REINVENTANDO A BIANCA.
-¿Se puede saber qué te pasa por la cabeza, Van Der Woodsen?- Pero ni Chase, y ni siquiera ese nombre, fueron capaces de descentrarme ni por un solo momento de lo que había pasado dos horas y cincuenta y seis minutos antes.
No es como si lo hubieses contado o algo, ¿eh?
Era demasiado irreal. ¿Cómo era posible que Álvaro se hubiese interesado por mí de esa manera? ¿¡Y cómo era posible que yo le hubiese dicho que sí a continuar lo que fuera que tuviésemos después de un par de besos!? Que no hubiese besado a nadie antes no cambiaba que me estuviese comportando como Jenna en Awkward.
¿Y esa mierda de reacción impulsiva cuando he visto a Archibald besarse con Gema?
Vaya, plantéate que a lo mejor estabas un poco celosa. Has preguntado a Chase quién era nada más llegar.
~Eso solo ha sido curiosidad, y lo sabes.~
Jamás, en toda mi vida, se me pasaría por la cabeza estar celosa de tal imbécil. Yo podía hacer lo que quisiera con mi vida, y él haría lo propio. Por mucho que él me dijese que éramos amigos, aún seguía dudándolo mucho. Así que tenía que haber otra explicación.
-Bianca...
Me detuve en seco, ignorando los comentarios de Chase sobre mi estado de ausencia actual. Puede que fuera por eso. Seguro que era eso. Yo lo había hecho exclusivamente... ¡Por querer ser su amiga!
Sí. Casualmente desde un principio supiste que era una zorra, y por eso directamente actuaste como si te hubiese llevado el mismísimo demonio, y aceptaste la propuesta enfermiza de Álvaro.
No... Eso no tenía mucho sentido, la verdad. O sí, porque puede que yo, al verle y mirarle, ya le estuviera diciendo con la mente que se alejase de ella, y él, ignorándome por no hacerme caso, como siempre...
Oh, mierda. Me había quedado sin palabras para la película que estaba montando.
-¡Bianca!- Mi mejor amigo me zarandeó como si estuviese loca.- ¡Vuelve por favor!
Le miré, y él sonrió de manera similar a cómo lo haría It, de Stephen King; mostrando todos y cada uno de sus dientes perfectos y del color de los anuncios de dentífrico. Escalofriante.
-Hola de nuevo, B. Te estaba preguntando, antes de que te fueras a Crepúsculo-landia, que...- Se paró en medio de su discurso.- Nada, da igual.
-Dime.- Lo mínimo que podía hacer yo era insistir para escuchar lo que fuese que me estuviera contando en mi trance.
Brad me miró, y esbozó una sonrisa falsa.
-Es que, pensándolo en frío después de habértelo contado durante tantas veces, la verdad es que no suena bien que te lo pregunte. Es una tontería, la verdad.
Genial, ahora estaba más intrigada que nunca. Por la boca de Chase, en la vida jamás había salido una 'tontería'. Sabía de primera mano que mi mejor amigo pensaba las cosas muy bien antes de decir nada a la ligera, y que pudiese perjudicar o quedar ambiguo ante otros.
Tiene toda la pinta de que se haya dado cuenta de tus montañas rusas con Archibald y el suplemento de Hola.
Choqué contra un muro invisible. ¿Y si mi conciencia tenía razón? ¿Y si era algo sobre mí? Chase no parecía enfadado, pero la verdad es que tendría motivos más que suficientes si lo supiera. Él me lo contaba todo, y yo últimamente me estaba guardando más cosas de las que debería.
-Dime.- Repetí, rezando para que accediera. Como supiera algo, le debía más que mil disculpas.
-Vale.- Suspiró.- Mi pregunta era qué si el examen de matemáticas era el miércoles.- Volví a respirar.
¿En serio?
¿EN SERIO?
Reí muy fuerte, y un par de chicos se giraron para mirarme, probablemente pensando que me había dado un ataque epiléptico.
-Sí.- Intenté mantener la compostura.- Es el...- solté otra carcajada- sí, el miércoles.
La realidad era que aún no había empezado a estudiar, pero eso no importaba ahora. Cuanto menos supiese Bradley de mi descabellado trato con Archibald, y de mi vida actual en general, mejor.
-En serio, Bi. Creo que deberías ir al psiquiatra.
Si él supiera.
-Supongo que me autotrataré de mayor.- Pero para eso primero había que aprobar. Instituto, claro. Que si mis notas empezaban a caer como sabía que lo harían este año, ni siquiera pasaría limpia a Junio.
Chase asintió poco convencido, y me dejó un beso en la frente antes de irse corriendo a esperar a que saliese de clase su novia. Este chico sí que no tenía remedio.
Me dirigí a mi taquilla, y literalmente, arrojé los cuadernos dentro. La verdad era que no me encontraba muy dispuesta a ser tan ordenada como siempre, y a ponerlos colocados por orden alfabético inverso.
Alguien carraspeó a mi lado, pero no le presté atención y me limité a suspirar contra mi libro de matemáticas: el mismo que no me había llamado durante tanto tiempo... y al que casi había olvidado. Con tanto ajetreo y pérdida de tiempo dando clases a un imbécil, ni siquiera me había dado para mirar una sola página o hacer ningún ejercicio.
-¿Hola?- Esa voz hizo que me diese de morros contra la pequeña puerta de metal.
Hablando del rey de Roma.
~Que sea el rey de Invernalia~
-¿Qué haces aquí?- Me apreté el puente de la nariz, para asegurarme de que no me había roto el tabique por verlo aparecer de sopetón. Algo rutinario.
-Vengo a ver qué tal estabas...- Rodó los ojos- aunque veo que no muy bien.
Era un estúpido, un idiota, y un subnormal-anormal. Un egocéntrico, un idiota y un engreído. Un cretino, y por encima de todo, un maldito idiota.
-Pues ya puedes irte por donde has venido.- Estaba enfadada... muy enfadada.
¿Pero exactamente por qué?
~¿Quieres callarte?~
Estaba más que claro, ¿no? Le odiaba por besar a esa chica delante de mí.
Te vuelvo a repetir: ¿exactamente por qué?
Porque no le convenía. Puede que no la conociese, pero lo sabía. Había tenido esa sensación desde que la había visto por primera vez, justo antes de bajarse de la moto.
¿Cuándo te vas a dejar de engañar?
~Cuando me de la gana, joder.~
Christian levantó una ceja.
-Estás más borde que de costumbre. Lo sabes, ¿no?- Soltó una carcajada, y cerró mi taquilla de un solo golpe.- Date prisa, que te llevo en moto.
Pestañeé un par de veces, sin querer creer lo que acababa de oir. Se acababa de reír de mí y de insultarme, y así, de buenas a primeras, ¿me estaba pidiendo que me fuera con él?
-Sé caminar sola.- Le ignoré e intenté pasar de largo, pero me sostuvo por el brazo antes de que pudiese siquiera girarme para ir en la otra dirección.
Archibald me miró sonriente, y negó con la cabeza.
-Lo sé, pero te estoy proponiendo el ahorrártelo.- ¿A qué venía ese ridículo interés ahora? Yo no quería, y punto.
-¿Por qué insistes tanto?- Susurré, preparada para dar un tirón, recoger mis cosas y correr lo más rápido que pudiera, lejos de él.
-Porque me gusta cuando me agarras como si fuese tu estúpida almohada, ¿por qué otra cosa iba a ser?- Se burló de mí.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...