Capítulo 26

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**MARÍA**

Diego y yo estamos bien. Sabe cuanto le amo. Sabe que siempre va a estar por encima de los demás. Lo sabe desde el mismo momento en que lo escogí a él y le pedí matrimonio. Yo... a él. A pesar de que me había pasado media vida huyendo de todo romanticismo, a pesar de que creía que yo no merecía eso, a pesar de durante años creer que yo no podía ser mujer de un solo hombre.
Pero ahora mismo Dani me necesita y Diego tiene que aceptarlo. Ha estado doblando turnos por no estar en casa, lo sé. Yo tengo la culpa. Pero tengo que ayudar a Dani. El divorcio con Dunia le está afectando y yo le quiero. En realidad nunca he dejado de quererle, solo escogí a Diego por encima de los demás. Quizá, siendo realistas, Dani fue el primero en elegir a Dunia, se casó con ella y tuvieron a Ezequiel. Nuestra relación, como tal, no podía ser, aunque él seguía viniendo a escondidas de su matrimonio, ya nunca fue lo mismo.
No todo el mundo ha sabido entenderme. Ni yo misma lo tuve siempre claro. Pero se puede. Se puede querer a más de una persona a la vez. Y yo... yo les quiero a los tres. A Diego, mi marido y padre de mis hijos. A Dani, mi amigo y loco amante y a Adrián mi mayor confidente, y padre de Mía y Leah, mis angelitos del cielo. Creo que la mejor época de mi vida fue cuando estuvimos los 4 juntos. No consigo recordar cual fue concretamente el desencadenante para que nuestra relación se rompiese. Habían muchos. La familia; primero porque no era fácil esconder, cuéntale a tu madre que estás en una relación con tres hombres y que te acuestas con los tres. Imposible. Al final, lo hice y fue difícil de asimilar, así que nos mudamos a Munich... en fin, todo se hizo cuesta arriba cuando empezaron a llegar los celos, las mentiras, el estar lejos de la familia y todo explotó. Se nos rompió la idílica relación.
Cuando me casé con Diego, acordamos, de mutuo acuerdo, que nuestra relación se iba a basar solo en nosotros dos. Lo acepté. Yo le amaba y le sigo amando con tanta intensidad que iba a luchar por él, por nosotros, con uñas y dientes, y si tenía que sacrificar esa parte de mi, pues lo hacía. Solo dios sabe cuanto luché por tenerle, no iba a echarlo a perder por nada. Pero por casualidades del destino, pasados los años, volvimos a caer en nuestros juegos, no fui yo... fue él. Mi marido fue quien lo inició. Dani y Adrián volvieron a formar parte de nuestras vidas. Aunque esta vez no era una relación de cuatro. Eramos Diego y yo, con ellos.
Tenemos unas normas. Una vez al mes nos vemos los cuatro, ahí vale todo. Pasamos la noche fuera y yo acabo jugando con los tres. Luego un fin de semana al mes tengo permitido estar yo sola con Dani, y otro yo a solas con  Adrián. Bueno... Desde que Adrián abandonó el barco, que ahora solo es con Dani. Pero ahora estas normas no valen. Dani me necesita. Diego tiene que entenderlo.
En cuanto Dani me llamó diciendo que Dunia le había echado de casa tuve que salir a verle.
Diego y yo estábamos en la cama. En ese momento no le importó, supo que su amigo estaba mal y que mejor yo para consolarlo. Entendió y supo que lo que yo haría era solo por amistad. Aunque no hablamos de nada, me dijo que fuera. Me dio un beso y me marché. Dani y yo follamos, después de contarme lo sucedido y de yo calmar sus penas, lo hicimos. Dos veces. Es la manera que tenemos él y yo para entendernos. Para consolarnos. No tocaba. Según nuestras normas, no debí hacerlo... pero pasó.
He estado viendo a Dani casi cada día. Estamos buscando un piso, ha decidido dejarle la casa a Dunia. Sin luchar. Sin abogados de por medio. La quiere, eso no lo va a negar y no quiere que le falte de nada. Le deja la casa y una gran suma de dinero. Él se queda la casa de Almería, que es suya, herencia de su abuelo, las dos clínicas, fruto de todo su esfuerzo, y la casa de Andorra, que es a la que solemos ir Diego, él y yo, cuando tenemos nuestros encuentros. Cuando nos vemos follamos. Mientras él busca un piso donde irse a vivir se la chupo y mientras yo le ayudo él me lo come a mi. Así somos.
Cuando llego a casa Diego lo sabe, seguro. Lo sé. Me conoce. Me huele. Me lee entre lineas. Pero no me dice nada. A veces se va a dormir alegando cansancio, otras, supongo que en un intento desesperado de retenerme, me folla hasta la saciedad. Mi Diego. Cree que no le quiero. Pero le quiero más que nunca. Solo que ahora Dani me necesita.
***
Salgo de casa a las 12, voy para la clínica para ver a Dani con la excusa de salir a comer con Lucia para seguir viendo cosas para el piso. Ya casi lo tenemos todo listo. Mi niña se va a ir y a pesar de lo que todos puedan pensar, tengo unas ganas irrefrenables de que lo haga, de que viva y de que sea dueña de su vida. La mejor época de mi vida la pasé en ese mismo piso. A pesar de que yo, por aquel entonces, seguía dudando de mi amor por Nacho, seguía perdida en mi relación con Roy y tenía mis dudas de seguir necesitando a Diego, Dani y a Adrián tanto como hacía un año... al final entendí que mi mejor logro iba a ser tener a Diego.
Cuando estoy llegando mi móvil suena. No conozco el número pero lo cojo.
— Hola Pequeña — Me quedo en shock. Esa voz. Esas palabras. No puede ser.
— ¿Nacho?—
— Me alegra ver que aún me recuerdas — Suelto de golpe el aire que no sabía que estaba reteniendo en mis pulmones. Me echo a un lado para que los transeúntes puedan pasar y yo no estorbarles.
— ¿Que...? ¿Han pasado... que? ¿15 años? — Desapareció. Hasta hoy.
— Veinte pequeña... — Veinte años. Madre mía. Y parece que fue ayer. El tiempo pasa... volando.
— ¿Y justo ahora... porque?—
— Te lo contaré todo... pero en persona... — Se me para el corazón. ¿Acaso está aquí? Lo ultimo que supe de él, fue que se había mudado a Australia. Mantuvimos el contacto un tiempo y luego se acabó.
— ¿Estás aquí? ¿En Barcelona?—
— Llegaré pronto... ¿recuerdas nuestro ático? — Como olvidarlo — El viernes que viene, a las 7, te veo allí.—
Creo que me voy a desmayar.
En cuanto cuelgo el teléfono me quedo mirando la pantalla un buen rato. No me lo creo. No lo puedo creer. Han pasado veinte años. Nacho, mi primer amor, me acaba de llamar. ¿Estoy soñando?
A todos se nos hizo raro cuando dejó de llamarnos. Además de ser mi primer amor, mi Nacho, mi todo, era el mejor amigo de mi hermano Sergio, amigo de mi hermano Pablo y todos éramos una pequeña familia. Se mudó a Australia, sí... pero  mantuvimos el contacto. Nos llamábamos a menudo. Pero de pronto dejó de llamarnos. Simplemente, un día desapareció.
Llamo a Adrián, necesito hablar de esto con alguien. No le cuento nada por teléfono, pero le digo que nos vemos en su casa en media hora. Llamo también a Dani y le aviso de que no voy a ir a verle. Por suerte, no nota que estoy nerviosa. Aviso también a mi hija, creo que ella se alegará un poco más que Dani. La estoy agobiando un poco con todo esto del piso, lo sé.
Nada más entrar por la puerta de Adrián, se que sabe que me pasa algo por como me mira. Como me conoce él, no lo hace nadie. Voy directa a la cocina. Saco una botella de vino de la nevera, una copa del armario, lleno la copa, me la bebo de golpe, Adrián me mira. En cuanto me la he bebido, suelto toda la mierda que llevo dentro.
— Nacho me acaba de llamar — No parece sorprenderse, pero él nunca lo hace, eso no significa nada — No lo entiendo Adrián... de verdad — Doy vueltas por la cocina mientras hablo, él está apoyado en la encimera, mirándome impasible — Veinte años han pasado... no lo recordaba, pero él si. — Resoplo —Dejó de llamarme... y ya no solo eso Adrián... dejó de coger mis llamadas. Y cuando se cansó de ver mi nombre en su pantalla de móvil simplemente se cambió de número de teléfono. Y no solo a mi... también hizo lo mismo con Sergio, con Pablo... con todos. Nos dejó a todos. Y ahora... ¿Que quiere?—
— ¿Que te ha dicho? — Me pregunta sin dejar que termine de hablar.
