Capítulo 19

439 42 1
                                    

**NACHO**

Veinte años hace que no veo a María, aun así no he olvidado su cara, su olor, su risa, su voz... no he olvidado nada de ella. Por eso en cuanto esa chica ha entrado por mi puerta, en cuanto la he visto, ¡dios! Es que es igual que su madre.  
Después de casarme con Lila todo iba bien, vivíamos en el ático de Barcelona y un fin de semana cada 15 días más los miércoles tenía a Nil conmigo. Yo seguía en mi trabajo y a pesar de que María había escogido a Diego y yo había escogido a Lila, sabíamos que nos teníamos el uno al otro. Al menos una vez por semana salíamos a cenar y charlábamos. Luego Julia me dijo que se iba a vivir a Australia con Héctor, que le había salido una gran oportunidad de trabajo y no la podían desaprovechar, ella tenía la custodia, yo poco podía decir, se llevaba a Nil.
Lo pensé mucho. Julia iba a irse en un par de semanas y yo no tenía tiempo. ¿Qué podía escoger? Escogí a mi hijo antes que a María, aunque en realidad sabía que todo esto también lo hacía por ella. Se lo comenté a Lila pero ella no quiso irse. Discutimos. Discutimos más y ahí acabó mi matrimonio, un año después de haber empezado.
Con María mantuve el contacto algunos meses más hasta que supe que estaba embarazada. Para María yo siempre he sido su primer amor, su Nacho, lo sé y lo he sabido siempre, e irme de su lado fue también por ella. Quiere a Diego, pero siempre me iba a tener a mi presente. Así que por ella, por su hijo, y por todo su futuro me despedí de ella para siempre.
Iba a ser fácil. Miles de kilometros nos iban a separar. Y fueron pasando los años y aunque los primeros aun mantuvimos algún contacto poco a poco nos fuimos distanciando y yo acabé quedando en el olvido.
Pero fue tras el accidente, hace dos años, que me di cuenta que morir sin María iba a ser un error. Estuve en coma dos semanas y juro que en cada minuto de ese estado solo pensaba en ella, que nada más despertar me la imaginé a ella y que se que solo quiero al menos verla una vez más. Lo necesito. Así que me armé de valor y le conté toda mi historía a mi hijo.
Le conté desde el momento en que su hermano Sergio, por aquel entonces mi mejor amigo, me llamó para decirme que su hermana pequeña ya había nacido, y como todos fuimos a verla al hospital. Como poco a poco acabé perteneciendo a su vida como uno más de su familia. Me convertí en su hermano, en su amigo, en su padre, en su protector. Yo lo daba todo por esa niña, igual que Pablo, Sergio o Rubén. Le conté como cuando ella acababa de cumplir los 18 años Rubén y yo colocados, siguiendo nuestros juegos de siempre de compartir a mujeres, la desvirgamos y como me acabé enamorando como un tonto. Le conté nuestra macabra historia de amor y todos nuestros  tropiezos. Las veces que lo intentamos y todas las veces que rompimos. Cuantas veces le juré que nunca la dejaría y todas las veces que ella me dejó o lo hice yo, por ella. Le hablé de Mía y de Leah, nuestras hijas, y le enseñé sus fotos. Fotos que guardaba con todo el dolor del mundo para que nadie hiciera preguntas. Fotos de María. Fotos de los dos. De nuestro amor. De su niñez. Le conté todo. Esa historia que me había guardado para mi y que ahora por fin podía compartir.
Me quedé, tras el accidente, postrado en una silla de ruedas. Por suerte parece ser reversible. Poco a poco con mucha rehabilitación voy consiguiendo algo de tonificación y algo más de movimiento. Pero me cuesta. Sigo aquí sentado. Mi hijo me ayuda mucho aunque puedo valerme por mi mismo. Necesito verla.
Jamás vendí el ático de Barcelona. Lo cerré a cal y canto rezando para que ningún ocupa lo encontrara. Cuando le conté a Nil mis planes de volver a Barcelona me dijo que se venía conmigo.
He estado en Barcelona por 8 meses sin atreverme a ir a verla o a llamarla. A penas he salido de casa. Nil me ha tenido que sacar a rastras a Menorca de vacaciones porque parecía una alma en pena.
— Papá, me dijiste de venir aquí para buscar a María, pero no haces nada — Y tiene toda la razón del mundo. Pero no quiero trastocarle su feliz vida.
Y qué pequeño es el mundo. Mi María, más bien su hija, ha entrado por la puerta de mi casa, no he tenido yo que salir a buscarla.
Casi se me sale el corazón cuando mi hijo ha entrado con esa muchacha a casa. Es igual que ella. Demasiado igual. Solo podía ser su hija, eso, o estaba metido en la serie Dark y yo no me había dado cuenta. Está en nuestros genes. Estamos predestinados a estar juntos y a mi hijo parece pasarle lo mismo.
— ¿María García? — Mi hijo me está mirando pero yo solo puedo mirarla a ella. Es asombroso. El mismo color de pelo. El mismo color de ojos. La misma nariz. Quizá su hija es algo mas robusta pero... es asombrosamente parecida. No ha sacado nada a su padre.
— Papá... ¿Tú María?—
Respiro hondo. Veamos. Tengo que gestionar todo esto. ¿Está aquí María? ¿Ha venido con ella? Me están empezando a sudar las manos.
— Lucia ¿verdad? — Me dice que si con la cabeza, la pobre está asustada — tranquila, todo esto no es más que una bonita casualidad, yo es que fui amigo de tu madre.—
— Mi tío dice que no me acerque a ti — ¡Vaya! ¿Pablo le ha dicho eso? ¿Por qué le habrá dicho eso Pablo? Se que Sergio no ha sido.
— ¿Pablo? — Veo en su cara desconcierto. Creo que no nos estamos entendiendo. Así que me armo de valor y le digo a mi hijo que me traiga el álbum de fotos que guardo en mi mesita de noche.
— Lucia por favor siéntate, tranquila.—
Cuando Nil me trae el álbum saco de dentro un par de fotos. No se las voy a mostrar todas. No soy yo quien debe contarle esta historia. Yo solo voy a hablarle de mi. Le saco una foto mía de cuando tenía 35 años, en la que estoy junto a su madre, abrazado. Además en esa foto es una calcomanía suya.
— Este soy yo, y esta es tu madre. Y no entiendo porque tu tío Pablo ha podido decirte eso porque éramos muy buenos amigos, bueno alguna vez estuvo un poco molesto pero no creo que él te dijera eso.—
— No.. ha sido mi tío Adrián — Vaya sorpresa. Llama tio a Adrián. Ahora me cuadra más la cosa — será mejor que me vaya.—
Se ha asustado. Nil intenta pararla pero ella no se detiene. Se van los dos fuera y yo me quedo en el salón ojeando el álbum de fotos. Mi María. Que cerca te tengo ya y ahora no me pienso echar atrás.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora