CAPÍTULO XLVII "SENSACIÓN DE ALIVIO"

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Dos o tres duchas diarias, dos o tres pastillas, dos o tres horas de sueño y ya comienzo a alucinar

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Dos o tres duchas diarias, dos o tres pastillas, dos o tres horas de sueño y ya comienzo a alucinar. Me senté en la sala de mi departamento a analizar lo que estaba pasando: estoy mal, estoy peor que nunca y ni siquiera lo vi venir, supongo que eso pasa cuando ignoras por mucho tiempo algo que te está golpeando la cara, en cualquier momento te saca los ojos. 

Tenía que dormir medicado para caer profundo y no tener de vuelta esos sueños perturbadores, sentir ansiedad y recurrir a los hielos en mis pelotas para no pasar líneas. 

Cuando tengo a Rachel cerca en lo único que pienso es en cruzar límites. Pero no quiero, me niego a qué conozca esa parte de mí y en su cabeza solo circulen cuestiones del porque estoy tan jodido siendo tan joven. 

No podía evitar esa sensación en el cuello, ese aroma de su cabello y después su mirada de desprecio. Fui al baño a vomitar y justo cuando me lavaba los dientes me miré fijamente al espejo. 

—Parece que nunca me voy a deshacer de ti ¿Por qué no solo haces lo sabes que debes hacer y acabamos con esto? —dijo mi imagen en el espejo, tragué saliva. 

—No lo haré —respondí. 

—Tú y yo sabemos cómo termina eso siempre, si no quieres terminar entre las piernas de Emily o Amanda, lo ideal sería que le digas a Rachel lo duro y violento que te gusta esto ¿O qué harás? ¿La vas a tomar por la fuerza? 

—No haré eso. 

—Entonces autocomplácete, porque si no lo haces vas a terminar abusando de alguien y tú y yo sabemos quién es. 

—¡Eso no va a pasar! 

—No puedes huir de lo que eres Corey, estás acostumbrado a que todo el mundo te deje solo, a utilizar lo que necesitas y largarte, como Amanda te enseñó, Shantall prefirió arriesgar su vida en lugar de decirte que salía con Keane, Michael prefiere las piernas de Yarah y Rachel no te soporta y por eso no le encuentra sentido a esto de perseguir al loco Wolffer, aquí no está Nicole, esa roja solo te dio una mala idea de lo que debió ser, solo estás tú, las piernas de Amanda, las de Emily Rose y las de Rachel ¿Cuáles quieres más abiertas? 

—¡Cállate! 

—Sabes que es verdad, tienes diecisiete años, activo sexualmente desde hace cinco y a la fuerza —rió— ¿Qué hombre tiene sexo a la fuerza? ¡Tú! 

—No era un hombre entonces.

—Ni ahora, tal vez tu padre tenga razón y si eres rarito ¿Te gustan los hombres Corey? 

—El que no haya querido estar con una mujer a mis doce no significa que no me gusten. 

—No estuviste con una, por eso estuviste con tres, aunque esa pelirroja lo arruinó todo, por eso eres tan sensible ahora ¿Vas a seguir usando los hielos en tus pelotas o prefieres deshacerte de todo eso que te está volviendo loco! ¿Quieres a Rachel? ¡Toma a Rachel! ¡Muestrale cómo lo hacen los hombres como tú! 

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