Lunes por la mañana.
La puerta de mi habitación se abrió de un golpe.
-¿Te vas a despertar ya, o qué?- Me giré hacia Dafne, molesto.
¡Cómo si hubiese dormido algo en toda la noche!
-Cállate un ratito, enana.- Me encerré la cara con la almohada para no seguir escuchándola.
Daf se sentó a mi lado en la cama.
-Está bien.- Rodé los ojos.- Quiero que me digas ahora mismo lo que te pasa.- Levanté una ceja, más para mí mismo que para ella.
¿Lo que me pasaba? Eso no lo sabía ni yo. Toda esta situación era una mierda tras otra.
-No me pasa nada.- Me giré para darle la espalda.
No es que soliese mentir mal, pero Dafne era demasiado buena delatando a las personas.
-¡Mike!- Dios, no.
Mi mejor amigo apareció en la puerta dos segundos después, con un café en la mano. Mi casa parecía un jodido hotel, sí.
Mike miró a Dafne, y después a mí.
-Si no se lo quieres contar a ella me parece bien, pero dímelo a mí.- Se acercó.- Estás hecho mierda, tío.- Me agitó como si estuviese probando que no estaba muerto, y le empujé con las manos.
Siempre tan agradable.
-No me pasa nada, ¿qué es lo que no os queda claro?- Suspiré, pero sabía perfectamente que no me harían ni puñetero caso.
-El 'pasa'- Mike era demasiado gracioso. Demasiado.
¿No entendían que quería estar solo?
No, no lo entendían porque no sabían nada. Ni de la fiesta, ni de Bianca, ni de nada.
Esto parecía completamente irreal.
-Aire- señalé la puerta- que quiero sobar.- No lo conseguiría, pero si era capaz de librarme de ellos valdría para descansar un rato más.
-¿Vas a desperdiciar un día de fiesta que no está el capullo, durmiendo?- Se refería a su padre.
Solté una carcajada. Dormir. Já.
Ni dos horas. Eso era lo que había 'dormido' (si se podía llamar así) en toda la maldita noche. No podía quitarme de la cabeza el maldito beso.
Daba igual que Bianca hubiese bebido o no, lo importante es que yo no lo había hecho. Y eso era lo inexcusable.
¿Por qué, entonces, le había seguido el juego?Me pase una mano por la cabeza, ignorando completamente a Mike y a Dafne, que estaban manteniendo lo que creía que se llamaba una conversación. Y la imagen de Sarah estampó en segundos contra mi cabeza.
No, no era ni remotamente parecido. Pero era la primera vez, desde ella, que había besado a alguien dos veces. Y aunque fuese jodido decirlo, no en contra de mi voluntad. Ella no había sido la única que me había besado... Eso era cosa de dos.
Si no me hubiese importado, no la hubiese llevado a casa. No debería haberlo hecho, pero lo hice. Y si no me hubiese importado, tampoco me hubiese quedado con ella en su casa. Y también lo hice.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...