CAPÍTULO V "OLOR A CEREZA"

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— ¿Listo Corey?

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— ¿Listo Corey?

— Qué mierda, me tomará un siglo llegar al salón — no me importó tampoco, miré mi horario y entré a mi primera clase, literatura, mi favorita —, huele a éxito propio éste salón — tomé asiento hasta atrás, en la orilla, como siempre, poco a poco el salón se fue llenando, de pronto, ese maldito olor a cereza asqueroso —, no puede ser señor ¿Qué hice para merecer esto? — miré a un extremo y ahí estaba, la rojita, sonriendo con sus amigas como si no me hubiera arruinado la existencia, no puedo creerlo ¿Qué estaba pensando cuando dejé perder el ciclo escolar? Mierda —, no lo puedo creer — estaba sonriendo cuando me miró, la ignoré cuando la vi acercarse.

— ¿Que haces aquí? — me preguntó entre dientes mientras le sonreía a unas personas que pasaron cerca.

— Es la pregunta más estúpida que me han hecho en años, ésto es una escuela, si estoy aquí es porque estudio aquí ¿No es lógico, roja? ¿No es malditamente lógico? Lo es, realmente lo es y no me hagas recordar que me tomó veinte minutos llegar hasta aquí.

— No deberías de estar en este grado, a menos que seas traga años, luces más grande.

— ¿Y eso qué tiene que ver contigo? ¿No pude tomarle un año sabático?

— ¿Un año sabático? ¿En serio? ¿A un año de entrar a la universidad? No me trago ese cuento.

— Me importa un carajo ¿Okay? — seguí dibujando, ella no se iba — ¿Quieres mi autógrafo?

— No me interesan tus autógrafos, solo no menciones lo del accidente — susurro lo último.

— No molestes, puede ocurrir — un profesor de buena apariencia y de unos quince años entró al salón.

— Buen día, soy el profesor Simon Beckett y les partiré la clase de literatura ¿Qué les parece si comenzamos con Orgullo y Prejuicio?

— ¿Qué? — dije sin pensar.

— ¿Quién dijo eso? — ya abrí mi boca, total, levanté la mano — ¿Cuál es su problema señor?

— Hills, Corey Hills, am ¿Qué clase de escuela es esta? ¿Orgullo y Prejuicio? ¿En serio? ¿En dónde está la profesora Ginzburg.

— Ella no dará la clase estas semanas.

— Entonces volveré cuando ella esté aquí.

— Disculpa?

— ¿Orgullo y Prejuicio? ¿Cree que tenemos diez años?

— Oh, ya que usted es un erudito de la literatura, le propondré algo, si no me responde mis preguntas de al menos diez clásicos, lo echaré de la clase, si lo hace, será el asesor de la doctora Ginzburg.

— Oh, qué rudo — dije —, trato hecho.

— Primera novela moderna.

— Le Quijote.

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