Domingo por la tarde.
-¿Se puede saber qué es lo que te tiene así?- Dafne arrojó el mando sobre mi hombro, momento que aproveché para quitarle el control absoluto que llevaba en el juego.
-¿Cómo?- Pregunté sin quitar los ojos de la pantalla.
La realidad era que estaba metiendo una paliza al Call of Duty. Mi incapacidad de concentrarme en el juego le había dejado ganar varias veces.
-Estás atontado desde que has venido a verme.- Recostó un poco más su cabeza contra mi pecho, y yo me acomodé mejor en el sofá.
¿Atontado? El fin de semana no había sido el mejor de todos, y no tenía un buen día, eso era todo.
-¿Qué? Anda, calla y juega.- Dafne cogió de nuevo el mando, y me disparó tres veces, matando a mi soldado por décimo quinta vez en lo que llevábamos de partida.
¡Maldita fuera! Me importaba muy poco que fuese ella, ¿cómo era posible que una persona me ganase en tan solo segundos al Call of Duty?
-Jugado. Ahora dime qué te pasa.- Resoplé porque sabía exactamente que diría eso. Siempre había sido jodidamente insistente.
-¿Por qué necesitas saberlo todo siempre? Si llego a saber que te vas a poner tan pesada, ni siquiera vengo.
La verdad es que ni siquiera yo sabía lo que me pasaba. El día había empezado perfectamente, pero todo se complicó al salir de la casa de Bianca.
Me estaba volviendo un poco loco. Le había dicho que no había pensado en eso desde la fiesta, y bien, no era del todo cierto. También le había dicho que no me acordaba de nada, y eso tampoco era tan cierto.
Me acordaba de lo justo y necesario como para no hablar de ello jamás. Por respeto a Bianca, y al increíble desprecio que tenía a todo lo que tuviese que ver conmigo. Estaba con Álvaro y a mí no me importó, aún sabiendo que en su estado, ella no estaba para elegir hacer nada por voluntad propia. No me opuse.
¿Arrepentido? Demasiado. Pensándolo en frío, a mí nunca se me hubiera ocurrido seguirle el juego. Debí haberlo parado cuanto antes, pero por alguna razón que hasta ahora desconozco, en ese momento no pude parar.
La realidad era que mis recuerdos paraban en cuanto se me echo encima, pero era más que suficiente.
-Te pasa algo y a mí no puedes ocultármelo. Anoche ni siquiera te pasaste por mi casa, y sabes que no me he enfadado, pero me lo prometiste. Algo muy gordo debe estar detrás de eso, nunca has incumplido una promesa.
¿Anoche? Justo lo que no debí haber hecho fue ir a la fiesta, fue un error horrible. Despertarse con Bianca en el cuarto no era la mejor señal... después de lo que paso.
Tenía que esquivar su pregunta.
-Oh. Qué cursi todo.- Respondí, y disparé alguna vez a su soldado, pero esquivó las balas.
¡Joder! ¡Qué maldita suerte!
-¿Es la chica esa?- Soltó sin más, mientras volvía a atacarme.
¿Eh?
-¿Qué chica?- Alguna parte de mí se puso a la defensiva.
No tenía ni la más remota idea de quién estaba hablando.
-Claire me dijo que últimamente te veía alguna que otra vez con una Don Nadie.
¿Eh?
-¿Eh?
-Yo creo que se equivoca. No puede ser ninguna Don Nadie si vas con ella, ¿no?
¿A quién se estaba refiriendo?
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...