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El primer pensamiento que cruzó por su cabeza aquel sábado fue la imagen del lobo omega en el cuerpo de YoonGi

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El primer pensamiento que cruzó por su cabeza aquel sábado fue la imagen del lobo omega en el cuerpo de YoonGi.

Orbes esmeraldas más hermosos que cualquier joya existente, la fragancia dulce y balsámica a vainilla que lo llevaba al cielo con solo olfatearla, aquel roce de los labios del mayor contra su piel... Aún podía sentir una pequeña presión, como si continuarán allí.

Una pregunta surgió ante aquellos pensamientos.

¿Cómo sería la forma animal de YoonGi?

Tenía claro que sus ojos permanecerían verdes y que probablemente era más pequeño que él. Pero... ¿Qué tanto? ¿Podría esconderse bajo él? ¿Y su pelaje? ¿De qué color sería? ¿Qué textura tendría?

Su lobo aulló curioso.

Se levantó con una sonrisa radiante, tenía la idea perfecta para pasar el día juntos y disfrutar al aire libre.

Salió de casa cerca de las once de la mañana, completamente preparado para  invitarlo a almorzar y después ir al bosque.

Si es que aceptaba.

Al llegar tocó el timbre y esperó que le abrieran.

—¡Voy! —la voz de JungKook sonó enseguida—. ¿Quié-...? ¿Hobi hyung?

—Hola, Jungkookie. ¿Está YoonGi? —el menor asintió feliz, al parecer sus hyungs ya no estaban enojados.

—En su cuarto.

—¿Puedes llamarlo? Quiero preguntarle algo.

—¿Por qué no pasas y aprovechas de comer algo? —interrumpió una voz detrás de ambos.

—Señor Min, buenos días. No quisiera molestar, solo vengo a ver si hyung quiere salir conmigo.

—Pues ve y pregúntale, apuesto que estará encantado.

HoSeok no alcanzó a replicar antes de ser arrastrado hacia el interior de la casa, dejando al mayor en la entrada.

Era la primera vez que entraba conscientemente al lugar y le pareció gigantesco, en el living habían dos sofás individuales y otro familiar, más un plasma gigante y una mesa de centro; por el rabillo del ojo pudo apreciar un comedor de ocho personas, y a lo lejos la cocina con un extenso mesón de mármol, estufa eléctrica y refrigerador de dos puertas. Subieron unas escaleras de caracol que lo marearon levemente antes de llegar al segundo piso, donde caminaron por un pasillo con varias habitaciones.

–Tenemos una sala de cine y otra de música en el piso de abajo —explicó el menor—, además del baño de invitados por supuesto, ya que los demás son privados. Este es el cuarto de hyung, y ese de allá —dijo señalando el último del pasillo— es el mío, por si necesita algo.

—Gracias, Kook.

—No hay de que.

Y se fue dejándolo solo en medio del pasillo, con la duda entre tocar y no tocar la puerta.

Destino o Casualidad - jhs & mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora