CAPÍTULO XXIX "SHEWOLF"

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No están para saberlo, pero el Dante XXI (o sea yo), no duerme mucho desde que su madre murió, dupliqué mi desconfianza, mi actividad diaria, todo, todo al doble, aunque el sueño fue lo único que reduje

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No están para saberlo, pero el Dante XXI (o sea yo), no duerme mucho desde que su madre murió, dupliqué mi desconfianza, mi actividad diaria, todo, todo al doble, aunque el sueño fue lo único que reduje. No había visto a mi rojita en diecisiete horas y pues, creo que no se muere uno de no ver a su amor.

Eran casi las dos de la mañana cuando mi cabeza comenzó a jugarme bien sucio, no podía dejar el tema de lado, tengo que resolver todo esto y tomar la ventaja debida antes de que todo termine bien jodido.

Entre mis pendientes y actos siguientes estaba hablar con Amanda, tengo que saber qué tan metida está en los problemas de los Murr y sobre todo, hacerle creer que hago esas preguntas por ella y no por su dulce y hermosa hija ¿En serio tengo que ocultar mi amorío con Rachel?

Hice un gesto, mierda, sí, tengo que hacerlo, Amanda es como la bruja del mar, solo que en roja, le tocaba ser la sirena pero es muy maldita para ello, creo que la sirenita es su divina hija.

No tuve opción y fui a buscar a Amanda dónde sé que va a estar, así que acudí a esa maldita casa de citas en donde todo el mundo es gusto de todo el mundo, es como una cueva renacentista donde andar desnudo es la moda.

Ya me conocían así que no objetaron, fui a mi espacio que aún existe (no sé por qué mierdas si tiene mucho que no vengo), me coloqué el antifaz negro y sin una prenda encima, fui en busca de la maldita de mi suegra.

Quiero cerrar los ojos para no ver mujeres y mucho menos hombres, pero bueno, no hay muchas opciones, estaba por pasar de largo cuando escuché la demandante voz de Amanda mientras estiraba un látigo detrás de una cortina, tenía a un idiota bajo su dominio, caminaba a su alrededor y le daba instrucciones, el sujeto ya sangraba, rodé los ojos, seguramente así de estúpido me vi.

-No me mires -le ordenó al aparente rubio que, ya más cerca, me pareció familiar.

-Hola -es obvio que con todas las mierdas que tengo tatuadas soy inconfundible para cualquier mujer que me ha visto desnudo, me miró de pies a cabeza y se masajeó los senos mientras clavaba su mirada en la parte céntrica de mi cuerpo, ya saben dónde, no me hagan entrar en detalles- ¿Te gusta mucho la vista? -puso la pierna encima del sumiso, se tocó de manera lasciva el cuerpo y pues, hace unos años eso hubiera sido como unos chocokrispis para un infante, a mí ya no me prenden tan fácil.

-Poseidón, volviste.

-Oh, no te emociones tanto, Shewolf, no vine a qué me azotes.

-¿Para qué vienes sino es para jugar un rato? No tiene sentido, cariño.

-Vine porque es imposible tomarte en serio en otro lado ¿Podemos hablar en privado? Obvio la condición es que dejes el látigo con el que le pegas al idiota aquí -sonreí, ella creyó que estaba en una especie de rol (no les voy a explicar qué es, imaginen), dejó el látigo y le ordeno al idiota que no se moviera, me siguió hasta una zona apartada, entramos a una habitación privada, me azotó en la pared, estaba temblorosa, ansiosa, deseosa- ¿Aún sigo dentro del rango de los adolescentes que te gustan? ¿Cuál es tu límite? ¿Cualquiera que sea más joven que Claude?

▪️𝑰𝑵𝑭𝑰𝑬𝑹𝑵𝑶▪️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora