. Seguro que es por mi madre. Los oí discutir el otro día.
— Tranquilo — Aún así, creo que se lo contaré a Eze. A él no puedo esconderle nada.
La jornada pasa tranquila y sin darme cuenta pronto se me hacen las seis y me encuentro a mi madre en la puerta de la clínica con la excusa de venir a buscarme, aunque con todo lo que se, ya no se si solo ha venido por mi, o además ha venido a consolar a Dani, pues me dice que la espere un segundo que tiene que hablar unas cosas con él. Entran en su despacho y cierran la puerta. Me siento incomoda con lo que pueda estar pasando ahí dentro así que decido esperarla fuera en la calle. Hace bochorno. Pero me da igual.
Media hora después, cuando sale, parece todo normal. No le veo nada raro y me tranquiliza.
— Vamos hija, primero pasaremos por el piso para tomar unas medidas y coger unas ideas y luego vamos a hacer unas compras rápidas — la miro. Parece ilusionada.
Mi madre, a pesar de su edad, que tampoco es que tenga tantos, tiene 52, está llena de vida. Además de tener una melena rubia y larga y un cuerpo que muchas vainteañeras, incluida yo, querrían.
— Hice pintar todo el piso. Elegí un color dorado para el recibidor y un oliva para el salón, que encaja bien con el mármol negro de la encimera de la cocina. Tú habitación la he pintado en celeste. He pensado poner unas cortinas de seda con... — Dejo de escucharla, mi madre me vuelve realmente loca cuando se trata de la decoración de algo. Aún recuerdo cuando le pedí ayuda para la fiesta de los 18 de Jimena. Nunca más me dijeron mis amigas. Y así fue. Quedó genial. Pero fue agotador.
— ¿Te gusta? ¿Lucia? ¿Me estás escuchando? — la miro.
— Sí mamá, me gusta todo lo que me dices— Sonríe.
A las 10, ya en casa y con los pies destrozados llamo a Eze. Necesito hablar con él sobre lo de su padre. Cuando me coge el teléfono se perfectamente que está en el coche.
— ¿Dónde vas?—
— A casa a darme una ducha. Y luego a cenar con una rubia preciosa de ojos azules — En un primer momento me da rabia pero enseguida comprendo que está hablando de mi.
— ¿Y esa rubia sabe que las vas a llevar a cenar? — Le pregunto.
— Pues no se... dímelo tú Lucia — Me pongo de pie de golpe porque me estoy poniendo nerviosa. Eze me pone nerviosa — Paso a buscarte ya, que estoy cerca de tu casa.—
— Dos minutos y salgo.—
Menos mal que ya me había duchado. Me pongo un short negro con una pequeña rotura debajo del culo. Una camiseta holgada que me remeto por la cintura del pantalón y un cinturón planteado con mi incondicionales botas militares negras de charol. Se que es verano y que hace calor. Pero me chiflan.
En las normas de Nil no decía nada de poder salir con Eze. De hecho fue claro con el tema de mis amistades. Me aclaró que no debía prescindir de ellas. Y que debía divertirme. Pero me advirtió que mi coño le pertenecía. Y que tenía prohibido masturbarme si él no me lo pedía. Que lo sabría. Evidentemente se que no es así. No puede saberlo. Y si tengo ganas lo haré. También tengo claro que si él me hubiera dicho que no podía ver a Eze o a Jimena tampoco iba a hacerle caso. No se porque clase de chica me toma. Que pueda someterme en la cama, no significa que pueda hacerlo fuera de ella.
También en las normas incluyó una cláusula que decía que si él me llamaba y yo estaba haciendo algo pero él exigía mi tiempo, que debía parar lo estaba haciendo. Cuando me lo dijo me dio la risa. Pero el muy cabrón entonces paró de follarme y tuve que parar de reírme y para que siguiera haciéndolo. Sabe que hacer para conseguir lo que quiere y cuando quiere hablar conmigo lo hace siempre en esos momentos. De todas formas... él está en Menorca y yo aquí. No veo como pueda enterarse de lo que hago o dejo de hacer.
