Capítulo 21.

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¿SABES QUÉ ES ESTO?

Un minuto después de que viera que no reaccionaba, Christian se acercó a mí lentamente.

-¿Bianca?- Se agachó junto hasta quedar a mi altura.- ¿Vamos?

¿Te acaba de pedir salir y te comportas como tal estúpida? ¡Venga ya!

~¿Pero qué narices ladras ahora?~

Yo no ladro, no soy un perro. Aprende a diferenciar, que quieres estudiar medicina, no barrenderia industrial.

¡Maldita sea! ¿No podía callarse de una maldita vez? ¿Acaso no era capaz de ser empática y sentir la mierda que yo estaba sintiendo?

Vi la mano de Archibald acercarse a la mía, y reaccioné de inmediato, como un gesto inconsciente. Me levanté del sitio, mirando al suelo. Ni siquiera entendía qué tan ridícula estaba pareciendo la situación. Solo había pedido que fuésemos a dar una vuelta, y mi respuesta había casi formado parte de una tragicomedia.

-S... Sí.- ¿Se podía saber por qué me temblaba la voz?- ¿A dón... Dónde quieres ir?

Oh, por favor. Esto era embarazoso.

-¿Por qué necesitamos un lugar específico, mandona?- Bromeó, pero a mí no me hizo ni una pizca de gracia, y pareció darse cuenta relativamente pronto.- ¿Dónde quieres ir?

Donde tú me digas, mi amor.

¿QUÉ? De verdad, si mi conciencia estaba tan, pero tan enamorada de Christian, yo no veía ningún problema en que saliesen juntos. La verdad es que, si se pudiese llevar a término, harían una pareja preciosa de manipuladores; y terminarían pareciéndose a Blair y a Chuck.

-¿Bianca?- Desperté de mi trance, y vi como ponía los ojos en blanco.- Te vas, ¿eh?- Quise reír ante ese comentario, pero me aguanté las ganas.

¡Si él supiera!

-Emm.., bueno. Me da igual.- Intenté mantener la voz firme. No sabía que otra cosa podía decir. Él prácticamente me había obligado.

Archibald levantó los hombros, y siguió hasta la puerta de la entrada.

-Si me hubieses contestado un poco más desanimada, probablemente te hubieran diagnosticado depresión.- Levanté una ceja, no podía creer que hubiese dicho eso. ¡Qué cara tenía! ¿No valoraba el pequeño detalle de que no tenía ninguna gana de salir o qué?

¡Olé!

Nuestra profesora de psicología, definitivamente, estaba haciendo mucho daño.

-Ya, bueno.- Cerré la puerta con un golpe, quizás un poco demasiado fuerte.

Christian se paró delante de mí, y me hizo retroceder algunos pasos. Para cuando pude mirarle, su cara mostraba una pizca de decepción.

-Bianca, ¿te pasa algo conmigo?-Clavé los pies en el suelo.

¿Se ha dado cuenta? ¡Qué fuerte!

Evité su mirada, por miedo a que notase algo. ¿Algo con él? ¡Por favor! ¡Nada de eso!

¿Tratas de convencerte a ti misma o de convencerle a él?

Mis mejillas cambiaron de color a otra nueva tonalidad de rojo. Si continuaba así, terminaría elaborando una paleta entera.

-Eh...

Pero ni siquiera me dejo contestar.

-Contesta. Estoy intrigado.

No había aire suficiente como para insultarle con todas las palabras que tenía en mente sin dejar espacio entre una y otra. ¿Porqué tenía siempre que pensar lo qué no era? YO NO TENÍA NINGÚN PROBLEMA CON EL IDIOTA DE ARCHIBALD. Cualquier persona cuerda podría darse cuenta de eso.

-Yo no...- que no pudiera hablar sin trabarme no ayudaba mucho a mi credibilidad- Por supuesto que no...- miré al suelo- me pasa nada contigo.- Bufé.

Oh, genial, ahora tendría aún más motivos para acusarme de tener un problema con él. Ni siquiera yo me habría creído eso si no estuviese más que segura de que lo único que pasaba entre Christian y yo, era simplemente inconcordancia e incomprensión.

Vi a Archibald negando con la cabeza, a mi lado. 

-Eres una especie en extinción, Bianca. ¿Se puede saber qué demonios te pasa?

Si quería ser una especie de psicólogo o la cosa más mínima parecida, me parecía que debía dejar esa idea para cuando fuese una PERSONA. Con cerebro, por supuesto.

¡Idiota!

~Ya lo sé~

¡A él no, mema! ¡A ti!

Sabía que mi cabeza nunca había dicho nada congruente, y no empezaría hoy. No sabía ni siquiera por qué me hacía ilusiones.

-¿Puede ser que...- Archibald sonrió ferozmente, tanto que me dio un poco de miedo.- te guste?

Mis pies se clavaron en suelo como si de cemento se tratase. Y dejé de respirar. ¿Cómo si quiera podía haber llegado a insinuar eso? ¡Había tenido que imponerme ser su amiga hacía uno o dos días!

Archibald era un puñetero egocéntrico, idiota, estúpido, ególatra, chulo, narcisista, (y toda la RAE de sinónimos) que se creía que todo el Mundo giraba a su alrededor. Pero estaba equivocado respecto a mí, que no me importaba una mierda.

Pero entonces... ¿Por qué te estás poniendo tan nerviosa?

~¡No me estaba poniendo nerviosa!~

Si no repondía rápido, se pensaría lo que no era.

-¡Por supuesto que no!- Sonreí, más que satisfecha de que por una vez hubiera conseguido decir algo sin bacilar, atragantarme, atropellarme o parecer idiota.- ¡¿Cómo me vas a gustar?!

Sin embargo, Archibald no pareció estar tan convencido. Me colocó sus manos en los hombros, y dio un par de golpecitos ahí. Yo puse cara de aburrimiento, intentando parecer aún más conviccente.

-Bianca, te estás poniendo azul.

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¡Hola!

Siento mucho que no haya sido un capítulo tan largo como os esperabais, pero espero que os haya gustado mucho (yo me he reído un montón escribiéndolo)

El último capítulo de la maratón lo subiré el lunes que viene, ¿teneis ganas?

Muchísimas gracias por ser pacientes<3

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora