Capítulo 55.

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ASÍ ES CÓMO SE SIENTE UN BESO.

Raro. No había muchas palabras para definirlo, pero si hubiese alguna definitivamente sería esa.
Era como si no fuese tan extraño ni tan ajeno como esperaba, como si una parte de mí recordase que ya le había besado antes. Y ante eso lo que sentía era impotencia, porque yo no me acordaba pero mi cuerpo parecía reconocer la sensación.

Hacia cuestión de lo que parecían ser horas que no sabía ni dónde estaba ni qué hora era, pero no me importaba. No me importaba nada más allá de sus labios rozando delicadamente los míos, con ligeros toques. Y sí, podía decirse perfectamente que había perdido la cordura, pero mi sentido de la realidad se veía totalmente difuminado.

Era tan diferente a Álvaro. Christian iba despacio, bastante más calmado de lo que hubiera creído en un principio. Todas las veces que había besado a Álvaro, él parecía haber ido con mucha más prisa, más furioso. Y esto era infinitamente mejor.

Claro, que el besar a Álvaro no estaba infinitamente tan mal como esto. Era una mejor amiga terrible, tan solo hacía minutos que Eve se había ofrecido a venir conmigo, y hacía tan solo horas que había ido hasta la fiesta para reencontrarse con Archibald. Y el muy idiota había vuelto a darle esperanzas.

Y esa idea fue todo lo que necesité para separarme. Solo un poco, porque noté los brazos de Christian a mi alrededor antes de poder alejarme del todo.

-¿Qué pasa?- Y sin decir nada más, sus labios volvieron a posarse sobre los míos.

Cualquier idea que hubiese tenido sobre Eve y cualquier otro, desapareció de mi mente por completo. Y odiaba esa sensación, pero me sentía perdida. Sus labios eran todo en lo que podía concentrarme.

Pero por supuesto que no iba a reconocer que estaba siendo agradable. Y en un principio quería separarme, Dios sabía que sí, pero ahora había cambiado totalmente de opinión. La bipolaridad adolescente real llegaba a límites que superaban a James Cook en Skins.

Era estúpido. Las sensaciones de mi cuerpo habían digievolucionado desde ser pequeñas moscas molestas en mi garganta a llegar hasta rinocerontes en casi mi ombligo, que se habían instalado ahí de manera permanente.

Y por todo ello, cuando Christian rompió el beso por fin, yo no podía estar más roja ni más avergonzada.

-Bianca.- Solo pronunció mi nombre, pero me negué a abrir los ojos. Solo parecería más patética aun.- Bianca, mírame.

Negué con la cabeza, y él soltó una carcajada.
Sí. El muy imbécil se estaba riendo de mí.

-Está bien.- Volvió a reír, y yo abrí los ojos solo para fulminarle con la mirada.- Bianca, ¿qué has sentido?

Como Amy Farrah Fowler cuando Sheldon le dio su primer beso. Más o menos.

~Ajá. Me parto y me mondo.~

Era una estúpida. Yo, y nadie más. Por haber cedido y no haber podido controlar mi cuerpo cuando sabía perfectamente lo que pasaría ahora. Porque, ante todo, conocía a Archibald. Y aun así me había dejado engañar por él... otra vez.

-Contéstame.- Seguía sonriendo.

¿Podía parar?
¡No, claro que no!
¡Para él lo que acababa de pasar no significaba una mierda!

-Nada. -Me aplaudí mentalmente por no dejarme ser la primera en ser humillada y por no vacilar (aunque a él obviamente lo que le dijese no le iba a importar en absoluto).- ¿Puedo irme ya a casa?

Christian me retuvo del brazo cuando intenté moverme. Y tonta de mí, sentí el maldito calambre habitual.

Odiaba esto. ¿Por qué no podía simplemente dejarme en paz? Ya había probado su teoría, ¿no?
¿Qué? ¿Aun tenía ánimos para pisarme más?
Claro. Él siempre.

Te estás marcando una conversación contigo misma digna de Oscar, ¿eh?

-¿Nada de nada?- Se pasó la mano por el pelo, aparentando nerviosismo.- ¿En serio?

¿Qué esperaba?
¿Que le dijese que había sido maravilloso en todos los sentidos? ¿Que había flotado en una nube de algodón?
Ni siquiera él podía creer eso.

-Nada de nada.- Un tic en mi ojo derecho me hizo girar de golpe para quedar de espaldas a él.

Mi cuerpo era masoquista. Definitivamente no tenía remedio.

-Vale...- Se puso tenso.- Yo tampoco.- Y esas palabras me cayeron como agua fría en invierno.

Esta situación no puede ser más estúpida. Tú misma te acabas de decir que no le importas, y ahora te quejas de que te lo haya confirmado. Estás de atar.

-Vale.- Se puso delante de mí.- Entonces todo aclarado, ¿no?

Empezó a caminar en dirección contraria a mi casa, y yo lo agradecí en silencio.

-Creo que ya no necesito seguir viniendo para que me ayudes con matemáticas.- Me giré hacia él, viendo como se alejaba.- En el último examen, me fue bastante bien. No quiero seguir haciéndote perder el tiempo.

Él también puede coronarse como el "rey del drama"; los dos estáis más tontos que hechos de encargo. Si tan solo pudierais decir lo enamorados que estáis, casaros y tener hijos apellidados Stark.

~¿Pero qué narices estás diciendo?~

-Adiós, Bianca.- Maldije mentalmente.

-Bien.- Mantuve la calma, pero por dentro lo único que quería era apuñalarle por actuar así y dejarme completamente impotente.

Pues ya estaba, ¿no?
Eso era todo.

En un momento, tres meses se habían ido tal y como habían venido.

Y esto era lo de siempre. Christian y yo nunca fuimos amigos, y no lo íbamos a ser ahora. Todo en lo que habíamos estado metidos era una burda mentira. Nuestra relación o lo que fuera que era esto. Nada.

Pero me lo había estado intentando ocultar hasta ahora.

-¿Sabes qué, Bianca?- Gritó a lo lejos.- Que no te creo una mierda.- Golpeó uno de los bancos de la acera.- Somos unos putos mentirosos, joder.- Y eso fue todo lo que pude oír antes de que saliese de mi campo de visión.

Madurez nivel 3000.



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Cortito, pero he intentado hacerlo bien. ¿Os ha gustado?

Lo he cambiado 1798786877 veces.

¡Dentro de nada tendréis otro nuevo capítulo!

Un beso.

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora