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Tamara se despertó con los besos de Irene.

-Buen día, amor. - dijo Tamara.

-Buenos días dormilona. – Dijo Irene – Mira, me voy sola y te dejo aquí.

-Tú no harías eso. – Tamara tiró de Irene para darle un beso – Estás tan hermosa y fragante.

-Solo quedas tú ahora. Ve a tomar tu ducha pronto. Bajaré con las maletas y te esperaré allí.

- Qué ansiedad, amor. Todavía queda mucho tiempo para el vuelo.

-Quiero llegar al aeropuerto mucho antes. No podemos perder este vuelo.

-Está bien, ganaste. Yo tampoco quiero perder el vuelo.

Cuando Tamara estuvo lista, bajó las escaleras y encontró a Irene en la cocina.

-Mmm. – Irene abrazó a Tamara y la olió – Ahora sí. Guapa. - Besó a Tamara.

-¿Crees que parezco una abuela? – Tamara miró su ropa – No tengo ropa para este evento.

-Estás perfecta, amor. – Irene arregló el cuello de la camisa de Tamara – La abuela más hermosa del mundo.

-Esa eres tú. – Besó a Irene – Abuela que parece una madre. Nadie creerá que Ruth es tu hija.

-Exagerada. – Besó a Tamara – Es mi hija y hasta el día de hoy recuerdo el día que supimos que estaba esperando una niña. Mi madre estaba tan feliz. – Irene se emocionó – Le encantaría ser bisabuela. Lástima que no vivió para verlo.

-Amor - Tamara abrazó a Irene - No llores, me parte el corazón. Tu madre es muy feliz, esté donde esté. – Secó las lágrimas de Irene – ¿Vamos?

-Lo haremos. - Empezó a salir de la cocina - Tengo la sensación de que se me olvidó algo.

-Revisaste las maletas unas 20 veces. Dudo que todavía falte algo.

-Era algo que necesitaba hacer antes de irme. – Dijo Irene pensativa – Oh, ya sé. Era la merienda de Alex, no puedo olvidar prepararla. - dijo Irene y fue a la nevera - Si se despierta y la lonchera no está lista, se enfada.

-Que la prepare la empleada, amor. Ella ya sabe cómo tiene que ser.

-De ninguna manera. Hago hincapié. Él conoce la diferencia y se quejará. Mejor evitar confusiones, no estaremos aquí para cálmalo.

-Me encanta tu preocupación por Alex. Ahora es un adulto, trabaja y lo tratas como a un bebé.

-Él no dejó de ser un bebé para mí. No cuesta nada y es importante que se sienta amado. – Irene dejó la lonchera en la mesa – Está bien, podemos irnos.

Tan pronto como llegaron al aeropuerto, sonó el teléfono de Irene.

-Buenos días hijo. De nada, mi amor. Subamos al avión en un rato. Mama Tam también te manda un beso. Te amo.

-Realmente es un amor. – dijo Tamara emocionada.

-Se encargó de darme las gracias por la merienda. Así que no puedo evitar preparar cada vez que puedo.

-Tienes razón, amor. Él es un ángel.

-Nuestro angelito.

Después de unas horas de vuelo, aterrizaron en Estocolmo.

-Bienvenidas, mamás. – Dijo Ruth – ¿Cómo estuvo el viaje?

-Exhaustiva. – Dijo Irene – Pero, estamos bien. ¿Y tú, hija mía? Estás tan hermosa embarazada. – Pasó su mano por el vientre de Ruth – Hola, cariño. La abuela vino a verte.

Fly con vos (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora