NO TE LO HAS PLANTEADO NUNCA.
El móvil comenzó a sonar con la melodía de Demons, de Imagine Dragons, que era la que tenía puesta para Chase. Abrí el ojo derecho, y lo mantuve entornado. Luego lo cerré de golpe, intentando coger a tientas el teléfono. Había demasiada luz, y me hacía daño a la vista.
Me puse el móvil en el oído, y conteste a Bradley.
-¿Dónde estás? ¿Te ha pasado algo?
Miré al teléfono, y me lo aparté un poco. Casi me estaba gritando.
-No... ¿Por?
-Bianca, joder, ¿dónde te has metido?
Tuve una reacción espontánea, y salté en la cama. Abrí los ojos completamente, y miré a mi alrededor, en busca del despertador. Cuando lo encontré, el salto fue aún mayor.
-¡Son las diez! ¡Mierda! ¡Las diez!
La cabeza me dio un bote, y tuve que tumbarme de nuevo. ¿Qué era lo que me pasaba?
-Ven inmediatamente, Bianca. Por todos los Santos, ¡nos van a hacer una prueba en una hora!
¿Prueba? ¿Prueba? ¿Qué prueba? ¿Y por qué no estaba enterada?
-¿Qué prueba?
-¡Y yo qué sé! ¡Solo ven! ¿Qué narices te pasa?
Y de un momento a otro, todo apareció en mi cabeza. La noche anterior, Archibald. La fiesta, Paola, mi nombre. El alcohol. El chico guapo... ¿Qué chico?
Un chico. Se llama... ¿Por qué no me acuerdo de su nombre?
Oh, demonios. ¿Por qué tuve que tomar alcohol? ¡Me prometía mi misma que no lo haría! ¡Lo juré por Waldorf! ¡Nunca había bebido! ¿Por qué empecé ayer? Dios mío, seguro que me había convertido en una alcohólica. Se empezaba por esto, y se acababa en A.A. Adiós futuro, adiós medicina, adiós PAU, adiós...
Adiós Mundo cruel. Ni siquiera has dicho las cosas en orden, cabecita loca.
No pasó nada, ¿verdad? Digo nada de nada, no para preocuparme de haber tenido un coma etílico, o haberme quedado embarazada, ¿no? No. Por supuesto que no. ¿Quién me manda a mí ir a una maldita fiesta teniendo clase al día siguiente?
Me acordé de repente que Chase seguía al teléfono.
-Y yo qué sé. Voy para allá, inventate una excusa por si llego dos o tres minutos tarde, por favor.
Me levanté de la cama, y fui al armario directamente.
-Vale. Me debes una.
Cogí una percha al azar, y la tiré sobre la silla. No tenía tiempo para empezar a darle importancia a mi ropa ahora. La cabeza me dio otro tumbo.
-Te debo una... unas cuantas. ¡Te quiero! ¡Adiós!
Colgué, y metí el móvil en mi mochila. Me puse la falda, y la camiseta. Demasiado frío, pero no tenía tiempo de preocuparme. Cogí una chaqueta, y los zapatos, y fui medio corriendo hacia la puerta de la casa, sin desayunar siquiera. Me cogería algo en el recreo, si me hacía falta.
Pillé las llaves, y salí a la calle, cerrando la puerta de un golpe. Siendo realistas, el autobús tardaría demasiado en llegar; así que empecé a correr como una loca por la calle.
Mi cabeza me estaba jugando malas pasadas ahora, pero no podía detenerme. No, si quería salvar aunque fuera algo de curso. No, si quería hacer, aunque fuera, informática. Bueno, un módulo; dejémoslo en eso. Yo misma había decidido mi futuro ayer, y no es que hubiera elegido muy bien.
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Y todo por una Nerd.
Novela Juvenil¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...