Regalo

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El día programado para la inseminación, dejaron a los niños en la escuela y fueron a la clínica.

-¿Amor, tú estás bien? - Preguntó Irene, tomando la mano de Tamara.

-Estoy un poco nerviosa.

-Mantén la calma, mi amor. – Besó a Tamara - Todo saldrá bien.

-No debí haber aceptado hacer esta prueba. Creo que estoy nerviosa por esto.

-Pero, piensa conmigo, mi vida: si funciona será maravilloso, ¿no?

-Sí. Pero, ¿y si no es así?

-Si no es así, no hay problema, amor. - abrazó a Tamara - Es solo un intento, no tienes que culparte por nada.

-Gracias, amor. Tu apoyo es todo lo que necesito.

-De nada, amor. - besó a Tamara - Ahora cálmate porque de lo contrario la médica no podrá hacer el procedimiento hoy.

-Necesito beber agua.

-Déjame que te lo traiga.

Irene fue a buscar el agua y se la dio a Tamara. La médica las llamó a la sala.

-Buen día.

-Buen día. - dijo Irene.

-Buen día. - dijo Tamara, tras respirar hondo.

-¿Cómo te estás sintiendo? - preguntó la médica a Tamara.

-Un poco nerviosa, pero estoy bien.

-Es normal sentirse ansiosa, pero te garantizo que el procedimiento es el mismo que hicimos con tu esposa. No será nada diferente.

-OKAY. Yo creo.

-Si funciona, solo será diferente más adelante. Pero serás monitoreada de cerca por mí. Cualquier duda o incertidumbre me la puede preguntar. Estoy aquí por esto.

-Confío en usted, doctora. Si dices que no pasa nada, estoy más relajada.

-Puedes creer. ¿Vamos allá?

-Sí.

Irene siguió de cerca la inyección de huevo y, tan pronto como Tamara fue liberada, la ayudó a levantarse y la abrazó hasta que llegó al coche.

-Espera, yo abro para ti, amor.

-Qué exageración, Irene. Yo estoy bien.

-¿Recuerdas cómo hiciste conmigo? Entonces, ahora espere.

-Está bien, acepto.

-Súbete con cuidado.

-Sí, señora.

Irene cerró la puerta y se dirigió al asiento del conductor.

-¿Lista, amor? ¿Ya te has puesto el cinturón?

-Sí, amor. Puedes ir.

-Prometo ir muy despacio.

-Amor...

-Shhh - Irene miró a Tamara fingiendo estar enojada.

-Está bien, no me quejaré más.

Cuando llegaron a casa, Tamara estaba a punto de salir del auto, pero Irene no la dejó.

-¿Espera, por favor?

-Está bueno.

Irene le abrió la puerta del coche a Tamara y la abrazó hasta llegar el sofá.

-Acuéstate y relájate, amor.

-Estoy bien, no te preocupes.

-Sólo estaré tranquila cuando sepa que funcionó.

Fly con vos (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora