Rachel Black creyó tener una vida perfecta: un novio ejemplar y padres talentosos e importantes para la élite de Londres; sin embargo, los oscuros secretos que aquellos guardan la posicionan en un ambiente de mafia, corrupción y parafilias sexuales...
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Se limpió la boca, mi labial no se va a remover tan fácil —, supongo que no — exhaló —, estudia el paraíso de La Divina Comedia, entiende lo que lees, no con ésto — me señaló el estómago —, hazlo con ésto —, señaló mi corazón y mi frente —, si todos hubieran pensado como tú, nadie hubiera imaginado que detrás de una piedra insignificante puede haber un diamante.
— Intentaré hacerlo, voy a dejar que todo eso entre no solo a mi mente, pero también a mi corazón y cuando menos lo esperes voy a entender las referencias que haces.
— No son tan difíciles, tú lo haces difícil, debes de dejar de ser prejuiciosa.
— Nunca me a gustado, pero lo intentaré, es lo único que me queda.
— ¿Por qué tenías que atropellarme? Pudimos conocernos en mejores términos, ahora estoy en desventaja en todo sentido.
— Tal vez si no te hubiera atropellado nunca de hubiera hablado aunque estuvieras en mis clases.
— No pude cargar las muletas — exhaló con irritación —, ésto es tan frustrante.
— Si tienes paciencia y dejas de golpearte, vas a mejorar.
— Aigh, tú qué sabes de frustraciones, roja, podrías ser la capitana de las porristas si quisieras, en cambio yo, no tengo sentido ¿Entiendes? Simplemente no tengo sentido ¿Acaso te parezco que tengo sentido? ¡No! ¡No lo tengo!
— Eso dices tú, pero no falta aquella persona que te encuentre sentido.
— Me gusta mi muralla inescalable que he creado a mi alrededor porque estoy harto de las personas que mienten.
— No todas las personas mienten y tienes que aprender a distinguirlas porque sino te vas a perder de muchas cosas.
— No me importa, solo me salen las cosas mejor, voy a escribir otra versión de "Hágalo usted mismo".
— Eres tan testarudo que hay veces que no te entiendo.
— No es necesario — sacó mi teléfono de su bolsillo, lo desbloqueó y borró todo lo que había conseguido ésta noche, abrí mucho la boca ¿Cómo supo mi contraseña?
— Me podrías decir que dónde sacaste mi contraseña, ni siquiera mi madre la conoce.
— ¿Acaso yo soy tú madre? No me culpes por el hecho de que eres predecible, roja — me ofreció el teléfono, lo iba a tomar y evitó que lo tocara — ¿En serio fuiste al kilómetro 81 sólo a amenazarme?
— Parece que no me entiendes cuando te digo que necesito pasar esa clase. Es mi entrada a la universidad que quiero y la oportunidad más grande que me han dado gracias a mi esfuerzo.
— Pues no es lo que dicen, comentan que vas a ir a la Universidad de Londres gracias a tú mamá, nunca me dejo llevar por lo que cuentan, pero tú actitud en literatura me hace creer que es verdad, todo el mundo cree que eres engreída porque sabes que irás, pases la materia o no, en ti está demostrar lo contrario.