Capítulo 20.

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SIEMPRE QUE QUIERAS HACERLO.

-Entonces, ¿esto es así y ya está?

Después de veinticinco minutos intentando explicarle a Archibald el ejercicio de matemáticas que habíamos hecho en clase, me había desesperado y le había gritado que eso era así, simplemente porque era así.

-Sí.- Miré la hoja de los ejercicios, no me podía permitir perder mucho tiempo más.- ¿Pasamos al siguiente?

Quieres terminar cuánto antes, ¿eh? ¿Qué? ¿También quieres hoy una peli de miedo acurrucada a su lado?

~Eso no pasó, y lo sabes perfectamente~

Christian levantó una ceja, y se acomodó mejor en el sofá.

-¿Supongo? Eres una profesora genial, ¿eh?- Se burló, y no pude evitar sentirme un poco culpable.

-Mira Christian, es que ya no sé como explicarte que es solo aplicar una fórmula que te tienes que aprender.- Pasé la mano por mi frente. Podría jurar que estaba sudando en ese preciso momento.

Archibald me miró sonriente, y luego explotó en una sonora carcajada.

-Lo entendí a los cinco minutos de que me lo explicaras, solo te estaba poniendo a prueba.- Me tiré para detrás en el sofá, sorprendida por su respuesta.

¿Era estúpido o qué? ¿Qué narices le pasaba por la cabeza?

-¿QUÉ?- Últimamente esa se estaba convirtiendo en mi palabra favorita.

Exagerada.

-Que si esto hubiese sido un examen, hubieses sacado tu primer cero.- Me contestó, impasible.

Negué con la cabeza, y me golpeé con el libro de matemáticas. ¿Cómo podía estar dándole clases a ese incauto?

Archibald se dio la vuelta en el sofá, y subió los pies encima de la mesa. Suerte que me di cuenta antes de que manchara algo, y se los retiré inmediatamente, apretando los dientes.

-¿Qué? ¿Hacemos ya el siguiente?

Agarré el cuaderno con furia, y leí el siguiente ejercicio en mi mente. Era aún más difícil que el anterior, lo que podría llevarme más de un día entero para que lo comprendiese; y no podía dejar que eso pasara. Casi era mejor que lo hiciese yo directamente.

-Mira, este es simple.- Tragué fuerte, intentando concentrarme.- La integral de la secante de "x".

Él soltó un suspiro, y se rascó la barbilla en gesto pensativo. Luego escribió lo que le había dicho en el papel, y empezó a hacer garabatos sin sentido. En ese aspecto, nunca cambiaría.

Miraba como se concentraba, lo que era muy ridículo. Miraba hacia el infinito, y escribía. Miraba hacia la televisión apagada, y escribía. Miraba hacia todos los lados, y volvía a escribir. Aunque que no necesitase calculadora ya decía mucho de él (yo la necesitaba hasta para hacer las operaciones más fáciles) tenía un serio problema de concentración.

Y tú de conducta de nadie te dice nada.

~Deja de hablar de una maldita vez.~

A veces, desearía que mi conciencia se estuviese un poco más calladita; que descansara en paz. Pero ni el mejor psiquiatra del Mundo podría conseguir eso.

-Creo que esto ya está.- Christian chasqueó los dedos delante de mí para que le prestase atención, y despertase del lugar en el que quisiera que estuviese. Y tenía razón, mi capacidad para evadirme y discutir con mi cabeza era bastante abrumadora.

Cogí miré el ejercicio, y comprobé las representaciones varias veces, sorprendida. ¡La fórmula estaba bien! ¡Y el dibujo tenía sentido!

-¡Es genial!- En mi reto personal, siempre actuaba así cuando conseguía que Archibald hiciese algo bien.

-¿Está todo bien? Ya me lo esperaba, pero no creía que te fueses a ilusionar tanto.- Me miró con una mueca de chulería. Maldito presumido.

Comprobé bien los cálculos, en busca de algún fallo. Pero por mi mala suerte, que no era capaz de encontrar ninguno.

-Parece que...- Miré bien el resultado.- ¡Ajá! ¡Aquí está!

Christian respiró fuerte, notándose algo decepcionado con mi respuesta. Quizás había sido un poco, demasiado brusca.

Hicé otra vez los cálculos en mi cabeza, y me di un golpe con la propia realidad. Y contra la mesa también. Archibald me miró sorprendido.

Trágate tu orgullo.

-El ejercicio- refunfuñé.- Está perfecto.

No podía creer que por una vez, Christian hubiese tenido razones para ser tan ególatra. Esta clase de ejercicio hecho bien por él era algo parecido a un milagro.

-Como te he dicho, ya me lo esperaba. Soy un crack. Por mucho que te enfades y busques algo mal, no vas a conseguir nada.- Se rió de su propio comentario.

Me sonrojé ante su comentario: no pude evitarlo. Puede que me hubiese puesto un tanto histérica, pero es que no podía ver tanto egocentrismo junto.

-Si tan seguro estás de que te lo sabes todo, no le veo razón de ser a seguir perdiendo el tiempo con esto.- Vale, estaba a la defensiva.

Archibald levantó sus manos en señal de arrepentimiento, y luego se acercó a mí en el sofá.

-No se me dan bien las matemáticas, ya sabes que aún cargo las de primero.- Y las de cuarto.

Asentí lentamente, y miré a ver si había algún ejercicio más. Solo uno, pero no era necesario hacerlo. Si había sacado el anterior, este estaba más que listo.

-Pues ya está.- Le miré a los ojos.- ¿Hay algo más que quieras hacer?

Has dado en el clavo. Que no estudiar, hacer.

-No he traído nada más.- ¡Menos mal que él era más lógico que mi conciencia!- Pero si quieres hacer algo...- Volví a sobresaltarme.

¡Oh Dios mío!

~No sé cuántas veces te he dicho ya que te repites; pero te lo repito. Te repites.~

-¿Cómo qué?- Reaccioné rápido. No quería volver a ver ningún tipo de película: tenía que estudiar.

Christian se levantó del sofá, y me miró directo a los ojos. No puedo negar que ese gesto me intimidó.

-¿Quieres dar una vuelta?- ¿QUÉ?

Y, sin esperar a que yo dijese nada más, caminó haciéndome señales hasta la puerta.

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora