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YoonGi se levantó aquel sábado con toda la pereza sobre su cuerpo

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YoonGi se levantó aquel sábado con toda la pereza sobre su cuerpo. Tenía unas ganas inmensas de seguir durmiendo, abrazado a su almohada, cubierto por las sábanas de la cama.

Bajó las escaleras encontrándose con su hermano sentado en el último escalón, medio dormido.

Lo observó por unos momentos antes de colocarse junto a él, poner la cabeza en su hombro y cerrar los ojos.

—Cachorros... —la voz de Jeonghyun sonó suave y adormecedora—, arriba, es hora de comenzar el día.

—¿Por qué no mejor economizamos energía? —JungKook asintió, aún entre sueños.

—Hay demasiadas cosas que hacer —contestó acercándose a ambos, acariciando los cabellos del menor—, así que nada de ser perezosos. A mover esos traseros.

—Pero, papáaaaa...

—Uh-uh —negó—. Arriba, ya está listo el desayuno.

YoonGi gruñó cuando su padre se alejó hacia la cocina. A regañadientes, abrió los ojos y se levantó, tomando a su hermano del brazo y obligándolo a caminar hasta el comedor. El mayor tuvo que sostenerlo cuando tropezó con la alfombra.

—Cuidado, Kook.

Se sentaron en sus lugares, preparándose un sandwich en espera de sus padres.

Jeonghyun les llevó unas compoteras con fruta y le sirvió a ambos un poco de leche de fresa, YoonGi ni siquiera se dio cuenta de eso.

—¿Y mamá?

—Dormida todavía, ayer llegó muy cansada de la reunión.

Se sentó junto a los cachorros, y comenzaron a comer.

—Ahh, ¡esta leche está deliciosa, papá! —comentó YoonGi limpiando su bigote— ¿dónde la compraste?

Jeonghyun soltó una risita.

—Se nota que sigues dormido, cariño. Es la que trajo tu amigo ayer —el menor escupió lo que tenía en la boca— ¡Min YoonGi!

—¡Lo siento! Pero puede tener un hechizo de amor o algo así.

Su padre rodó los ojos, levantándose para ir a buscar un paño y pasárselo al menor, que comenzó a limpiar todo.

—No seas así, pequeño, HoSeokie vino con la mejor intención del mundo a entregarte la botella y tú la desprecias.

—Concuerdo con papi, además está muy rica, hyung. —Jeonghyun se acercó, limpiándole el bigote con una servilleta.

—Cuidado con ensuciarte, mi vida.

YoonGi no dijo nada más, terminándose el desayuno y la leche de mala gana. Disfrutando, en silencio, del dulce sabor en su paladar.

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Destino o Casualidad - jhs & mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora