Rachel Black creyó tener una vida perfecta: un novio ejemplar y padres talentosos e importantes para la élite de Londres; sin embargo, los oscuros secretos que aquellos guardan la posicionan en un ambiente de mafia, corrupción y parafilias sexuales...
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Este lugar es muy hermoso, pero también muy grande así que era de esperarse que al buscar a Corey, el cual debe de conocer bien este lugar, no lo encontrara. Me rendí después de un momento y mejor fui a sentarme un rato, me encontré con María José durmiendo a su pequeña Quetzalli, es una bebé muy hermosa y sobre todo encantadora.
—Hola María José —susurré para evitar que a la bebé se le espantara el sueño.
—Hola Rachel ¿Buscas a Corey? Está con José Manuel en la oficina, ya sabes son como niños —dejó a su pequeña recostada y se sentó en el sofá que se encontraba cerca, por inercia me senté también—, José Manuel siempre trata a sus amigos como si fueran sus hermanos menores, es interesante que tenga una relación con Corey, es muy joven, bueno, hay otro pequeño también, Giordano —suspiró—, no son hombres fáciles Rachel, no esperes que lo sea en algún momento, no lo será, jamás.
—Creo que es algo que sigo tratando de asimilar, Corey es muy diferente y no sé cómo manejarlo, pero tampoco me quiero alejar de él.
—No se puede, yo conocí a ese bobo de José Manuel un uno de noviembre, para el veintitrés de diciembre ya elegía morir en su lugar, es un hombre que ama rápido, hace amigos rápido, olvida rápido y sí, todo rápido; no sabes, lo odiaba, era una garrapata en mi cabeza y cuando me di cuenta, ya daba la hora en su lugar, así son ellos, rápidos.
—A eso le temo, a veces las cosas rápidas terminan igual de rápidas y sinceramente no quiero que nada de esto termine. Corey es esa persona a la que no me gustaría perder, no hay algo que me haga decidir alejarme de él.
—No lo hagas, a partir del momento en el que decidieron ambos saltar, depende de dos si llegan al suelo o vuelan Rachel, es difícil porque ellos salen y no sabes si volverán o no, creo que si me resistí a amar a José Manuel antes fue por eso, porque temía perderlo, aún temo perderlo, pero como lo ves, es un guerrero, lleva casi un año de quimioterapias, he visto lo que esa mierda hace con la gente que amas y él, simplemente hace cosas como las de hace unos días, no sé cómo, pero pelea como pocas personas lo harán en el mundo.
—Por todo lo que me dices solo puedo pensar en que José Manuel no solo está peleando contra sus enemigos, sino también contra el tiempo y sinceramente no sé cómo puedes soportar la angustia de saber si volverá o no. Lo viví por primera vez hace unos días y me quería morir, nunca me había preocupado así por alguien, pero lo hago por él y quiero pensar que no está mal preocuparme por Corey.
—¿Por qué lo estaría? Amar es amar, mujer, sin reservas, si quieres tener reservas compra un maldito granero, amar es darle una pistola cargada al otro mientras le ruegas que no te dispare.
—¿Qué pasará si lo hace? Si por una u otra razón decide disparar, creo que eso es lo que realmente me aterra.
—Me casé con José Manuel a principios del año pasado, no quería hacerlo, mi parte consciente no quería porque me miraba al espejo y decía "no lo amas", un par de meses después fue el cumpleaños de su mejor amigo, habíamos peleado porque le dije en las peores circunstancias que estaba embarazada y no me creyó que fuera su bebé, cuando estuve dispuesta a darle una prueba de ADN lo encontré en la cama con su ex esposa, Gabriela, lo odié, pero tenía dos opciones: mantener mi postura o soltar y aferrarme a lo que seguía, me costó mucho perdonarle eso, a lo que voy es lo siguiente; habrá momentos en los que se equivocará tanto que lo vas a odiar, pero de ti depende si continúas o no, a veces hay cosas que no se perdonan, pero no tuve reparo en hacerlo cuando estuve lista.