LO SABES TANTO COMO YO.
Entre los bostezos de Christian y el hecho de que llevábamos alrededor de tres horas sin parar de estudiar, mis ganas de continuar haciendo ejercicios de disoluciones acuosas habían disminuido casi a cero.
-¿Lo dejamos ya?- Archibald cerró los ojos y se reclinó aún más en el sofá, dejando los libros a un lado. Ya estaba básicamente tumbado.
-Como quieras. Pero si suspendo, la culpa será tuya.- Reí con él. No se podía ser más idiota.
Me pone así. Con los brazos detrás de su cabeza a lo Salvatore.
~No me compares a Christian con Damon, por favor.~
Me levanté del sillón, y le miré con duda. No sabía si querría quedarse un rato más, o si tendría planes.
-¿Pongo una película?- Ya esperaba que me dijera que se tenía que ir o algo así cuando simplemente negó con la cabeza. Una mueca de disgusto y algo de tristeza en una pequeña parte de mí fue lo que no pude evitar.
Amistad, eso es todo. Pura y llana amistad. Y por eso estaba así.
Si te hace falta recordártelo a ti misma, a lo mejor es que no es así. ¿No crees?
-Tenemos que hablar.- Soltó de repente. Y yo tragué fuerte, y me senté de nuevo en silencio en el sofá.
¿De qué quería hablarme? Vale, no puedo negar que me había asustado un poco.No.
-Necesito contarte algo.- Salté. Esas palabras viniendo de la boca de Archibald me habían sorprendido. Él nunca había "necesitado" contarme nada, aunque...
Corta el rollo y escucha.
-El otro día te mentí.- Me quedé estática.- Sobre lo de la fiesta.- Mi corazón empezó a ir demasiado rápido.- Te dije que no me acordaba de nada.
No podría oir más, estaba segura. Los oídos se me deberían taponar porque no quería oír lo que venía a continuación, pero nada, no podía dejar de escuchar atentamente cada sílaba que pronunciaba. Si me había mentido, que siguiese con la mentira. No estaría preparada para oír nada.
-Me acuerdo de más cosas de las que me gustaría.- Y un dolor fuerte invadió mi pecho.
¿Se acordaba de más cosas "de las que me gustaría"? ¿CÓMO SE SUPONE QUE ME TENÍA QUE TOMAR YO ESO? Hacía tan solo dos minutos, estábamos hablando de Zinc y ácido sulfúrico. ¿Por qué tuve que terminar nada? Podríamos simplemente haber estudiado un poco más, y que se hubiese hecho lo suficientemente tarde como para que Christian tuviera que irse... sin su "tenemos que hablar". Joder.
-Tú y yo...- Un par de pinchazos más.- Fue mi culpa...- Los ojos empezaron a escocerme como me los hubiera lavado con vinagre.- Por favor... tengo que sacarlo porque no puedo más con esta mierda.
Y tras esto, cerré los ojos. Fuerte, deseando que solo fuese un maldito sueño, y que no hubiese nada que contar. Fuese lo que fuese, haría que me sintiese peor de lo que ya me sentía con respecto a Álvaro. Por mucho que hubiésemos discutido y no hubiésemos hablado desde entonces, eso no quitaba que las dudas al despertarme al lado de Christian me hiciesen daño.
-Bianca, escúchame. Tú no tienes a culpa de nada, yo no debí llevarte.- Se levantó, y golpeó la pared a su lado.- Joder. Fue una puta noche de mierda.
Mi mente lo procesaba todo como si fuese un fino hilo de voz. Definitivamente, no quería seguir escuchando.
Llamando al creador del dramatismo... ¿le cobra algo a Bianca por apropiarse infinitamente de sus derechos de autor?
-¡Pero nadie se emborracha lo suficiente con unas cuantas de cervezas como para olvidarse de toda una noche!- Gritó, y me asusté.- ¡Tú no debiste beber así, pero la culpa es mía porque yo tampoco debí haberte seguido el maldito juego! ¡Sabía cómo te sentirías después y aún así yo...!
¿Cómo te sentirías después? Oh, oh. Me da a mí que esto es algo más fuerte de lo que puedes imaginar, Bi.
Quise esconderme... tal cual hacía cuando tenía diez años y me metía debajo de la cama para evadirme del Mundo en general. Christian me estaba dando miedo, y no porque actuase violento, si no porque cada palabra que decía era más información de la que estaba segura poder soportar.No estaba borracho, vale. Y recordaba más de lo que me había contado, bien, pero que se lo guardase para él.
-No quiero oírlo.- Las palabras salieron a borbotones, con un volumen apenas audible para Archibald.
-Tienes derecho a saberlo.- Reiteró, y tuve ganas de taparme los oídos. ¿Por qué no aceptaba que NO quería hacerlo?
Madura. Tienes 17 años. A esta edad, Blair ya dirigía medio Mundo.
-Bianca, no es tan malo... lo prometo, al menos para mí.- Hiperventilé.- Aunque sé que me odiarás después de que te lo diga... Solo déjame y me iré. Lo juro.
Mierda, mierda, mierda. Esto es mucho mejor que un capítulo de Shameless.
-Tú...- Paró y se empezó a frotar nerviosamente las manos.
NO. QUERÍA. OIRLO.
-Tú me...
NO QUERÍA. ¿POR QUÉ LE COSTABA RESPETAR MI DECISIÓN?
-Tú me...- ¡Era un maldito estúpido egoísta! ¡No sabía las consecuencias de lo que podía acarrearme lo que dijese!
-Me...
Le estás poniendo nervioso.
-La otra noche...
Le estaba costando demasiado arrancarse, y yo no podía malditamente más. Llegados a este punto, ya no sabía ni lo que quería.
-Nosotros...
-QUE LO DIGAS DE UNA PUÑETERA VEZ, JODER.- Esa NO había sido yo. NO.
~¿POR QUÉ NO PUEDO HABLAR YO SOLA? ¡NO TE NECESITO!~
-Me besaste.
JO...
Y sí, a los tres segundos pude notar el suelo frío bajo mi espalda mientras oía la puerta principal de mi casa cerrarse de un portazo.
...DER.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...