NO
Christian vendría a mi casa en cuestión de veinte minutos. Había insistido durante todo el tiempo, tras mi desliz, en que era "sumamente imprescindible" que nos viésemos después de las clases, aunque no tenía idea de por qué. Y sorprendentemente yo al final no había podido oponerme, lo único que quería era salir de allí cuanto antes, disimular mi vergüenza y llegar a CTM para ponerme a hablar con Chase de cualquier cosa que pudiese distraerme de lo que acababa de pasar.
Ya era oficial: casi me había besado más veces con Archibald que con Álvaro. Aunque la verdad es que con él todo era demasiado diferente como para compararlo, más fácil pero aun así no me sentía de la misma forma. Con Christian era más intenso, y de momento nadie más había conseguido que se revolviese tanto mi cabeza.
Y no estoy diciendo que eso fuese ni bueno ni malo, por supuesto.
Bueno, puede que un poco malo porque Christian seguía siendo un idiota integral, y eso era algo que no cambiaría nunca.
Tu idiota.
~No empieces con eso, en serio. Me recuerda demasiado a esas películas pastelosas que me haces ver últimamente.~
Somos la misma persona. Asúmelo y háztelo mirar, tía.
Y aquí estaba yo, mirándome al espejo y manteniendo una conversación agresiva con mi conciencia. Era un desastre con patas; un desastre que aun debía arreglarse, por cierto. No por nada, sino simplemente porque no me apetecía pasear con mi ropa de deporte -o más bien de estar en casa- por ahí. Sobre todo teniendo en cuenta que el leggin tenía cuatro años y estaba lleno de flores pintadas bajo la vena artística de una chica de 14 años.
Me cambié rápidamente a unos pantalones cortos y una camisa, y cuando me quise dar cuenta ya habían pasado cinco minutos desde que Archibald debería haber llegado. Su fama de impuntual tenía que mantenerla ante todo, siempre por delante.
¡Cómo si no me diese vergüenza ya solo el quedar con él para "hablar"! ¡Cómo si no me diese vergüenza haberlo besado en un ataque repentino de inconsciencia, oiga!
Un toque en la puerta fue todo lo que necesité para que mis nervios volvieran a estar a flor de piel. Y más cuando abrí, claro. Y más cuando me miró a los ojos. Y más cuando vi cóm...
Me rayas. Déjale pasar de una vez.
Me hice a un lado, y él entró sin mediar palabra hasta el salón. Como siempre, como en casa.
-¿Qué tal?- Para cuando llegué al salón, ya estaba despotricado sobre el sofá grande.
-Quita los pies del reposabrazos.- Me quejé. No había cosa que me fastidiase más, y de hecho él lo sabía porque muchas veces se lo había tenido que decir en los repasos.
Me obedeció.
-Bueno...- Me miró, y respiré hondo.- Hablemos.
Mi vista se desvió hacia un sillón justo en frente del sofá, y me dejé caer en él, casi temblando por lo que pudiese decirme.
-¿Qué es lo qué quieres?- Levantó una ceja, y yo no entendí nada.
-¿Eh?- Lo único que obtuve de Archibald fue un suspiro largo.
-Todo esto es demasiado difícil...- Empezó a rascarse la cabeza frenéticamente. Estaba totalmente perdida.- Joder, que lo que quiero decir es que si quieres que quedemos alguna vez.
¿Pues no lo estábamos haciendo ya?
¿Pero a ti de pequeña en serio te hicieron las pruebas de inteligencia?
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...