Capítulo 41

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**LUCIA**

No se cuanto rato me paso llorando, pero cuando paro, tengo la sensación de que nunca voy a volver a ser la misma, que agujero del pecho no se va a ir nunca y que esta rotura en el corazón no se va a curar jamás. Me escuece la cara y me noto lo ojos hinchados. Empieza mi móvil a sonar. Se que no es Eze porque para él tengo una melodía distinta. No me importa quien sea, ahora mismo no me apetece ver a nadie. No necesito a nadie. Solo volver atrás, al viernes y no separarme de él. Si hubiera estado con él... Vuelvo a llorar con fuerza al recordar la foto. Maldita sea. Mi teléfono vuelve a sonar. Me temo que no va a parar en toda la mañana, así que al final lo cojo, al menos para ponerlo en silencio. Veo que es mi madre. Pues lo siento porque es con la que menos me apetece hablar ahora mismo. Le cuelgo, pongo el móvil en silencio y lo lanzo sobre la cama. No quiero hablar con nadie.
Me quedo dormida. Me despierto por culpa de una pesadilla. Ni con estas puedo dormir. Una pesadilla con la misma mierda. Una pesadilla donde se repite la misma historia. Estaba viendo a Eze con otra chica pasear de la mano por la playa, besándola, cogiéndola, jurándole amor eterno. Me despierto empapada en sudor, con el corazón latiendo fuerte y rápido. Me duele el pecho. Necesito que se me vaya ya esta sensación. Decido meterme en la ducha, me quito la ropa cuando de pronto suena el timbre. Sea quien sea no me apetece ver a nadie. Jimena está trabajando hasta las 9 de la noche y  a ella es a la única a la que quiero ver para contarle bien como me siento. Dejo que el timbre suene. Pero insiste. Me pongo una toalla por encima y voy a la puerta. Miro por el portero... es Eze. El corazón se salta un par de latidos al verle. Su padre ha debido de llamarle y darle mi mensaje. No quiero verle. No. Aprieto el botón del micrófono.
—Vete — le digo.
— Lucia por favor... ábreme. No es lo que parece— las lágrimas vuelven a brotar por mis mejillas. Que valor tiene.
— Me da igual lo que parezca. Estabas en la playa con otra tía mientras yo estaba en casa estudiando, y no me lo contaste — a través de la cara veo como se toca el pelo, como cuando está nervioso — Vete, déjame sola.
— Lucia—
— Que te vayas joder — Veo como se queda unos segundos mirando la puerta para luego irse. Mejor así. Se acabó. Tiene que acabarse.
Empiezo a llorar de nuevo con fuerza. Vuelvo a la cama, donde mejor me siento ahora mismo. Cojo fuerte la almohada y de nuevo ahogo mis gritos en ella. No puedo con esto. Duele demasiado.
Me despiertan unas manos acariciando mi cabeza. Me asusto. Cuando me giro es Adrián, al verle me lanzo sobre sus brazos como una niña pequeña y me acurruco en su pecho. No sé como ha entrado, pero ahora mismo necesitaba esto y mucho. Vuelvo a llorar como una tonta hasta que me seco por dentro mientras él me acaricia el pelo y me acuna.
— Deberías hablar con él — me dice. Estamos ambos en la terraza, tomando él una cerveza y yo una CocaCola. Estoy algo más tranquila, aunque el nudo de la garganta a penas me deja ni tragar.
— No tengo nada que hablar. Me da igual si la ha besado o se la ha follado o lo que haya hecho... estaba con ella, punto. Eso si es verdad. Eso ya me molesta — Adrián suspira.
— Pero todo tiene un porqué —
— Pues que se lo cuente a las putas revistas —
No hablamos mas del tema. Supongo que ve la crispación en mis palabras y entiende que no pienso dar mi brazo a torcer. Eze me ha traicionado. Punto. Que se vaya. Seguro que lo que le pasa es que echa de menos a todas esas chicas con las que antes jugaba tras todas sus sesiones de fotos. Chicas con cuerpos de escándalo. Tallas perfectas. Culos perfectos. Tetas operadas. Extensiones de pestañas. Tías dispuestas a todo. Que seguramente saben de todo y lo hacen todo de puta madre. Tías que le van a Eze. Su prototipo. No yo. ¿A quien voy a engañar? ¿Si es que... qué cojones hacía conmigo?
Adrián se niega a irse. Me cuenta que las llaves se las ha dado mi madre. Me sorprende que no haya venido ella montando aquí un escándalo de los suyos y le cuento mi sorpresa a Adrián.
— Aunque te cueste creerlo tú madre te conoce y te quiere y entiende lo que estás pasando. Aunque se moría de ganas de venir a consolarte ella misma, sabe que no es a ella a quien necesitas, muy a su pesar Lucia... y me ha llamado — me duele oír eso. La quiero, es mi madre. Pero si que es verdad que con ella no me siento tan cómoda — y tu padre está trabajando.
— Yo la quiero tito, pero... — me hace callar con sus brazos y me abraza.
— Ya... desde pequeña te pasa. Sabemos que la quieres, ella lo sabe. —
— Me duele mucho tito — le digo con lágrimas en los ojos.
— Se te pasará ojazos —
Adrián se va solo cuando Jimena me llama para decirme que viene de camino a casa. Solo después de prepararme algo de comer y de obligarme al menos a comerme medio plato. A pesar de yo insistirle en que no me entraba nada. Cuando se va, por fin, a pesar de que su compañía ha sido gratificante, respiro aliviada. Voy a buscar mi teléfono que lo había dejado en silencio encima de la cama y encuentro 17 llamadas de Eze y un montón de WhatsApp.
Amor por favor, ábreme * 12.13h
Lucía no es lo que parece... *12.35h
Joder... déjame que te cuente amor, que no estaba haciendo nada con esa chica. * 13.23h
Amor, te quiero más que a mi vida, llámame * 15.12h

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora