SIEMPRE QUE QUIERAS HACERLO.
-Entonces, ¿esto es así y ya está?
Después de veinticinco minutos intentando explicarle a Archibald el ejercicio de matemáticas que habíamos hecho en clase, me había desesperado y le había gritado que eso era así, simplemente porque era así.
-Sí.- Miré la hoja de los ejercicios, no me podía permitir perder mucho tiempo más.- ¿Pasamos al siguiente?
Quieres terminar cuánto antes, ¿eh? ¿Qué? ¿También quieres hoy una peli de miedo acurrucada a su lado?
~Eso no pasó, y lo sabes perfectamente~
Christian levantó una ceja, y se acomodó mejor en el sofá.
-¿Supongo? Eres una profesora genial, ¿eh?- Se burló, y no pude evitar sentirme un poco culpable.
-Mira Christian, es que ya no sé como explicarte que es solo aplicar una fórmula que te tienes que aprender.- Pasé la mano por mi frente. Podría jurar que estaba sudando en ese preciso momento.
Archibald me miró sonriente, y luego explotó en una sonora carcajada.
-Lo entendí a los cinco minutos de que me lo explicaras, solo te estaba poniendo a prueba.- Me tiré para detrás en el sofá, sorprendida por su respuesta.
¿Era estúpido o qué? ¿Qué narices le pasaba por la cabeza?
-¿QUÉ?- Últimamente esa se estaba convirtiendo en mi palabra favorita.
Exagerada.
-Que si esto hubiese sido un examen, hubieses sacado tu primer cero.- Me contestó, impasible.
Negué con la cabeza, y me golpeé con el libro de matemáticas. ¿Cómo podía estar dándole clases a ese incauto?
Archibald se dio la vuelta en el sofá, y subió los pies encima de la mesa. Suerte que me di cuenta antes de que manchara algo, y se los retiré inmediatamente, apretando los dientes.
-¿Qué? ¿Hacemos ya el siguiente?
Agarré el cuaderno con furia, y leí el siguiente ejercicio en mi mente. Era aún más difícil que el anterior, lo que podría llevarme más de un día entero para que lo comprendiese; y no podía dejar que eso pasara. Casi era mejor que lo hiciese yo directamente.
-Mira, este es simple.- Tragué fuerte, intentando concentrarme.- La integral de la secante de "x".
Él soltó un suspiro, y se rascó la barbilla en gesto pensativo. Luego escribió lo que le había dicho en el papel, y empezó a hacer garabatos sin sentido. En ese aspecto, nunca cambiaría.
Miraba como se concentraba, lo que era muy ridículo. Miraba hacia el infinito, y escribía. Miraba hacia la televisión apagada, y escribía. Miraba hacia todos los lados, y volvía a escribir. Aunque que no necesitase calculadora ya decía mucho de él (yo la necesitaba hasta para hacer las operaciones más fáciles) tenía un serio problema de concentración.
Y tú de conducta de nadie te dice nada.
~Deja de hablar de una maldita vez.~
A veces, desearía que mi conciencia se estuviese un poco más calladita; que descansara en paz. Pero ni el mejor psiquiatra del Mundo podría conseguir eso.
-Creo que esto ya está.- Christian chasqueó los dedos delante de mí para que le prestase atención, y despertase del lugar en el que quisiera que estuviese. Y tenía razón, mi capacidad para evadirme y discutir con mi cabeza era bastante abrumadora.
Cogí miré el ejercicio, y comprobé las representaciones varias veces, sorprendida. ¡La fórmula estaba bien! ¡Y el dibujo tenía sentido!
-¡Es genial!- En mi reto personal, siempre actuaba así cuando conseguía que Archibald hiciese algo bien.
-¿Está todo bien? Ya me lo esperaba, pero no creía que te fueses a ilusionar tanto.- Me miró con una mueca de chulería. Maldito presumido.
Comprobé bien los cálculos, en busca de algún fallo. Pero por mi mala suerte, que no era capaz de encontrar ninguno.
-Parece que...- Miré bien el resultado.- ¡Ajá! ¡Aquí está!
Christian respiró fuerte, notándose algo decepcionado con mi respuesta. Quizás había sido un poco, demasiado brusca.
Hicé otra vez los cálculos en mi cabeza, y me di un golpe con la propia realidad. Y contra la mesa también. Archibald me miró sorprendido.
Trágate tu orgullo.
-El ejercicio- refunfuñé.- Está perfecto.
No podía creer que por una vez, Christian hubiese tenido razones para ser tan ególatra. Esta clase de ejercicio hecho bien por él era algo parecido a un milagro.
-Como te he dicho, ya me lo esperaba. Soy un crack. Por mucho que te enfades y busques algo mal, no vas a conseguir nada.- Se rió de su propio comentario.
Me sonrojé ante su comentario: no pude evitarlo. Puede que me hubiese puesto un tanto histérica, pero es que no podía ver tanto egocentrismo junto.
-Si tan seguro estás de que te lo sabes todo, no le veo razón de ser a seguir perdiendo el tiempo con esto.- Vale, estaba a la defensiva.
Archibald levantó sus manos en señal de arrepentimiento, y luego se acercó a mí en el sofá.
-No se me dan bien las matemáticas, ya sabes que aún cargo las de primero.- Y las de cuarto.
Asentí lentamente, y miré a ver si había algún ejercicio más. Solo uno, pero no era necesario hacerlo. Si había sacado el anterior, este estaba más que listo.
-Pues ya está.- Le miré a los ojos.- ¿Hay algo más que quieras hacer?
Has dado en el clavo. Que no estudiar, hacer.
-No he traído nada más.- ¡Menos mal que él era más lógico que mi conciencia!- Pero si quieres hacer algo...- Volví a sobresaltarme.
¡Oh Dios mío!
~No sé cuántas veces te he dicho ya que te repites; pero te lo repito. Te repites.~
-¿Cómo qué?- Reaccioné rápido. No quería volver a ver ningún tipo de película: tenía que estudiar.
Christian se levantó del sofá, y me miró directo a los ojos. No puedo negar que ese gesto me intimidó.
-¿Quieres dar una vuelta?- ¿QUÉ?
Y, sin esperar a que yo dijese nada más, caminó haciéndome señales hasta la puerta.
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Y todo por una Nerd.
Fiksi Remaja¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...