Capítulo 58 (nuevo)

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**NIL**

Me siento totalmente perdido. Hace años, tras la muerte de mi madre y de Hector, su marido, me hundí totalmente. Dejé de hablar y no podía dormir debido a las pesadillas. Me ingresaron en Green House durante dos años, los cuales aunque mejoré, nunca volví a ser el mismo. Mi padre me visitaba cada vez que le dejaban y siempre me decía que éramos él y yo contra el mundo. Le creí. Me juré que igual que él había estado para mi, yo iba a estar para él.
Cuando cumplí 15 años y me enamoré por primera vez me contó toda su historia. Me habló de María y de lo que era para él. Entendí que mi enamoramiento no era en si eso, si no más bien un capricho del momento. Y me dije a mi mismo que cuando yo encontrara a mi María jamás la dejaría escapar, que no me pasaría como a él. Me enseñó fotos, me hablo de Adrián, de Dani, de Diego y de todos los demás. Me contó como por culpa de ellos perdió a su amor y como incluso sus amigos, los hermanos de ella, nunca acabaron de aceptar su relación. No del todo. Me ofusqué. Supongo que además volvió en mi toda esa rabia que creí haber aparcada tras la muerte de mi madre. Volví al psiquiatra y me recetó unas pastillas, que además de calmarme, me ayudaban a dormir mejor. Encontré además en el sexo una vía de escape. Me tiraba a mil tías, hacía tríos y varios juegos sexuales. Me acostaba con mujeres mayores a mi, la primera vez con una mujer casada fue a los 18 años. La tuve a mis pies con mi peculiar forma de dominar. Ella se dejó llevar y me sentí el reí.
Un tiempo después mi padre me dijo que quería volver a Barcelona, que quería hablar con María, que necesitaba verla de nuevo. Me enfadé... yo odiaba a esa mujer, a pesar de que mi padre la amaba, yo sentía que ella le había echo daño a mi padre, pero poco a poco él me hizo entrar en razón. Luego llegó su accidente y quedó n silla de ruedas y fue él quien se hundió. Organicé un viaje a Menorca para que se animara y al final nos quedamos ahí más tiempo del planeado. Pero mi padre seguía sin levantar cabeza así que decidí ayudarlo. Busqué a María en las redes sociales, encontré a su hija y descubrí que ella estaba en Menorca, justo donde nosotros estábamos. Y de casualidad mientras hacía surf vi el barco y a ella tumbada sobre la popa.
Mi intención era acercarme a ella lo suficiente como para que confiara en mi y así poder alejarla de todos hasta que solo estuvieran ella y su madre. Pero me enamoré como un tonto. Con el paso de los días entendí que ella era para mi lo mismo que María para mi padre. Cuando estaba con ella sentía una conexión especial, y solo podía pensar en ella.
Creí a mi padre cuando me dijo que éramos él y yo contra el mundo, pero me engañó.
Siempre fueron él y María y yo... y Lucia, su hija, mi hermana, solo hemos sido un peón más en el tablero. Y necesito hablar con Lucia, es mi familia, además de mi amor y necesito saber que está bien, que va a estar bien y que me perdona.
Cuando hablo con ella siento que una parte de mi se muere. Me odia. Siente asco y no se que hacer ante esa situación.
Después de salir de casa de Adrián, llamo a mi padre. Nos vemos en el ático y cuando llega siento que me está abandonando. A mi edad y a estas alturas pero siento que le pierdo.
— Siento haberte metido en esto. Siento mucho haberte mentido. Quiero que entiendas que te quiero hijo. Pero tu un día formarás una familia y te irás de mi lado y yo... no quiero quedarme solo, yo quiero a María y siempre ha sido así. — Trago saliva. Tiene razón aunque me duela admitirlo.
— Has dejado que me acueste con mi hermana— Le digo.
— No os habéis criado como tal... además, veo lo que sientes hijo. No voy a apartarte de ella.
— Le doy asco. Y yo... a pesar de que se que está mal. La quiero.
— Te voy a decir el mejor consejo que me dieron jamás hijo. Y es... paciencia.  Yo he esperado a tenerla para mi demasiados años... desde que a los 18 la tuve pro primera vez.
— No la tienes papá.
— La tendré hijo. Tarde o temprano.

Me encierro en la habitación y me doy una ducha. Tengo el cuerpo magullado tras la pelea con Ezequiel y algo de sangre seca. Llamo a Lucia en cuando salgo de la ducha pero no me coge el teléfono. Siento que me muero por dentro. Siento que voy a perderme de nuevo en el abismo.
Pasan dos días desde el incidente. No he salido de la cama y mi padre tampoco me ha molestado. No se que puedo hacer, no se que debo hacer. Necesito hablar con Lucia. Necesito que me perdone.
Me suena el teléfono. Es Adrián.
— Veo que no os habéis ido— me dice.
— Mi padre tiene billete para la semana que viene. Yo... necesito el perdón de Lucia. Adrián créeme que yo no quería todo esto.
— Lucia está con Ezequiel....— suspiro.
— Se que no te gusta para ella — le digo.
— Tampoco me gustas tu— me replica.
— Solo quiero su perdón, y su amistad. Es mi hermana, aunque dentro de mi sienta otra cosa... no voy a permitir que nunca más pase— Oigo como suspira.
— ¿Te acuerdas de mi yate?— le digo que si— mañana por la mañana, a las 7 te quiero ahí. Estará abierto, entra y quédate abajo hasta que estemos en alta mar. Y... escuchame Nil... no te prometo que vaya a perdonarte.
— Gracias.
— No me las des. Lo hago porque creo que ella también necesita hablarlo para poder digerirlo y estar bien.
No duermo. Estoy nervioso aunque no quiero demostrarlo. A las 6 salgo del ático y en media hora estoy delante del barco. Tal y como me dijo Adrián, está abierto. Subo y bajo hasta el camerino y me quedó ahí. Me siento sobre la cama y espero. Espero y espero. A las 8 oigo ruido y me asomo a la puerta. Es Lucia.
— ¿Dónde me llevas Adrián? — Le pregunta ella.
— Sorpresa ojazos. En un par de horas llegaremos. — Solo tengo que star un par de horas más aquí.
Cuando pasa ese rato siento que el barco de para y pronto oigo una moto alejarse. Creo que es mi momento de salir. Respiro hondo y subo arriba. Pronto veo a Lucia y en cuanto ella se gira ve ve grita. La he asustado. Me acerco a ella.
— ¿Que haces aquí?— me grita.
— Tenemos que hablar— Veo que mira hacia el mar. A lo lejos se ve la moto de Adrián.
— Oh... ¿Adrián lo sabía? Me las va a pagar.
— Por favor Lucia..— le insisto.
— NO tengo nada que hablar contigo. Te pasaste. Me obligaste....
— Jamás... — Suspiro— Lucia que conozco, tu misma lo dijiste, que parece que te leo la mente y sabía en todo momento lo que tu cuerpo pedía.
— Te dije que no—
— Pero no me querías decir eso— le digo.
— ¿He sido un juego para ti? — Me dice. Me acerco un poco a ella.
— Nunca ha sido un juego Lucia. AL principio solo quería ayudar a mi padre pero... te conocí y... jamás te haría daño. Tienes que creerme.
Se queda callada y veo como us cabeza maquina y piensa. Le doy tiempo. Le doy espacio. Me quedo de pie, inmóvil. No quiero asustarla.
— No puedo parar de recordar ciertas cosas y...
— NO sabíamos que éramos hermanos. Y... a fin de cuentas, lo somos pero porque nos lo han dicho.
— Nil... yo...
— NO quiero nada más de ti que saber que tengo una hermana, que tengo familia y que vas a estar bien...— Le digo. Se acerca ahora ella a mi.
— Oh Nil... yo sabia que eras bueno, me di cuenta enseguida. — Me acaricia con su mano mi mejilla. Cierro los ojos al sentir su contacto.
— Perdóname. Nunca debí dejar que todo esto llegara tan lejos y nunca debí dejar de tomarme las pastillas... lo siento Lucia—
No me dice nada y me abraza. Hunde su cabeza en mi pecho y yo siento que todo va a estar bien. Me siento bien.
— Te perdono y me gustaría que formaras parte de mi vida Nil... aunque tienes que darme tiempo. Eze....
— No te preocupes Lucia. Lo entiendo. Con saber que me perdonas, me basta.
— Te perdono Nil y espero que también me perdones tu a mi.
— ¿Porqué?— Le pregunto.
— Porque te hice daño, porque jugué contigo para conseguir a Eze y porque aunque contigo sentí cosas extraordinarias nunca me llegué a imaginar una vida contigo— Me duele que me diga eso pero lo entiendo.
— ¿Sería mucho pedir un último beso? — Veo en su cara miedo. Quizá no debí decirlo, pero lo que siento por ella es demasiado fuerte.— Perdón... no debí decirlo.
— Nil... eres mi hermano y si te doy un beso no se si podría parar.... — Trago saliva ante sus palabras. Y recuerdo lo que me dijo mi padre. Paciencia. Y eso voy a tener.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora