Capítulo 35.

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C'MON.

'Me ha surgido un imprevisto y creo que no podré llegar antes de las doce. ¿Sigues por allí?'

¿A las 12? Bianca, este chico que te está dejando tirada no merece que le dediques ni un segundo más.

~Cállate.~

Pero sabía que tenía razón, y yo no había podido evitar releer el mensaje de Álvaro una y otra vez hasta que me sentí lo suficientemente capaz de contestarle.

'.' - Y lo envié antes de que me diera tiempo a arrepentirme, víctima de la decepción. Sabía que podría haber tenido cualquier problema, pero si estaba aquí era porque quería estar con él. No me gustaban las fiestas, y Álvaro lo sabía de sobra.

Eran las 22:30. Llevaba aproximadamente una hora y media dando vueltas por la casa sin rumbo fijo, intentando ponerme en contacto con Álvaro de todas las maneras habidas y por haber. No me cogía el teléfono, y tampoco había respondido hasta hacía escasos minutos a mis mensajes.

El olor a alcohol estaba inundando mis fosas nasales, y la neblina que se había formado en algunas habitaciones me impedí hasta casi respirar. No había ni un solo sitio en el que pudiera estar tranquila, y me sentía abrumada por no conocer a absolutamente nadie excepto a Paola y a Archibald... El mismo que me había dejado sola nada más entrar en la fiesta, y también el mismo que en estos momentos, se estaba besando con una chica en mis narices.

A lo mejor es Dafne. No puedes culparle por estar con su novia, Bi. Te diste cuenta cuando era demasiado tarde.

~¡Pues bien que estaba besando a otra chica antes de ayer! ¡Serás...!~

Un mensaje justo en ese momento salvó a mi conciencia de ser duramente sometida a palabras no muy agradables.

'Espérame.'

Una expresión de ira cruzó mi rostro. No podía creer que me estuviese diciendo eso cuando sabía perfectamente que no podía irme de allí. No tenía a nadie que me llevara de vuelta que no fuera Christian. Y parecía demasiado ocupado como para siquiera hablar con él.

Le das demasiada importancia. ¿Estás celosa?

~¡Por supuesto que no!~

Ni siquiera me moleste en contestar el mensaje, lo que me había dicho realmente había conseguido molestarme.

-¡Bianca! ¡Por fin te encuentro! -Me giré inmediatamente, para ver a Paola mirándome con expresión de sorpresa.- ¿Dónde te has escondido desde que llegaste?

En ningún sitio en especial, solo esperando a que llegue mi no-necesario-novio para divertirme.

-Por aquí...- No quería decir nada más. Sabía que podría recriminarme si hubiese sabido que me estaba alejando todo lo que podía, tanto de la gente como de la música en general.

-Ven conmigo.- Me cogió del brazo cual garrapata, y me empujó hasta una mesita donde había bebidas.- Coge lo que quieras.

Todo lo que había encima de la mesa era alcohol, alcohol y más alcohol. Pero lo más sorprendente era que en estos momentos, ni siquiera me parecía una mala idea beber aunque fuese una sola copa de algo de eso. Puede que animara mi estado de ánimo, o puede que lo llevará aún más al fondo.

-Yo...- Pero Paola no me dejó terminar.

-Vamos, no puedes venir a una fiesta y pasarte todo el tiempo con esa cara.- Y ella misma, sin preguntarme nada más, mezcló el líquido de una botella roja, y algo que yo quería identificar con todas mis fuerzas como zumo de manzana, en un vaso de plástico.- Prueba esto.

Cogí el vaso que me tendía, y lo sostuve en mi mano mirando el color que había resultado de la combinación. Nada bueno por mi parte, porque el líquido era marrón...

Y con pinta de tóxico. Ya. Bebe de una maldita vez.

Me llevé el vaso a mi boca, e intente no olerlo antes de beberlo. Y bueno, no resultaba estar tan malo como parecía, aunque quemara un poco la garganta. La verdad que no.

Borracha.

-¿Te gusta?- Paola me miraba esperanzada, y yo intenté sonreírle.

-¡Está genial!- Alcé el vaso, sobreactuando un tanto.- ¿Qué lleva?

-Es Bitter con Rives.- Sonreí, pretendiendo que me había enterado de lo que me había dicho.

Es droga.

~Sí. Y tú Santa Clauss.~

-Ah, eso. Ya.- Intenté quitarle importancia con la mano, y pude ver cómo Paola miraba a nuestro alrededor.- Oye, no te preocupes, Paola, no tienes por qué quedarte aquí conmigo. Estoy esperando a alguien, pero ya no quedara nada para que llegue.- O al menos eso deseaba con todas mis malditas fuerzas.

-Oh, no te preocupes. ¿A quién?- Se sirvió otro vaso para ella, con algo semejante a lo que me había dado a mí.

-¿Sabes quién es Álvaro?- Probablemente más del noventa por ciento de la gente de la fiesta lo conocería de justo eso, pero no estaba nunca de mal preguntar. La verdad es que necesitaba desahogarme.

-¡Álvaro!- Se hizo la sorprendida, y cruzó los dedos de forma extraña.- ¿Álvaro y tú estáis...?

Mi salto hacia atrás fue digno de récord, y el cómo me balanceé y me tuve que sujetar a una estantería para recuperar el equilibrio, también.

-No, no. ¡Por supuesto que no!- Me apresuré todo lo que pude para contestar, y quizás lo dije demasiado exhaltada. Pero ya estaba hecho.

-Menos mal.- Resopló, y no supe muy bien cómo tomarme eso.- Créeme, ese chico no merece la pena para una relación.

Una punzada culpó a mi estómago sin remedio. ¿Por qué me decían eso? Álvaro era una persona fantástica, por mucho que hoy se hubiese equivocado.

-Eh...- Disimulé mi molestia como pude, pero de repente tenía demasiadas ganas de frenar de manera brusca la conversación. ¿Se habían puesto de acuerdo para hacerme cambiar de idea respecto a él o qué?- ¿Por qué...?

-Bianca.- Pegué otro brinco más, pero esté bastante más fuerte y con grito incluido. Daba gracias a que la música estaba demasiado alta como para que la gente pudiese percatarse de mi locura.

-Te dejo bien acompañada, Bi.- Y Paola abandonó nuestra conversación sin más, dando fin a la situación incómoda.

La voz de Archibald...

Con que está demasiado cerca de tu oído, ¿eh? Si es que no puede vivir sin ti, ya te lo he dicho.

-Dime.- Me giré para darle la cara.

-¿Dónde está Álvaro?- Archibald sostenía una cerveza en la mano, pero la dejó encima de la mesa en ese mismo instante.

Podía notar la respiración de Christian a escasos centímetros de mi cara. Su aliento a alcohol lograba distraerme. Era un mal olor, ¿por qué la gente no se daba cuenta?

-Me ha dicho... Que ahora... Viene.- Mentí de nuevo.

Christian me miró asintiendo.

-¿Estás segura?

-Sí. Puedes irte a besar con quien estuvieses.- No. Yo no había dicho eso.

Oh Dios mío, ¡sí! ¡Y has sonado como una novia celosa!

No.

.

No.

Que sí.

~Ni de coña.~

-¿Qué?- Archibald prácticamente gritó a mi oído.- No te oigo nada.- ¿No me había oído? ¿En serio?

Ya puedes volver a respirar.

Y lo hice. Cogí aire, miré por última vez a Christian, y salí al jardín a terminarme lo que me quedaba de copa. Y lo más rápido posible, porque posiblemente necesitara otra más.

Porque ante todo, que él no lo hubiese escuchado, no cambiaba que yo recordase perfectamente haberlo dicho.

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora