MIL Y UNA VECES.
Corrí hacia mi casa lo más rápido que pude. Sabía perfectamente que eso no iba a ayudar en nada a los pensamientos estúpidos de Archibald, pero simplemente no podía hacer otra cosa. No había podido evitar haberme puesto roja cuando me había preguntado semejante idiotez.
-¡Espera!
Christian se paró delante de mí, agarrándome del brazo para que no me moviese. Yo tire, pero no conseguí soltarme.
¿Se puede saber qué más quería? ¿Aparte de avergonzarme como nunca antes? ¿Reírse de mí? Ah, no, ¡si eso ya lo había hecho!
-¿Qué quieres?- Escupí e hice un nuevo intento de soltarme. No sabía ni siquiera porque lo intentaba, él tenía mucha más fuerza que yo. Pero esta conversación tenía que llegar a su fin... cuanto antes.
-¿Por qué te has ido así?- Esas pocas palabras me sentaron como una jarro de agua fría.
¿Cómo tenía la poca decencia de preguntármelo siquiera? ¡Me acababa de preguntar que si me gustaba! ¡Y para colmo después de había burlado de mí.
-¿Yo?- solté una risa nerviosa.
¿Por qué narices no era capaz de hablar como una persona normal?
Puede que ayude el hecho de que no lo seas, ¿no?
~No tengo tiempo para más estupideces de tu parte~
Si mi conciencia quería cachondearse en mi cara, yo no le daría el gusto de ponérselo más fácil.
-Sí, tú.- Me di cuenta de que había levantado la ceja para hablarme. Esto era desesperante, ¿por qué insistía tanto? ¡Solo quería irme a casa y no dejar que siguiese aumentado su ego!
-¿Puedes soltarme?- Negó con la cabeza, y cerré mis manos en puños. Tenía que sacar fuerza de donde fuese para mandarle a la mierda de una buena vez.- Te acabas de reír de mí, así que me gustaría que me dejases irme a mi casa en paz.
Él puso una cara de confusión, pero continuó sin retirar su mano de mi brazo. Vaya, parecía que le había extrañado que por fin dijese lo que pensaba.
-¿En qué momento me he reído yo de ti?- Soltó una carcajada. No me podía creer que lo hubiese vuelto a hacer.
¡Era un idiota! ¿Cómo había podido acceder... a tener cualquier clase de contacto con él? La culpa era toda mía, desde el momento en el que acepté el trato. Por mucho o poco bien que me hubiese hecho, no merecía la pena si lo comparábamos con estos momentos.
-Ahora mismo.
Christian asintió con la cabeza, y aflojó su agarre sobre mí. Aunque no lo suficiente como para que pudiese soltarme. Intenté pisarle para que se apartase, pero retiro su pie antes siquiera de que hubiese movido el mío.
-Es broma, Bianca. No entiendo por qué todo te lo tomas tan en serio.- Respiré hondo.
¿Que me lo tomaba en serio? ¡Me había insinuado que me gustaba!
Te está diciendo lo que él piensa, así que tranquilizate. Como pareja, pienso que deberiaís discutirlo para arreglar vuestras diferencias, y seguir con la relación.
-A veces hay que saber cuándo las cosas no van en serio.- Me giró la cara para mirarme.- Y de verdad que no me estaba riendo de tien ningún momento. De hecho, y si te has puesto así por la pregunta que te he hecho, solo te lo he preguntado porque...- Soltó su mano de mí, y miró al suelo. Yo estiré el brazo rápidamente unas cuantas veces, para recuperar la circulación.
Parecía como si estuviese buscando las palabras apropiadas para continuar hablando, pero yo no estaría allí para escucharle para cuando abriese la boca. En ese momento de debilidad, yo empecé a correr de nuevo. No le creía: seguro que estaba disfrutando a mi costa.
-¡Bianca!- No parecía haberse movido del sitio, pero no me giré para escucharlo.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla mientras abría la puerta. ¿Qué me estaba pasando? Mi comportamiento era como el de una neurótica recién salida de un psiquiátrico, pero no podía evitarlo.
Lo que ha pasado no ha sido motivo para correr de esta manera, Bianca. Le has dado a entender que te importa más de lo que le haces ceer. ¿No piensas por un momento que quizás te hubiera dicho eso porque estaba interesado en ti? Hazme caso por una vez, porque sabes que es verdad. Has actuado de manera irracional.
~Déjame sola, por favor~
Cerré la puerta de golpé, y me apoyé contra ella. Notaba como me estaba deshaciendo en lágrima. Lo peor de todo, era que, por una vez, sabía que mi conciencia tenía razón. Si no me importase Archibald, nunca me hubiese comportado de esa manera cuando se estaba burlando de mí. Y nunca hubiera sentido que me estaba haciendo daño.
Me sequé la cara con la manga la camisa, y respiré hondo. No sabía qué era lo que estaba pasando con mi vida. No sabía por qué había reaccionado así cuando me preguntó que si le gustaba. No sabía por qué había corrido como una maldita posesa. Y lo más importante de todo, era que no sabía lo que estaba sientiendo.
El teléfono móvil sonó en mi bolsillo, y me debatí entre si contestar o no. Por suerte, no tuve que hacerlo, pues cuando mi mano se deslizaba para cogerlo, se cortó la llamada. La verdad era que no podía sino alegrarme, no me veía preparada en estos momentos para hablar con nadie, estaba demasiado echa polvo.
Me levanté lentamente, y fui a la cocina a por un vaso de agua. Sin embargo, cuando fui a abrir el grifo, mi móvil pitó indicándome un mensaje nuevo. Inconscientemente, mis dedos desbloquearon el teléfono, y no pude por más que leer el texto.
"No me has dejado que termine de hablar."
¿Por qué se molestaba tanto en hablar conmigo?
Sabía que estaba confundida, ¿pero qué era lo que estaba dudando exactamente?
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Espero que este capítulo os haya gustado, al menos tanto como a mí escribirlo. Aish, sé que siempre digo lo mismo. Me muero de ganas por saber que pensais.
Un beso!
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...