3O

479 60 11
                                    

-¡JiMinnie!

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-¡JiMinnie!

El omega se tensó ante aquella voz, dándose la vuelta para ver al alfa en la puerta del aula.

A pesar de ir en el mismo nivel, tenían horarios distintos que rara vez coincidían. Los lunes no coordinaban en ninguno, por eso se sorprendió cuando lo vio llegar, justo después de la primera hora.

TaeHyung se acercó a paso lento, agradecido de estar solos, sin embargo, JiMin no pensaba quedarse, guardó las cosas y lo esquivó, queriendo huir de allí.

El alfa agarró rápidamente su muñeca, sintiendo aquella mágica corriente pasar por su cuerpo.

-Bebé, escúchame, por favor -le pidió suave, moviéndose hasta quedar frente a él. Trató de tomar sus manos, pero el omega las retiró con brusquedad-. Mi amor...

-Déjame en paz, TaeHyung. Vete con ese otro chico. Yo no te necesito.

-JiMinnie, estamos destinados, obviamente nos necesitamos.

-Eso no te importó cuando lo besaste.

-No lo entiendes -negó con una sonrisa triste-. Los necesito a ambos, a ti y a él. Los quiero, son míos. Mis omegas.

-¿Tuyos? ¿Me estás diciendo que estás unido a él también? -el menor asintió, feliz de que lo hubiera entendido-. Es la mejor mentira que has dicho en toda tu vida, Kim.

-No es una mentira. Mi lobo lo siente así.

-¡Pues dile a tu lobo que se joda! ¡No te creo nada! ¡Eres un maldito idiota mentiroso!

-No digas malas palabras. -lo regañó bajito.

-Malas palabras mi trasero, maldito hijo de p-...

-¡Park JiMin!

El omega calló de inmediato, la sorpresa y un leve temor lo dejaron mudo, sintiendo a su lobo hacerse pequeñito en su interior.

TaeHyung también se sorprendió, pocas veces usaba ese tono, más aún si era contra su pareja, pero no pudo evitarlo, lo habían criado con la idea de que las groserías no eran buenas y por eso lo regañaba cuando las decía, pero jamás había usado su voz de mando contra él.

-J-JiMin...

-Te detesto. -escupió enojado, sintiendo el cuerpo tembloroso bajo el efecto de la voz de alfa.

-Bebé... -murmuró arrepentido, acercando su mano.

-¡No me toques! -chilló molesto-. No quiero nada tuyo.

El omega se alejó dejándolo con la palabra en la boca, sintiendo como el pecho le ardía al haberlo rechazado, pero volvería a caer en sus mentiras nunca más.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Destino o Casualidad - jhs & mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora