Rachel Black creyó tener una vida perfecta: un novio ejemplar y padres talentosos e importantes para la élite de Londres; sin embargo, los oscuros secretos que aquellos guardan la posicionan en un ambiente de mafia, corrupción y parafilias sexuales...
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— Podemos subirnos a otro si quieres.
— Me gusta esa idea, pero primero quiero comprar un algodón de azúcar ¿Has visto los diseños que hacen? Son muy bonitos y deliciosos.
— Claro que sí señorita, quiero uno de muchos colores.
Sin soltar su mano comenzamos a buscar el puesto que vendía algodón de azúcar y cuando lo encontramos, casi jalo a Ariel.
— Buenas tardes, me puede dar dos algodones de azúcar, uno en forma de una flor y otro de — miré a Ariel — ¿De que forma quieres el tuyo?
— Lo que tú quieras, me lo comeré de todas formas.
— Bien, me da otro en firma de flor, por favor — una vez que nos dieron nuestros algodones y pagamos, comenzamos a caminar —, no soy fan de lo dulce, pero los algodones de azúcar son mi debilidad.
— Creo que estoy igual que tú, siempre quedaba batido con estas cosas cuando papá me compraba uno.
— Son deliciosos aunque si eres pequeño te sube la azúcar hasta las nubes — reí.
— Mi papá dice que me daba mucha risa cuando me comía uno de esos y caminaba como borrachito.
— Intento imaginar un mini Ariel, caminando como si el piso se moviera, eso es gracioso.
— Lo era, mi papá siempre fue más un padre que un mafioso ¿Sabes?
— Eso debe de ser bonito, no importando a qué se dedicaba tomaba su tiempo de ser tu papá.
— Cuando él se fue todo cambió, Anwar controla la cabeza de mi madre, en algún momento tendré la oportunidad de apartarme de ellos, Anwar está envenenado por la avaricia, eso le ha costado la vida a muchos de los nuestros.
— ¿Porque siempre tiene que haber alguien que esté lleno de avaricia?
— Todos la tenemos, pero de diferentes cosas, los Murr de dinero, Anwar de dinero, tu hermano, de poder, yo, de ti.
— Lo bueno es que no tienes que pelear con nadie por mi, porque yo no pienso estar con nadie sino eres tú.
— Eso suena bien para mí — miró el reloj —, tenemos que ir a cenar ¿Pizza?
— Suena bien, que rápido se fue el tiempo.
— Así pasa cuando estás con la persona correcta.
— El tiempo vuela — subimos a su auto y condujo a una pizzería cerca — ¿Quieres comer aquí o la pedimos para llevar?
— Podemos comer aquí.
— Perfecto — pedimos nuestra orden y nos fuimos a sentar — ¿Cómo van las cosas en la escuela?
— Bien, estudio a Dante Alighieri para que tú hermano no me haga quedar como un idiota.
— Es muy bueno en ese tema, le encanta leer y sobre todo analizar más allá de la mente y corazón.