Eze aparece todo sudado, espero que sea porque viene del gimnasio y no de follarse a alguna chica. En cuanto me ve, me silba y yo como tonta me sonrojo. Todo lo que he hecho con Nil y aun con estas chorradas, me sonrojo.
— Dime que vienes del gimnasio — Le digo nada más subirme al coche. Me mira incrédulo a la vez que apaga el cigarillo en el cenicero del coche y tira el humo por la ventanilla. Como odio que fume.
— ¿De dónde si no? — Arranca el coche y conduce. Aunque cuando le miro y me fijo se que realmente si viene del gimnasio, siempre he sabido ver cuando venía de estar con otra chica.
— No se... de pasar el rato con alguna chica. Oigo como chasquea la lengua y me mira.—
— ¿Estás tonta? Joder rubia.—
Le acompaño a casa. Todo normal. Reconozco que se me sube la temperatura cuando estoy con él. Me dan ganas de hacer cosas, de que me toque, de tocarle y de enseñarle algunas otras que he aprendido esta semana con Nil, a pesar de que él explícitamente me ha dicho que no puedo hacer nada con nadie, que mi boca, mi coño y mi cuerpo son suyos, pero como ya he dicho, él no está aquí y yo no soy suya... pero no puedo. Eze parece actuar conmigo como siempre y parece querer ser solo mi amigo, como antes.
Mientras Eze se ducha Nil me llama. Me planteo si cogerlo. Pero como se que Eze suele tardar un rato entre ducha y arreglarse, lo cojo.
— Hola princesa — Su voz, ya activa todos mis sentidos.
— Hola Nil — Le digo intentando parecer que no me afecta lo más mínimo.
— ¿Estás ocupada?—
— Emm... pues no.—
— ¿Todo bien?— Parece el Nil jovial, divertido y surfista, no parece que esté el dominante y autoritario.
— Si... mi madre está pesada con lo del piso y el trabajo en la clínica hay días que me agota pero todo bien. ¿Y tú?—
— Zanjando unos temas. Pronto nos veremos. Te dejo que ya sale mi padre... Cuídate princesa. — Nil así, es encantador.
Cuando Eze sale me encuentra tirada en el sofá más aburrida que una mona haciéndo zapping.
— Vamos — me dice todo animado. Yo ya no tengo ganas de nada.
— Joder, has tardado un montón — Se sienta a mi lado, levanta el brazo y me acurruco en su pecho.
— Pues pedimos unas pizzas — Me tumbo un poco más y acabo con la cabeza en su piernas, tumbada boca arriba y mirándole.
— Anda que emperifollarte de esa manera para pedir unas pizzas — Me da un ataque de risa tan grande que tengo que incorporarme mientras me da toques en la espalda para que no me ahogue.
— Te lo mereces — Me dice.
Cuando me calmo vuelvo a apollar la cabeza sobre sus piernas y él acaricia mi pelo. No se cuantas veces hemos estado así tumbado. Miles. Millones. En todas yo le he mirado y he deseado que me besara. En todas él me ha mirado pero no he visto en su mirada ni un solo resquicio de deseo, excepto hoy. Hoy... sus ojos miran mis labios. Y por como me los miran se que quieren besarlos. Me lo muerdo. Se... se que le gusta. Lo hago otra vez y veo que se le escapa media sonrisa aunque intenta reprimirla. Pero necesito hablar con él de lo de su padre.
— Eze... hoy he visto a tu padre durmiendo en la clínica — le digo. Analizo su rostro. Ha dejado de sonreír. Prosigo. — Me ha dicho que tú madre le ha echado de casa y que lleva durmiendo ahí unos días hasta encontrar algo más estable — No me dice nada. Así que acaricio su pecho para hacerle saber que estoy a su lado.
— ¡VAYA! Al final mi madre le ha echado cojones. Bien por ella. — Le miro incrédula. ¡A ver! Apoyo lo que dice. Yo también creo que su madre ha tomado la decisión correcta, lejos de querer inmiscuirme, pero... pensé que le afectaría un poco más, son sus padres, y van a separarse.
— ¿Estás bien? — Quiero estar segura. Desde esta perspectiva, sigo tumbada en sus piernas, no le puedo ver bien a no ser que me mire directamente, así que me incorporo para mirarle.
— Ellos sabrán. Yo tengo mi vida, y ellos la suya — Arrugo la nariz. Desde que Nil me hizo saber cuanto lo hago, que me he estado fijando y tiene razón. Lo hago mucho. Eze lleva su dedo a ella y la toca. Parece que él también se ha percatado de esa manía mía.
— Pues a mi me molestaría. La vida de mis padres trastoca mi mundo, no se porque la de tus padres no...— Paro un segundo para coger aire, lo voy a necesitar para contarle lo del padre de Nil — En Menorca conocí al padre de Nil — suelto — Eze me mira y su rostro cambia.
— Pues si que vais enserio — Noto cierta desconfianza en su voz.
— Nil y yo no estamos juntos. No somos nada. Fue una casualidad conocerle y hubiera sido mejor no hacerlo créeme — Veo como se relaja. Y prosigo.
— Al parecer el padre de Nil es un antiguo novio de mi madre. El primer amor creo. Estuvieron muy enamorados pero al parecer su relación se volvió tóxica. No sé, tampoco quise indagar mucho. Me cabreé porque Adrián no paraba de decirme que no quería que me acercara a Nil — Eze de golpe se remueve en el asiento y hace que yo me apartar de él. Le miro.
— ¿Y porqué cojones has seguido viéndolo entonces?—
— Porque nadie me dice lo que puedo o no puedo hacer...— Chasquea la lengua.
— Te has pasado la vida siendo una chica buena y has decidido que justo en estas vacaciones, cuando conoces un chico misterioso cuyo padre es una antiguo novio de tu madre y cuando yo no estoy para poder protegerte...¿para ser una chica mala? — Me da la risa al recordar la canción de Tusa de Karol G y me pongo a cantarla.
— Ahora soy una chica mala... — Le digo entonando la canción. Eze empieza a reírse conmigo y acabamos tumbados en el sofá yo boca arriba y él ligeramente encima de mi con nuestras bocas casi rozándose.
— Dime que sigues siendo mi rubia de siempre — me suelta de golpe. Le respiro. ¡Joder! Mi Eze. ¡Claro! Nada ni nadie va a cambiarme. Siempre voy a ser su rubia.
— Lo soy... - Le digo entre susurros porque no me sale ni la voz. Me besa. Delicadamente. Me respira fuerte mientras lo hace. Yo hago lo mismo. Abrimos la boca a la vez y buscamos nuestras lenguas. A pesar de todo... recuerdo perfectamente nuestro beso y lo ejecuto. Él parece que también lo recuerda.
El timbre nos da el alto que necesitamos. Las pizzas están aquí. Se levanta de encima de mi con elegancia y va hacia la puerta mientras yo caliente, deseosa y ardiendo me levanto y le digo que voy un momento al baño. Necesito serenarme.
***
La semana pasa volando.
A la mañana siguiente Jimena y yo quedamos en vernos a las 6 para ir un rato a la playa a desahogarnos. Es su día de fiesta y yo necesito una amiga y largas charlas y risas. Con Eze las tuve anoche, pero con Jimena es distinto. Estoy más libre, sin pensar a cada momento lo mucho que me gusta o me pone. Claro, no estoy enamorada de Jimena. Obvio. Hablar con ella me resulta muy fácil, nunca me juzga, tampoco lo hago yo con ella. Por eso cuando le cuento lo último con Nil, ya que no habíamos podido hablar bien desde mi vuelta se queda como boca anonadada. Igual que yo piensa que lo de las normas son una brutal exageración y coincide conmigo en que no debo hacerle ni pizca de caso.
