Capítulo 35

335 32 0
                                    

**MARÍA**

Abro la puerta del jardín para que Adrián pueda meter el coche dentro de nuestra parcela, Diego no está. Hace un par de horas que se ha ido a trabajar y desde que María se fue, la casa se me antoja muy sola cuando él se va a trabajar.
En cuanto lo veo, puedo ver en su cara que algo no va bien. Parece desencajada. Es tarde. La luna brilla con intensidad y hace calor, aunque no tanto como los días anteriores. En cuanto baja del coche su semblante es distinto al de otras veces y siento que realmente si que me necesita. Camino hasta él sin decirle nada, abriéndole los brazos. Me deja totalmente en shock cuando al llegar junto a él, cae de rodillas y me abraza con la cabeza apoyada en mi vientre. Me dejo hacer y rodeo con mis brazos su cabeza. Acaricio su pelo y le acuno con mi cuerpo.
Nunca le había visto así. Le dejo que se ahogue en mi cuerpo un rato. La verdad es que tampoco no se que decirle. Adrián siempre ha sido el fuerte y verle así me hace temblar a mi también. Cuando por fin se calma y se pone en pie me percato que incluso ha llorado.
— Adrián... -- Digo casi sin voz.
— Dime que hoy puedes darme eso que siempre me has dicho que anhelas de mi y que nunca quiero darte María — Se lo que me pide.
Desde que hace más de dos años decidió salirse del juego, me dejó totalmente rota y han sido varias las ocasiones en las que le he pedido algún beso, o alguna caricia para saciar mi sed, pero el siempre me ha rechazado diciendo que le dolía mas tenerme poco que no tenerme nada. Pero... desde que Diego vino a buscarme tras haber hablado con Nacho, cuando me derrumbé por haber olvidado el aniversario de la muerte de Mía y Leah, le juré que solo iba a amarle a él. Que acepté casarme con él y solo con él y que con eso me bastaba. El sábado llamé a Dani y le dije que lo nuestro se había acabado. No pensé que tuviera que darle explicaciones a Adrián pues él fue quien me dejó primero... pero ahora, ahora quizá si tengo que dárselas. Aunque viéndole así... no se si soy capaz.
— ¿Puedes darme tú cuerpo ojazos? Te necesito... — Coge con sus manos mi cara y pega su frente a la mía. Le respiro. Él cierra los ojos y yo hago lo mismo.
— Prometí a Diego no volver a hacerlo Adrián... — le digo. Me suelta y se aparta de mi unos centímetros. Lo justo para poder mirarme bien a los ojos.
— ¿Por qué no me dijiste que sabías que te había ocultado lo de Julia? — Me pregunta.
Creo que empiezo a entender porque está así. Debe de haber ido a hablar con Nacho y le habrá estado provocando con sus palabras. Nacho puede ser muy cabrón cuando quiere. Y aún así, mi corazón sigue amándole como ese primer amor que nunca se olvida.
— Porque ya no importa. Y porque te conozco y se que todo lo que haces ... siempre lo haces por mi bien— Se aparta de mi y vuelve hasta el coche. Está nervioso. Abre la puerta y veo que se sienta.
No puedo permitir que se vaya así. No sé que podría hacer en su estado. Le conozco. Adrián sabe controlarse hasta que llega al extremo, punto en el que está ahora, y no tiene control ninguno. Me acerco a él y vuelvo a abrir la puerta del coche que ya había cerrado para irse.
— No voy a dejar que te vayas.—
— Si no vas a besarme... voy a buscar consuelo en otro cuerpo.—
— ¿Dónde? — Le pregunto. No es que no me importe que se vaya con otra. Siempre me ha dado celos, aunque jamás he podido quejarme, claro está, soy la primera que está casada y que ahora encima le estoy rechazando, pero... en este estado, no se de lo que es capaz.
— ¿Celosa? — Entrecierro los ojos — No me respondas. Claro que si. Siempre has sido muy posesiva conmigo. Me lo dejaste claro nada más conocerme. Yo era él único al que no podías ver con ninguna otra mujer... y aun así, te casaste con Diego en vez de conmigo a pesar de yo te pedí matrimonio María. A pesar de que tuvimos dos hijas... — Se me escoge el estomago. Voy a irme cuando me agarra del brazo y tira con tanta fuerza que caigo sobre sus piernas. Quedo apretada entre el volante y su cuerpo. Respiro fuerte. Él en cambio ahora parece mucho más tranquilo que cuando ha llegado.
— ¿Por qué haces esto...? ¿Has venido a pelearte conmigo? — Le digo aguantando las lágrimas que insisten en salir.
— He venido a follar contigo María. Porque te necesito. He venido a sentir de nuevo tu boca en mi polla y poder lamerte para recordar tu sabor. Escuchar de nuevo tus gemidos y que me hagas olvidar de una puta vez la mierda que Nacho me ha hecho recordar — Oír todo eso de su boca hace que me ponga cachonda. No lo puedo evitar. Necesito salir de aquí y así lo hago. Salgo corriendo y entro en la casa.
Cuando llego dentro me apoyo en la pared del pasillo y respiro hondo. Adrián ha conseguido lo que quería. Desequilibrar mi mente y mi cuerpo. Sabe que me ha excitado. Sabe que me ha hecho recordar. Me conoce bien. Poco después aparece por la puerta y se queda mirándome, desde el otro lado del pasillo.
— No te acerques — le digo.
— No lo haré — me dice —dejaré que lo hagas tú.
— No lo haré Adrián-- Le digo furiosa. Furiosa conmigo misma, porque no se si voy a poder cumplir mi palabra con Diego.
— Claro... —
Se queda ahí. De pie, mirándome un buen rato. Yo, intento no mirarle, pero sentir que él si lo hace, me hace mirarle de vez en cuando. Siento la humedad entre mis piernas y los pezones duros. Llevo tanto tiempo necesitándole, anhelándole...
— Adrián... — le digo cuando creo que mis fuerzas están a punto de acabarse — Por favor... no me dejes hacerlo. Déjame ayudarte de otra manera. Vamos a la cocina, bebamos un vino, hablemos de lo que Nacho te ha dicho... pero por favor, ayúdame a ser mejor para Diego — cuando acabo de hablar me doy cuenta de que he empezado a llorar.
— ¿Te das cuenta de lo que dices? ¿Ser mejor para él? Él sabía perfectamente quien eras cuando se casó contigo. Tú ya eres mejor que nadie... — Me rindo y empiezo a llorar sin poder remediarlo. Adrián sigue quieto donde yo le había dicho que se quedara quieto. Y como veo que él no viene a consolarme soy yo, tal y como él predijo, quien va hacía él para buscar consuelo.
Cuando lo hago me abre los brazos y hundo mi cara en su pecho. Lloro. No es justo. ¿Cómo hemos llegado a esto?
— No tienes que ser mejor para nadie María... solo tienes que ser tú. Se que lo amas. Pero él no te ama a ti ojazos... él solo quiere a la María que tu le has querido dar — La cabeza me da vueltas.
El dolor que siento empieza a convertirse en rabia en cuando me doy cuenta de que tiene razón.  Que Diego me amó mucho... pero que luego simplemente acabó queriendo a la mujer que yo le demostré que podía ser para él, aquel que él siempre había querido que fuese.
— Déjame amarte ojazos... déjame — me dice con sus labios pegados prácticamente a los míos. Le miro y como si de una película se tratase empiezo a ver toda mi vida junto a él. Como si fuese una película.
— Hazlo... — Le digo con el corazón a mil — Hazlo Adrián.
-- 804 días — me dice justo antes de besarme.
Su lengua y la mía juegan y aunque estoy sedienta de placer no paro de pensar en lo que me ha dicho.
— 804 días hace que no podía tenerte... permíteme tomarme mi tiempo — En cuanto lo dice, me coge del culo y me coge en brazos, yo abro mis piernas para agarrarme con ellas a sus caderas.
— A la habitación de invitados... — Le digo. No me siento cómoda haciéndolo en la cama dónde duermo con Diego. 
Debo de haberme quedado dormida después del tercer orgasmo. Cuando Adrián decidió usar mi cuerpo para ver si yo era capaz de aguantar sin correrme tan solo con él soplándome en mi clítoris. Lo consiguió... el muy canalla consiguió que me corriera.
Cuando me despierto Adrián no está, miro el reloj que llevo en la muñeca y veo que son las 5 de la mañana. Diego llegara a las 10. Me levanto para ver si se ha ido o dónde está y me lo encuentro en la cocina, totalmente desnudo bebiendo un vaso de agua. Joder... cuanto echaba de menos estas vistas.
— Estás preciosa cuando te despiertas — me dice al verme de pie observándole.
— Y tú irresistible así... desnudo — En cuanto lo digo caigo en la cuenta de lo he hecho y se me escapa un suspiro. Adrián viene a mi lado.
— Jamás tienes que avergonzarte de quien eres. Esta eres tú. Diego lo sabía cuando te conoció. Si él no te quiere así... sabe por dónde puede irse — Que diga eso me hace temblar. Yo no quiero que Diego se vaya de mi vida.
— Adrián... ¿Te importaría que esto fuera un secreto? — Suelta aire de golpe y se aparta de mi. Se que no le ha gustado. Lo sabía antes de decírselo, pero no puedo romper mi matrimonio por esto. No puedo.
— Será mejor que me vaya...—
—Espera por favor— le agarro de brazo, me mira— Solo necesito tiempo. Son más de 20 años de matrimonio.  Le suelto cuando veo que deja de hacer resistencia y me acerco, le abrazo agarrándome a su cintura. Pronto siento como se le pone dura y se la miro.
— Fíjate... hasta enfadado me provocas — Me agacho y le doy un pequeño lametón, su polla se sacude. Él gruñe - Ahora no pares ojazos — No pensaba hacerlo.

Descubriendo a LuciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora