Capítulo 23.

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¿ERA LO QUE TE ESPERABAS?

-¿Qué te apetece comer?

Álvaro estaba a mi lado, pero apenas podía atender a lo que decía. Había estado todo el día demasiado preocupada porque Christian no me viese, no quería hablar con él hoy.

Anoche había ignorado una llamada, y me había ido a dormir directamente para olvidar el día que había tenido. Seguía demasiado confundida.

-Creo que... Lo que quieras está bien.- Ni siquiera tenía ganas de comer. El mero pensamiento ya me provocaba naúseas.

¿Se puede saber qué te pasa? Estás más ridícula que de costumbre.

-Si te lo pregunto es porque quiero que elijas tú misma por los dos.- Mostró una de sus sonrisas fascinantes.

¿Por qué no podía prestarle la atención que se merecía? Este chico era fantástico. No debería estar pensando en Archibald... Cuando tenía a alguien a mi lado ahora que era mucho mejor que él.

Pensé rápido, y solté lo primero que se me vino a la cabeza.

-¿Te apetece... comida china?- Sabía que había sonado mucho peor que en mi mente. Y eso que era una idiotez, ni siquiera me gustaba.

¿Acabas de decir comida china o me ha parecido a mí oírlo? Necesitas un psicólogo urgente.

No estaba de acuerdo con mi conciencia.

~No. Solo un psiquiatra sería capaz de borrarte del mapa para siempre.~

La verdad era que no me agradaba nada cualquier cosa que tuviera que ver con arroz tres delicias o rollitos de primavera, pero si tenía que hacer el esfuerzo por ser idiota y no pensar las cosas antes de decirlas; me tragaría mi orgullo.

-¿Comida china?- Vi como miraba al suelo de repente.- No me gusta mucho...

Sonreí, y di aplausos en mi cabeza. ¡Eso era perfecto! ¡Él era perfecto!

Archibald me mola más, y lo sabes.

-Pues es que no conozco ningún otro sitio cerca.- No quería volver a meter la pata. Que hubiese tenido suerte una vez no condicionaba absolutamente nada.

La pura verdad era simplemente que solamente me había traído quince euros, y no era como si con ese dinero fuese a llegar muy lejos.

-Hay un restaurante aquí al lado, si quieres podemos ir.- Me sonrió otra vez. Empezaba a amar cuando hacia eso.

Dudé, el único restaurante que rodeaba el instituto era el Friday's, y era realmente caro como para poder pagarlo con mi excaso dinero.

-No creo que tenga suficiente...- pero me cortó.

-¿Dinero? ¿Es eso?- Asentí con la cabeza, muerta de vergüenza.- Bi, te dije que invitaba yo.

Me llevé la mano a la cabeza, no recordaba que él me hubiese dicho eso en ningún momento. Y por otra parte, siempre había preferido pagar yo mi parte.

-Prefiero pagar yo, en serio.- Jugué con mis dedos nerviosamente, a la espera de que él pudiese comprenderlo. Ni siquiera nos conociámos tanto como para que me invitase. Lo único que sabía de él era que era muy simpático, y que tenía una preciosa sonrisa.

-Pero no tienes dinero, ¿no?- Pude ver como ponía los ojos en blanco.

Me di golpes en la cabeza mentalmente, enfadada conmigo misma por haber pensado al salir de casa que iríamos a algún sitio de comida rápida.

-No...- Miré hacia el suelo, evitando establecer contacto visual con él. Estaba casi segura de que, en estos momentos, incluso daba un poco de pena.

-Pues hecho, pago yo.- Y, ante mi sopresa total, sentí como su mano se había deslizado hasta alcanzar la mía.

¿Esto era lo que hacían los amigos? Si era así, yo no lo había hecho nunca con Chase en público. Y era extraño, pero a la vez reconfortante. Tendríamos que probarlo alguna vez.

Eres la persona más ingenua que he conocido nunca. Lo sabes, ¿no?

Álvaro caminó conmigo hacia el restaurante, sin despegar su mano de la mía.

-Archibald no sabe nada, ¿no?- Me dio un ligero apretón.

-No.- Podría asegurar que me estaban sudando las manos.- ¿Debería?

Intenté sonreír, pero se quedó en un intento.

-No, mejor así.

Esto era lo segundo más raro que había vivido en mi vida. Y digo lo segundo, pues era muy difícil superar al primer puesto: el día que Christian y yo vimos una película de terror juntos.

-¿Sabes?- Álvaro rompió el silencio al cabo de unos segundos.- Christian y yo fuimos muy amigos en el pasado.- Se quedó parado en el sitio, y me soltó la mano. Algo así como si hubiese visto un fantasma.

¿Acaba de decir amigos? ¿Pero no era que lo seguían siendo? ¡¿Ves?! ¡Es un bipolar de pacotilla!

Me aparte, asentí y tragué saliva. No estaba segura de que quisiera escuchar algo de él ahora, pero no era quién para pararle si quería sincerarse.

-¿Qué pasó?- Quería callarme, pero la curiosidad pudo conmigo al ver que Álvaro se había quedado estático.

Pude ver como sus pies anduvieron contra los míos, sus brazos me agarraron, y de repente lo único que sentí fue la fría pared en mi espalda.

Bueno, bueno...

-Me quitó una de las cosas que más quería.- Su voz sonó suave, pero apenas podía escucharle porque yo ya estaba nerviosa por los dos.

-¿Qué... era?- Era una maldita cotilla, y lo peor era que lo sabía y me daba absolutamente igual.

Corre hacia tu amor, y deja a este chico en paz, ¡que ya tiene suficiente con sus problemas!

-Una chica, ¿no es siempre una chica?- Me quedé quieta. Curioso o no, esa frase la había oído antes.

¡En Crónicas vampíricas! ¿Estás a lo que estás o no? Venga, no le hagas esperar. Dile ya que no te interesa y que no tiene posibilidades.

~Estoy a lo que estoy.~

Pero no era cierto. Estaba más preocupada tergiversando las cosas, que atendiendo al pobre chico.

-Pues esa chica no sabe lo que se perdía. No entiendo como te pudo cambiar por- hice un gesto de repugnancia, sonriendo- uh, eso.

Él sonrió de nuevo, y acercó su rostro al mío, de una manera que me era familiar.

-Me encantas.- Rió.- Y voy a besarte.

El club de los incomprendidos. Demasiado cutre, ¿no? Este chico no es César ni aunque se ponga un disfraz.

Pero no podía oír a mi conciencia, no cuando sus labios estaban ya sobre los míos.

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora