Capítulo 48.

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SIEMPRE TIENES QUE SER TÚ, ¿VERDAD?

-Bianca, ¿estás bien?- No contesté, simplemente porque no creía tener fuerzas para hacerlo.- No es para tanto...- No podía creer que hubiese dicho eso.

Noté cómo la mano de Christian se posaba en mi hombro, y reaccioné apartándome.

¡Por supuesto que sí era para tanto! Todo lo que tuviese que ver conmigo, con él y con problemas en general, era para tanto.

Podrías creerle por una vez.

~Sí, ¿y qué más?~

-¿Qué pasó en la fiesta, Archibald?- No tenía ni idea de de dónde había sacado la fuerza para preguntárselo sin balbucear, pero necesitaba saberlo de una vez.

Christian parpadeó un par de veces, y yo caminé instintivamente hacia atrás. Oh, mierda.

-Bianca, yo no sé si...

No.

No.

NO.

-Suéltalo, joder.- De verdad que no me gustaba hablar así, pero parecía que no había otra manera de hacerlo con Archibald.

Pude ver como tras un suspiro, intentó aproximarse a mí. Y yo respondí de la misma forma, pero al revés. Me alejé hasta que algo me impidió seguir haciéndolo, la pared. Él soltó una maldición, y golpeó el suelo con el pie, como si fuese a servir de algo.

-¿En serio que...?- pegué un grito ahogado y me lleve las manos a la cara. Esto era malditamente desesperante.- ¿Quieres saberlo?

-Sí.- Respondí lo más firme que pude.

-Ya sabes lo que pasó, Bianca.

Sentí mis piernas debilitarse. ¿Qué se suponía que tenía que saber? No era capaz de pensar con claridad, como para además acordarme de algo.

-Pero no fue solo tu culpa, porque yo también estaba ahí. Y no te detuve. Y...- Christian siguió hablando.- Tengo que pensar, porque bueno, la verdad es que yo...

¿De qué estaba hablando?

¿No me detuvo? ¿Tiene que pensar? ¿El qué?

¿EL QUÉ?

Hila piezas.

-¿Pero qué es lo qué...?- No me dejó terminar.

-Parece mentira que esta vez que me has besado no hubiera bebido nada, y aún así no te haya detenido. 

Y así, sin ni siquiera haber procesado otras palabras que no fueran "me has besado", me sentí desfallecer.

Te lo advertí. Y da gracias que al menos esta vez te lo ha reconocido de primeras.

¿Así que era eso?

¿Había vuelto a cometer el mismo error... otra vez?

No. No podía ser verdad. 

-Bianca.

Me apoyé en la mesa de mi cuarto, evitando caerme. No aguantaría mucho tiempo más.  Y para colmo no creía que pudiese mirarle a la cara. Ya no. 

-Bianca.- Sentí mis piernas como plastilina.

¿Sabéis ese momento en que una persona necesita desesperadamente desaparecer de la faz de la tierra, al menos por mil años? Bueno, pues mi situación se asemejaba bastante, por no decir que no querría volver nunca jamás.

-Mírame, por favor.- Noté los dedos de Christian en mi barbilla, forzándome a levantar la cabeza y mirarle. Pero me resistí.

-Yo... yo no...- No pude continuar hablando porque Archibald puso demasiado empeño en que lo mirara, y mi fuerza cedió en comparación.  

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora