MARAVILLOSO
Unos treinta minutos después de haberme negado en rotundo a que Archibald me llevase y de tener una discusión sobre las razones de por qué no debería hacerlo, ya estaba bajando de su moto para entrar en mi casa.
Nada más abrí la puerta, Christian se metió conmigo sin dejarme decir absolutamente nada.
~Sí, este chico era un verdadero experto autoinvitándose a casas ajenas.~
Rodé los ojos y lo vi ir hasta el salón. Tiré mi cazadora encima de la mesa, y me preparé mentalmente para preguntarle qué era lo que pretendía hacer en mi casa... Aunque sabía que sería inútil.
-Christian, si has venido porque...
-No he venido por nada, tranquila.- Parpadeé un par de veces, nada sorprendida de que me interrumpiese- Le das demasiadas vueltas a las cosas, ¿eh?- Me hizo una señal para que me sentase a su lado- Esta mañana te vi con Álvaro.- Me quedé estática.
Un calambre intenso recorrió todas mis terminaciones nerviosas, y permaneció ahí dejándome sin habla.
Pasó por delante de ti en el aparcamiento. Era sospechoso, ¿no?
~No, porque no me estaba atendiendo 'precisamente' a mí, ¿recuerdas?~
-¿Te llevó en su moto?- Me sorprendí por su tono de voz. Parecía más calmado de lo habitual cuando a Álvaro se refería.
No sé si fue por su expresión manteniendo la calma o porque por primera vez estaba hablando como una persona racional respecto a Álvaro, pero asentí sin más con la cabeza, afirmando lo obvio.
-Sí.- Era de las primeras palabras que decía sin titubear delante de él.
-Eh...- se rascó la cabeza, y resopló.
Cerré los ojos esperando que se acabase mi suerte, que me gritase, que insultase o que incluso corriese a pegarle una paliza a Álvaro solamente por existir. Pero lo único que obtuve fue que se levantara del sofá y me mirara.
-Genial.- Apretó los dientes, y sin más se dirigió a la puerta, pasando por delante de mí sin mirarme.
¿Me debería importar?
Pues claro...
~Que no.~
-Christian...- Me coloqué en la salida a tes de que la puerta se abriese del todo.
Archibald me miró serio, y esbozó una sonrisa torcida. Sabía perfectamente que estaba enfadado... Pero técnicamente le expliqué que haría lo que quisiera.
Aún así, y por mucho que niegues que te importa, te preocupa.
-No te preocupes.- Añadió secamente, cayendo sobre mí como un jarro de agua fría.- Por cierto, quiero invitarte a una fiesta. El viernes, en casa de Paola.- Bloqueó la puerta con el pie.- Ya la conoces, ¿no?
Asentí y tragué fuerte. En esa fiesta NADA había terminado bien. Excepto que conocí a Álvaro, claro.
Creo que voy a vomitar.
-Puedes llevarle si quieres... Creo que ya le han invitado.- Mi corazón empezó a latir muy rápido, sin causa aparente.
¿¡Cómo podía actuar así!? !Seguía siendo Archibald! Era un idiota y nada había cambiado respecto a eso.
-¿Sabes lo nu...?- Enredé mis dedos en las palmas.
-No, y prefiero no saberlo.- Y con eso, cerró la puerta tras de él.
Una lágrima amenazó con resbalar por mi mejilla, y me senté en el marco, tapándome los ojos para evitar llorar. ¿Qué me estaba pasando? Por el amor de Dios, las hormonas me estaban traicionando demasiado. Y este chico era capaz de revolucionarlo todo en mi cabeza: a un momento actuaba como un imbécil, y al siguiente como una persona racional... ¡Él sí que necesitaba un maldito psiquiatra!
¿Y por qué ibas a llorar?
~Porque me...~
Importa. Esa es la respuesta.
~Muéret...~
Mi móvil comenzó a sonar en mi bolsillo, interrumpiéndome de mis inminentes insultos contra mi conciencia.
-¿Sí?- Acepté la llamada y esperé impaciente. Ni siquiera me había dado tiempo a mirar el nombre.
No estaría muy enfadado, ¿no? Porque si no, no me hubiese pedido que fuese a la fiesta... Estaba segura.
Bueno, no tan segura, pero...
~No. No estaba segura.~
-¿Bianca?- Esbocé una sonrisa triste. Estaba demasiado echa polvo ahora mismo como para alegrarme eufóricamente de que mi causa de 'discusión' con Christian me hubiese llamado.
-¿Sí?- Repetí la misma pregunta.
Esto no debería estar pasando. Tan solo hacia unas horas que había aceptado tener 'algo más' con un chico por primera vez: Álvaro. Y ahora, en vez de pensar en él y en lo increíble que resultaba mi vida ahora, estaba malgastando mi tiempo en Archibald.
En ocasiones como esta, me arrepentía de haber aceptado ese maldito y ridículo trato.
-¿Estás ya en casa?- Asentí al teléfono.
-Sí.- Volví a afirmar. ¿No era un poco evidente? Había pasado una hora desde que habíamos salido de clase.
Tosí al teléfono, y mi mente voló a cuándo Christian vino a mi casa por primera vez.
-¿Puedes contestarme con algo que no sean monosílabos, por favor?- Álvaro sonaba preocupado. La verdad es que hasta entonces, ni siquiera me había dado cuenta de que lo estaba haciendo.
-Claro. Es que... no me encuentro muy bien.- Si contaba estar echa un completo lío por culpa de un completo idiota, estaba diciendo la verdad.
Definitivamente, tenía que dejar de pensar en él. No era lo más importante. Lo más importante ahora era esto: los giros de mi vida, las relaciones y los estudios que tenía apartados como si de alergia se tratase.
Lo acabas de volver a meter en tus asuntos sin darte cuenta. Él es tu amigo desde hace tiempo, Bi.
-Y puede que lo que necesites sea...
Miré el teléfono, pero no atendí a lo que Álvaro me decía. No, simplemente porque estaba paralizada tras escuchar de mi propia conciencia lo obvio.
Puede que eso fuese lo que me pasaba. Era innegable a estas alturas, aunque siguiera sin querer creérmelo del todo. Archibald era mi amigo.
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Y todo por una Nerd.
Fiksi Remaja¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...