— No lo hago, no te preocupes. No se ni si volveré a verle. En cuanto venga a Barcelona creo que le daré largas. Estuvo bien pero... no se. Cuando es el Nil profesor de matemáticas, el Nil surfista es un encanto. A ver... que el Nil dominante en la cama me encanta — Jimena se ríe, supongo que no está acostumbrada a que sea yo quien había de estas cosas, yo la verdad es que tampoco — pero me da miedo que algún día ese Nil trascienda a fuera de la cama. Y tanta norma... no se yo, me da que ese día está muy cerca. Y no me mola ese rollo.—
— Te entiendo... de momento está lejos. Está bien tener ese espacio. Cuando vuelva... aprovecha y date un buen revolcón con él — se ríe — luego ya si eso mándale a la mierda.—
— ¿Y tú con Marcos? — Suspira. Ui... eso es que muy bien.
— Creo que me he enamorado como un tonta.—
— Pues adelante cariño... —
— Esto asusta... porque veo que me va a romper el corazón. —
— Si no lo pruebas, nunca lo sabrás — Le digo.
Mi jornada en la clínica va bien. Mi madre se pasa todos los días a la hora de comer. Tanta visita me desquician un poco. Por una parte porque tanta atención me abruman. Mi madre pasa de darme espacio a ser cansina en cero coma y por otra parte... creo que tiene más que ver con Dani que conmigo ya que siempre tiene algo que comentar con él antes de salir a comer conmigo.
En un abrir y cerrar de ojos me encuentro metida en la piscina de mi casa, un sábado a las 9 de la noche. Eze entra por la puerta de mi casa. Mi padres no están, han salido a pasar el fin de semana fuera, así que al verlo me asusto. No se como ha podido entrar.
— Rubia... — me grita, y grito yo tras él.
— Por dios. Que susto — Le voy a preguntar como ha entrado que veo a Lucas detrás de él.
— Iba a llamar al timbre que me he encontrado con Lucas — Así que deduzco que no venía con él. Venía a por mi. Lucas se acerca a la piscina.
— Papá me ha dicho que puedo coger su coche para irme con Marta mañana a Cadaques a pasar el día...—
— ¿Que le pasa al tuyo? — Le pregunto. Está nuevo. Se lo compró hace menos de un año.
— Nada... pero me apetece ir en un descapotable.—
— Ah... — Claro, no había caído en eso — las llaves están dónde siempre.—
— Vale me voy — Me dice — Eze nos vemos — Le dice a él.—
— Vamos, vístete — Me dice de pronto Eze. Yo sigo metida en el agua. Hoy hacía mucho calor.
— ¿Para qué?—
— Vamos a salir... — No. Arrugo la nariz. Se ríe.
— ¿Saliste a una fiesta un Lunes con un desconocido y conmigo no vas a salir un sábado?... eso duele — hace el gesto de clavarse una puñalada en el corazón y yo sonrío. Eze es tonto. Me gusta ver que nada a cambiado entre nosotros. Quizá porque no sabe todo lo que he hecho con Nil. Si lo supiera igual sabría que no soy su rubia de siempre y me repudiaría. Pero no tiene porque saberlo y no veo como pueda enterarse.
— ¿Y dónde tienes pensado ir? El listón está muy alto... esa fiesta fue increíble... — en realidad no, y el recuerdo del extasis en mi cuerpo lo amargan todo. Eze me mira. Creo que no le ha gustado mi respuesta.
— Pues a Terry's — dice escapándosele una carcajada — ¿Quieres algo diferente? No pensé que otra cosa pudiera gustarte. Yo voy a muchas fiestas... pero son una locura Lucia. Hay mucha droga y gente muy desfasada. Es una puta locura de verdad. No te gustaría — Seguro que no. Me conoce.
— No, mejor no... — Digo sin más. Me ofrece su mano para salir del agua y me tienta tirarlo, pero no... está muy guapo así — Voy a ducharme. Ponte cómodo mientras.—
— Pido chino para cenar...— me grita cuando ya me he metido dentro de casa.
Cuando salgo de la habitación, la casa huele a comida china y a mi me rugen las tripas. Me he puesto un vestido corto estilo camisero, holgado y negro con un cinturón dorado a la cintura ceñido. Unas sandalias doradas un poco de plataforma y unos pendientes de aro grandes dorados también. Me he ahumado un poco los ojos en negro y me he puesto un labial rojo pasión que me encanta. En el pelo me he hecho una simple coleta de caballo. Hoy hace mucho calor. Nunca voy a poder competir con todas esas chicas con las que Eze se acuesta, todas ellas con cuerpos de escándalos, pero con el atuendo de hoy, me siento sexy y empoderada.
— Estás guapísima — me dice nada más verme. Agradezco que lo haga. Y me sonrojo como una tonta.
***
Terry's está a reventar. No cabe ni un alma y el calor es sofocante. Eze además está saludando a todo el mundo y me estoy arrepiento de haber venido con él. No hay chica que no le pare, no hay momento que no le pidan una foto, no hay minuto que no nos interrumpan. Que agobio. Me voy a la barra con Blanca y me sirve un chupito. Sabe que no bebo, pero me lo tomo igual. Me arde la garganta y me entra una arcada que reprimo enseguida. Como veo a Eze ocupado decido ir al baño a refrescarme. De pronto me choco con alguien. Miro y es Nil. No me lo puedo creer. ¡No me lo puedo creer!
— Princesa — Me dice.
— Pero... Hola — le digo — ¿No venías la semana que viene? — ¿Cómo es que está aquí y no me ha dicho nada?
— He llegado hace una hora, y unos amigos me han sacado a rastras a tomar algo... pero mañana me tengo que volver. Mi padre se ha quedado allí — Me habla a la oreja y sentir sus labios y su aliento sobre mi piel, me avivan. ¡Joder!
— Que casualidad — Le digo nerviosa.
— Estás preciosa — Me dice. ¡Que calor! Creo que estoy húmeda ya. ¿Cómo puede hacerle esto a mi cuerpo? ¿Que me hace? — Y por lo que veo cachonda... — se me escapa un gemido cuando lo dice y las piernas me tambalean, Nil me sujeta del codo.
Estamos en un pequeño pasillo que va al baño, no hay mucha gente, es oscuro y estamos a salvo de miradas indiscretas.
— ¿Te has tocado estos días? — le digo que no con la cabeza. Disimuladamente mete la mano bajo mi vestido, aparta un poco la braguita y toca mi hendidura. Su dedo prácticamente entra solo de lo húmeda que estoy. Su boca sigue en mi oreja y me muerde el lóbulo ferozmente. Saca el dedo, sujeta el lateral de las bragas y tira de ellas hasta romperlas.
No...
— Vas a ir sin bragas — Le miro incrédula.
— Nil... llevo un vestido corto. Y no estoy contigo. Puede verme cualquiera.—
— Vigila que eso no pase — Me dice serio. Se mete mis bragas en el bolsillo de su pantalón y vuelve a meter la mano bajo mi vestido. No se como se las ingenia para que no se note. Es todo un experto. Introduce dos dedos de golpe y los mueve lentamente. Yo gimo. — ¿Con quien has venido?—
Me da miedo responder a eso.
— Con Eze.—
— Vas a estar toda la noche cachonda porque yo no puedo saciarte, aquí no. Pero no vas a hacer nada con él, ¿verdad princesa? — Le digo que no con la cabeza... sus dedos juegan dentro de mi hendidura y creo que puedo correrme en breve si sigue así — ¿Que pensará Eze de ti si sabe que vas sin bragas? — Me abruma imaginarlo. No quiero pensarlo. Cuando estoy a punto de correrme saca los dedos.
No...
— Joder... ¿porque me haces esto?— Acerca sus labios a mi cuello y me besa ahí, un poco con la lengua, luego lleva sus dedos, los que antes me han tocado a mi boca y me dice que los chupe, que pruebe mi sabor. Lo hago.
— No te masturbes, lo sabré— me dice justo antes de irse y dejarme sola, exhausta, caliente y sin bragas. ¡Mierda!
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Descubriendo a Lucia
RomanceEl tiempo ha pasado y ahora los hijos son los protagonistas. Lucia vive enamorada de Ezequiel desde que tiene memoria. Pero Ezequiel solo la ve como una hermana. Aunque puede que todo cambie. ¿Será demasiado tarde cuando esto ocurra? Ardiente, romá...