CAPÍTULO XXVIII "VISITAS INESPERADAS"

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Después de aquel encuentro con Yarah Keane no podía sacarme su mirada de la cabeza, pensaba en ella todo el tiempo, no la había visto desde el ataque a Corey y mucho menos acercarme a ella, la situación me enloquecida

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Después de aquel encuentro con Yarah Keane no podía sacarme su mirada de la cabeza, pensaba en ella todo el tiempo, no la había visto desde el ataque a Corey y mucho menos acercarme a ella, la situación me enloquecida.

Ya que mi primo estaba bien, pude pensar con detenimiento qué es lo que haría para encontrarme con Yarah otra vez. 

—¿Michael?

—Perdón Harry ¿Qué decías? 

—Dios ¿Qué pasa contigo? ¿Sigues preocupado por Corey? Él está bien ahora, deja de pensar cosas que no, está totalmente fuera de peligro. 

—No es eso, colega. 

—¿Entonces?

—Estoy enamorado. 

—Que Emma no sepa eso ¿De quién?

—De Yarah Keane. 

—¿Yarah Keane? ¿Quieres morir? Porque yo creo que morirás sea como sea, ya sea que te mate Ariel o el mismo Corey por fijarte en una gitana. 

—Me vuelve loco, necesito verla, escuché que hay una fiesta en su territorio, ella tiene que estar ahí. 

—Michael, no vas a ir al territorio de los gitanos y creer que vas a salir ileso después de que casi matan a Corey y a Shantall ¿Estás loco? 

—No puedo dormir, solo estoy pensando en ella, su mirada, es tan ardiente. 

—Dios mío Michael James, estás jodido. 

—Tengo que ir. 

—Que no, hombre. 

—Entonces ven conmigo ¿Te invitan no? 

—Sí, pero nunca voy. 

—Éste año si irás, iremos y yo voy a ver a Yarah de una vez por todas. 

—Harás que nos maten Wolffer. 

—Necesito de tu ayuda. 

—Iré, iré, iré, ya, si nos matan qué más da, todo sea por el amor o el embrujo que la mujer te tiró. 

—Cállate, no es ninguna bruja.

—¿Entonces por qué te comportas como embrujado? 

—Es amor, es eso ¿Vienes o no? 

—Sí, pero tenemos que vestirnos cómo debe ser —después de vestirnos de tal modo que pasaríamos desapercibidos fuimos hasta el territorio de los gitanos, había mucha gente en las calles con rumba en vivo—, vaya, hay mucha gente, al menos no son diez y así no nos notan. 

—Eso te dije, pero siempre exageras. 

—¿Y dónde está la dama que deseas ver? —camimanos varias cuadras hasta llegar a un tumulto, había mujeres bailando rumba gitana como si hubieran nacido con el ritmo en el cuerpo, giraban alrededor de una fogata y entonces la vi, la mujer de piel canela que había derretido mi voluntad en las brazas de su ser— ¿Michael? 

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