LET IT BURN.
Demasiado hasta para el sentido. Eso era más o menos lo que había bebido, y lo peor era que había sido una especie de venganza contra Álvaro, por dejarme plantada. La verdad era que no me podía creer, ya que era él el que me insistió para venir a la puñetera fiesta.
Christian me había encontrado hacia un rato, pero no habíamos hablado desde entonces, y era mejor así: habían pasado demasiadas cosas por hoy como para asimilarlo. Seguía con una botella de cerveza en la mano; y aunque no lo controlaba, sabía que él también había bebido mucho. Le había visto a lo largo de la noche con varios vasos de alcohol. Para mi pesar, sí que le había visto también tropezar un par de veces. ¿Archibald no debería haber estado acostumbrado? Sí, pero esa noche todo estaba yendo muy raro.
Mi sentido de la inhibición se había perdido irrevocablemente hacia tiempo, e incluso se podría decir que casi estaba bailando. Y empezaba a perder el sentido de tantos golpes, resultantes del balanceo. Parecia mentira como en tan poco tiempo me había acostumbrado a esto. A ser invitada a fiestas, a casi bailar, y a beber sin control. El alcohol no estaba tan mal, pero había que tener un control que yo esa noche, no había tenido.
-Nena, nos vamos de aquí. Han abierto un After a solo tres cuadras.- Paola me instó a seguirla, pero yo negué con la cabeza. No quería moverme mucho, porque sabía que terminaría en el suelo.- Bueno, si cambias de opinión estamos allí. Llámame.- Y después de eso, se alejó de mí medio corriendo, medio bailando. Probablemente, aún no se había dado cuenta de que no tenía su teléfono.
Cogí la botella que tenía en la mesa de al lado, y le di un último sorbo. Sabía que no estaba tan mal como las primeras veces, pero tenía claro que no podía seguir bebiendo. Ya empezaba a verlo todo borroso.
-¿Y Álvaro?- Su voz me sobresaltó.
Le había dicho a Christian que se retrasaría cuando él me lo dijo a mí. Sin embargo, no le había dicho que al final, el muy idiota se había decantado por no venir- al menos hasta ahora-, y ya eran las dos de la mañana por lo menos. No respondía a mis mensajes, a las llamadas...
-Es un subnormal- no esperó a que pudiese contestarle.- No sé por qué sales con él.- Hizo una pausa- No sé qué ves en él.
¿En él? Era justamente al revés. Yo no sabía que podía ver en mí, ni qué era lo que le había llevado a pedirme salir ese día. El era... casi perfecto, exceptuando en estas cosas. Y por su culpa, ahora yo estaba más borracha que una cuba.
-No sé por qué él sale conmigo.
Vi como Archibald negaba con la cabeza, y luego se acercaba más a mí. Así podría oirle mejor, con la música en segundo plano.
-Tonterías...
Esa frase, en momentos normales, me hubiese sobresaltado, e incluso abatido. Sí, me hubiese quedado en estado de Shock. Sin embargo, ahora no podía evitar que una risa ahogada saliese de mi garganta. Me gustaría saber quiénes son todos.
-¿Y eso es?
Él hizo una señal a sus costados, y no se inmutó.
-¿Quieres bailar?
¿Eso no era lo que llevábamos haciendo ya tiempo? Sin esperar mi respuesta, por segunda vez, dio un trago más a su cerveza, y básicamente me arrastró por el salón hasta la aún más inmensa sala con multitud apelotonada. Por favor, eso parecía un ataque epiléptico comunitario.
Christian puso su mano derecha en mi cadera, espaldas a él, y comenzó a mecerse hacia los lados, con su barbilla en mi cuello. Quizás fue la embriaguez la que hizo que no rechistase contra su acción, pero le seguí el juego. No es como si hubiese tenido en ese momento total control de mis actos.
-Bianca...- Christian respiró en mi cuello, y un temblor recorrió esa parte de mi anatomía.
No me veía capacitada para contestar, cuando una de sus manos me apretó más la cintura, y me atrajó más a su pecho.
Como caida del cielo, empezó a sonar "Mike will made it", de Miley Cyrus. Con los ojos entreabiertos, preferí no mirar cómo estaría la gente bailando la canción. El reggaeton era sin duda un baile poco favorecedor para la mujer.
-Tienes que bailar.
Yo no podía hacer eso... ¿o sí? Mis caderas hablaron por si solas, obedeciendo a la orden pronunciada de Christian. ¿Desde cuándo hacía yo estas cosas? Ahora mismo, no me importaba.
Christian se limitaba a quedarse quieto detrás mía, mientras mi cuerpo se contoneaba de un lado a otro, bajando y subiendo sin detenerse. Era algo extraño.
-Gírate.- Musitó detrás de mí.
Pero, tan pronto como pude hacerlo, pude ver como se acercaba a mí. Hasta que nuestras caras estaban a centímetros.
-Álvaro es gilipollas. No sabe lo que se pierde. Él...- pero yo no había podido terminar de escuchar su frase, ya que mis oídos se taponaron en cuanto vi como sus labios se encontraban tan cerca de los míos, que los rozaban incluso al hablar.
No me separaba ni un milímetro, y sabía que estaba mal. Sin embargo, era como si mi propio cuerpo tuviese ganas de seguir adelante, de besarlo. De probar una sola vez sus labios. Así que, viendo que él no había tomado aún la iniciativa, puse las manos detrás de su cuello, y me incliné hasta que éstos quedaron totalmente pegados.
Dios mío.
¿Por qué lo estaba haciendo? No podía pensar en eso ahora, no era el momento. Simplemente sentía que tenía que dejarme llevar por unos instantes. Y mi cuerpo me pedía a gritos que siguiera, pero me separé de él para ver su reacción primero.
Sonreía, y fue él mismo quien se acercó a mí esta vez. ¡Nos estábamos besando! ¡Christian Archibald y yo nos estábamos besando! Y una parte de mí, se sentía muy diferente a como me había sentido con Álvaro todo este tiempo. Me sentía bien... Estupendamente. Como en casa.
Christian se separó para coger aire, y me miró a los ojos.
-Bianca...- No me gustaba que cortase las frases de esa manera.
Cogió mi mano, y me sacó de la multitud. No creía que llevásemos mucho tiempo allí metidos, pero la noción se había perdido junto con la vergüenza.
Subió por unas escaleras, y yo me dejé arrastrar por él. Luego, abrió la puerta del cuarto más cercano. Ni siquiera sabía qué estábamos haciendo allí, pero una parte de mí quería empezar a reír de repente.
-Christian...- una sonrisa se escapó de mis labios.
Él se acercó a mí, cerro la puerta, y me atrajó de la cintura. Luego volvió a posar sus labios en los míos. Eso se sentía genial.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...