— Que quiere verme, que quiere contarme algo, pero en persona. Y que sigue teniendo nuestro ático. ¿Te lo puedes creer? — Vuelvo a coger la botella de vino y lleno de nuevo la copa. Doy un trago. Suspiro — Ha sido escuchar su voz Adrián... y... ¿como puede ser que después de tanto tiempo siga sintiéndome así?—
Nacho fue mi primer todo. Era el mejor amigo de mi hermano mayor, Sergio. Me sacaba quince años, pero eso no impidió que yo con 16 años me enamorara de él como una tonta, aunque no fue hasta los 18 que me di cuenta de que eso que sentía por él era amor. A los 18 él se acostó conmigo, iba colocado y se coló en mi cama junto a su amigo Rubén. Ahora lo pienso y ... no se como pudo hacerlo, que es lo que se les pasó por la cabeza. Tenían 35 años y se metieron en mi cama, en la cama de una chica de 18 años, a la que veían como una hermana, es más, la hermana de su mejor amigo. Pasó. Y lejos de marcarme de una manera negativa hizo que todo mi mundo diera un giro de 180 grados y todo girara en torno al sexo.
Creo que desde ese momento fue cuando algo dentro de mi se activó y me volví una adicta al placer. Yo siempre lo quería todo y nunca me saciaba.
Nacho y yo intentamos tirar adelante nuestra historia de amor en varias ocasiones. Muchas. Demasiadas. Y en cada una de ellas algo salía mal. En cada una de ellas. Parece que no estábamos destinados a estar juntos. A pesar de que nuestro amor parecía no marchitarse. Aun, hoy... me acuerdo de él. Y en mi corazón, le sigo recordando con amor. Yo... le sigo queriendo.
Cuando conocí a Diego, a Dani y a Adrián todo se complicó aun más, porque ellos podían darme aquello que yo siempre había anhelado y que Nacho por si solo no podía darme, a pesar de que yo creía que con su amor me bastaba,  no era así.  Cuando me quedé embarazada de Adrián, y nacieron Mía y Leah, la necesidad de darles una familia me hizo, una vez más escoger a Nacho. Adrián desapareció de la faz de la tierra ... aun siendo hijas de Adrián, Nacho las adoptó. Pasaron a ser sus hijas... y murieron en el accidente de coche siendo sus hijas. A ojos de la ley, eran hijas de Nacho. Aunque para la familia nosotros siempre hemos dicho que eran de Adrián, porque Nacho se fue, desapreció... Nadie... ni Lucia, ni Lucas, ni mis sobrinos, ... nadie conoce a Nacho.
He sufrido mucho. Durante esos años... mi vida no paró de joderse. Todo empezó por la desaparición de Adrián, luego la muerte de Mía y Leah, me separé de Nacho, me violaron...
Se me hace difícil recordar ciertas etapas de mi vida. Y más cuando creí haberlas enterrado. Pero aquí están de nuevo. Y no se que puedo hacer.
— Necesito verle Adrián... pero no se si es buena idea... — Cojo la copa de vino y me bebo el resto que me quedaba dejándola vacía de nuevo — Diego y yo no estamos en nuestro mejor momento. Con todo esto de Dani... —Suspiro — Lo está pasando mal, y... no justifico lo que hago, pero... Diego ha dejado de entenderme.—
Se acerca a mi y me acurruca en sus brazos. Adoro cuando hace eso.
— Siempre le dije que no se te podía dominar. Que pedirte que fueras de otra manera a como tu eres solo podía ser temporal. Reconozco que has durado más de lo que me esperaba... pero ya sales a la luz ojazos. Ya quieres ser tú.—
— Yo le quiero. Pero me he cansado de la vida que me ofrece. Y... acostarme con Dani, lo soporta por que es él... me conozco, se como soy, y se como pueden acabar las cosas si voy a ver a Nacho, a pesar de lo enfadada que estoy. Y eso no me lo perdonaría en la vida. Ni yo tampoco me lo perdonaría si le hago esto a Diego.—
Apoyo la oreja en su pecho para abrazarle con fuerza. El sonido de su corazón arremete con fuerza. Sus brazos me rodean y noto como huele mi pelo. Levanto la vida y le miro.
—º Te echo de menos — Le digo de pronto. Se que sabe a que me refiero, porque mira mis labios y no mis ojos. Me pongo de puntillas y le beso.
Mientras le beso siento como me aprieta fuerte contra su cuerpo y como me respira hondo. Me siente. Me está sintiendo muy adentro.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora