Capítulo 2

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**ADRIÁN**

Lucia es igual que su madre aunque se empeña en negarlo. Como quiero a esa niña. Pero se ha enamorado del tío equivocado. Quiero mucho a Ezequiel también, para mi todos ellos son como mis hijos. Pero no es para ella. Él no la puede hacer feliz. Lucia no lo sabe, pero en realidad no busca un chico como él en su vida. Ella necesita alguien distinto. Alguien que le enseñe a disfrutar sin miedos.
Un rato después de que Lucia apareciera con la cara larga y los labios hinchados porque Eze la había besado, ha venido Diego, su padre, mi amigo, con la comida que he encargado en mi restaurante. Todos creen que he dejado mi negocio con la droga. A Diego y a Dani, que eran mis socios, les quedaba grande y no quisieron seguir, les dije que vale, que lo dejábamos todos pero les mentí. Para que nadie sospechara de mi gran suma de dinero, además de los 6 concesionarios que tengo repartidos por Barcelona, Almería y Madrid, me compré hace 6 años un restaurante que ya ha ganado 3 estrellas Michelin.
Comemos. Lucia sigue de morros y veo a su padre preocupado. Está comiendo sentada en su hamaca bajo la sombrilla. Diego está charlando con Dunia y Dani se ha alejado para coger una llamada. Creo que era María por algo de la reforma de la casa. Tengo ganas de ir a ver como a quedado. Le pediré a Dani que me la deje una semana en cuanto este todo listo. Podría llevarme a Lucia. Le vendrá bien despejarse, estar sin Eze y quizá conocer algún chico guapo. No se si a su padre le gustará la idea. Me acerco a ella.
— Deja de preocuparte ojazos. Da igual cuales sean sus motivos para comportarse así... él lo ha decidido así. Pensar en ello, agobiarte por ello no va a cambiar nada. Pasa página. Si te quiere, vendrá. Si no... puerta — Creo que va a llorar. Se lo noto, pero se está aguantando, quizá pro su padre — Ven... vámonos, he traído el Maserati. Demos un paseo— Sonríe. No ha probado bocado. Voy a inventarme algo. Lucia ya está cogiendo su mochila.
— Diego tengo que ir al restaurante un segundo, Lucia se viene conmigo — La mira, Lucia le sonríe y él asiente. Le tiendo la mano y me la coge. Buena chica. Vamos a hacerte sonreír ojazos.
Cuando llegamos al coche ya está sonriendo. Le gusta. Le gusta mucho este coche y juro que cuando lo compré lo hice pensando en ella. Sabía que le iba a gustar e iba a ser mi regalo para sus 18, pero luego llegó con su elaborada lista de porqué no pensaba sacarse el carnet de conducir, pues me lo quedé para mi, pero para ella. Solo lo cojo cuando se que voy a verla. Es su coche.
Lucia a mi me ha salvado, y se lo debo todo. Aunque me casé con Karina, ella siempre tuvo claro que mi María iba a estar siempre en mi corazón. La quise como a ninguna y la sigo queriendo. Escogió a Diego y lo acepté. Y aunque he podido disfrutarla mucho tiempo más, hace un par de años decidí pararlo. Me dolía demasiado. Cuando nació Lucia para mi fue un regalo. La vi y me enamoré perdidamente de ella. Fue como sostener de nuevo en brazos a Mía o a Leah y María pudo verlo en mis ojos. Por eso siempre me han dejado que me apegara tanto a ella. Soy su padrino. Yo la sostuve en mis brazos en su bautizo y yo estoy como su tutor en caso de que les pasase algo a sus padres. Lo daría todo por ella.
Conduzco por las calles de Barcelona, ella ha bajado la ventanilla y disfruta el paseo. Ya se donde voy a ir. La voy a dejar conducir. Sabe conducir, la llevo enseñando desde los 16 años. Es nuestro secreto. Si quisiera sacarse el carnet aprobaría sin problemas, porque además es muy lista. Cuando descubre donde vamos me mira y la veo emocionarse.
— Tú siempre sabes lo que necesito — Tiene 21 años pero sigue siendo una niña. Creo que aun no ha tenido relaciones, de eso no hablamos pero esas cosas se notan y ella sigue pura.
Conduce durante un buen rato. Derrapa en alguna ocasión y eso le gusta. Aquí puede hacerlo sin miedo. Hemos venido al circuito de Montmeló, conozco al gerente que lleva todo el tema de los alquileres y le he pedido que nos dejara un hueco. Lo haría sin rechistar. Los coches que tiene ahí para cuando un particular quiere ir a descargar adrenalina, se los he cedido yo, gratis, a cambio de acceso ilimitado, y de entradas de palco y box en todas las carreras. Lucia aprieta el acelerador. Con su madre nunca fui capaz de subirme. A ella no me permito dejarla sola.
Dos horas después salimos y vamos a la Roca Village a comer algo y a pasear por las tiendas. Vamos vestidos de playa pero pronto estamos con las manos cargadas de bolsas y entramos en unos baños a cambiarnos. Yo he escogido un pantalón tejano y una camisa negra de Armani. Ella se ha cogido un conjunto en La perla y un vestido en Michael Kors. Mientras se sigue cambiando voy a comprarle unas sandalias blancas atadas al tobillos Jimmy Choo que hemos visto y se que le han gustado, pero se ha negado a que se lo comprase, le ha parecido que regalarle el conjunto de ropa interior y el vestido ya eran suficiente. Pero no para mi.
Está preciosa. Como siempre. Ya estamos presentables. Se acerca a mi.
— Ya parecemos otros — Se ríe.
La dejé en casa a las 11 de la noche. Por suerte Diego no estaba si no me hubiera caído bronca.
A veces me siento muy solo. Y mi piso es grande. No se cuantas veces me he mudado. Vivimos Karina y yo bastante tiempo en un ático en la calle Balmes, luego nos cambiamos y cuando se fue a Londres yo volví a mudarme. Yo lo he escogido. Preferí quedarme, aquí, cerca de María y de Lucia, pero podría haberme ido con ella a Londres. Yerai, mi hijo, aunque él ya sabe que yo lo adopté, está viviendo en las Filipinas con su mujer y aunque voy a verles a menudo, mi relación con él se enfrió tras el nacimiento de su hijo. Él decía que yo era su abuelo, pero su mujer decía que no, y ganó su mujer. Lo respeto, a veces por la mujer a la que amamos cometemos locuras y errores y yo no voy a ser nadie para decirle si eso en cuestión lo es o no.
Tengo ganas de hablar con María, la llamo.
— Hola ojazos — le digo nada más oír como descuelga el teléfono.
— No sé porqué, pero sabía que me ibas a llamar. Diego me ha llamado esta tarde y me ha dicho que te has llevado a Lucia por ahí. Dime... ¿que le pasa a mi pequeña?—
— Pues que se ha enamorado del tío equivocado me temo. Ezequiel ha empezado a jugar y diría que con todo esto Lucia va a salir perdiendo — María y yo hablamos mucho de Lucia. Por algún motivo que aun no logramos ver, Lucia desde pequeña le ha declarado la guerra a su madre y si no fuese por mi o por Diego, María casi no sabría nada de la vida de su hija.
— Adrián déjala que se equivoque — Ni hablar. Sufrirá — Tenemos que llevarnos palos antes de encontrar el amor.
— No tiene porqué ser así — Encontré a Judith y si no hubiera muerto, ella hubiera sido el amor de vida. Pero murió y te conocí, mi María.
— Está quedando todo precioso — Ha cambiado de tema. No quiere seguir hablando de eso. Está bien - Ya solo quedan un par de cosas que acabaré la semana que viene.
— Oigo ruido, ¿estás en el coche?—
— Si voy de camino. Llegaré sobre las 6 de la mañana— no me gusta que conduzca de noche, sola y un camino tan largo.
— Podría haberte acompañado. —
— Lo sé... pero mi hija te necesita más que yo. Te cuelgo Adrián voy a llamar a Diego. —
— Está bien. Cuidado. Por favor — Odio no poder cuidar de ella.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora