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B.S.

Lo agarró firmemente de las caderas evitando que se escapara, pasando su lengua de manera lenta y casi tortuosa por aquel anillo rosado, sintiendo el lubricante resbalar por su quijada y caer a las sábanas

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Lo agarró firmemente de las caderas evitando que se escapara, pasando su lengua de manera lenta y casi tortuosa por aquel anillo rosado, sintiendo el lubricante resbalar por su quijada y caer a las sábanas.

Una mano se posó en su cabeza, tirando con desesperación su cabello, alentándolo a seguir.

Los gemidos de NamJoon eran música para sus oídos, sus súplicas desesperadas se traducían como órdenes que estaba dispuesto a cumplirlas hasta el fin de los días.

—J-Jin... ¡Ah!... M-Más... ¡Más!

Forzó levemente su entrada, fingiendo penetraciones cortas y rápidas que llevaron al omega al límite de la cordura.

Amaba la voz NamJoon. Escucharlo hablar en un tono tranquilo, divertido, escucharlo reír, bromear o tartamudear, fuera cual fuera la forma en que aquella voz sonara, caía enamorado sin poder evitarlo.

Y aquel día descubría una nueva versión, y la favorita de todas ellas.

Cada suspiro, cada gemido, cada jadeo lo volvían adicto.

Y como cualquiera con una adicción, necesitaba más.

Se separó de él con una idea en su cabeza.

—¿Q-Qué pasa? —preguntó el omega confundido, observando como parte de su esencia se deslizaba por el mentón del alfa. Enrojeció pensando en una tontería— ¿Sabe mal?

¿Mal?

Para SeokJin era la sustancia más deliciosa que había probado en la vida.

Dulce, adictiva, atrayente.

—En lo absoluto. Eres como el postre de manzana más deleitable del mundo —le aseguró recogiendo la esencia que resbala por su quijada , llevándola hasta sus labios para saborearla. NamJoon lo observó curioso, haciéndolo sonreír—. ¿Quieres?

—¿Qué?

Se acercó uniendo sus bocas, besándolo como si no hubiera un mañana. El omega jadeó, posando ambos manos en su nuca, sintiendo el líquido dulce en el paladar.

Se separaron con un hilo de saliva uniéndolos.

—Quiero intentar algo más, NamJoon, pero solo si tú me dejas.

—¿Qué cosa?

—Quiero penetrante con mis dedos.

El menor se sonrojó.

—Está bien... —cedió, sintiendo a su lobo feliz. Pero... ¿y él? ¿Estaba disfrutándolo? ¿Siquiera se excitó un poco con la situación? No quiso preguntarle, así que antes que se separara, llevó una mano a su entrepierna, arrancándole un gruñido.

Destino o Casualidad - jhs & mygDonde viven las historias. Descúbrelo ahora