MÁS MENTIRAS.
Necesitaba dormir un poquito más, y parecía que mi cama no estaba por la labor. Llevaba como veinte minutos haciendo ruidos extraños. Y para colmo, mi terca almohada había decidido volverse demasiado rígida como para taparme la cabeza con ella.
Así que, con todo el valor que me quedaba, baje un pie al suelo, recibí el tumbo cerebral correspondiente al intentar abrir los ojos, y tuve que agarrar con fuerzas mis manos a la sábana para no resbalar.
Bianca, ¿cuándo compraste un colchón que se adapta a tu mano?
Por una de las pocas veces que lo hacía, mi cabeza tenía razón. Hoy todo estaba en mi contra, pero que mi cama fuese estuviese tan sumamente deformada de repente ya no era normal.
Miré hacia abajo, y pegué el grito más fuerte jamás oído.
Vaya. Parece que no era el colchón.
No podía creer lo que estaba viendo.
Había un brazo debajo de mi mano.
Un maldito brazo.
-¿Te has vuelto loca o qué?- Me giré de golpe, y mi primera reacción fue saltar en la cama, sin importar que mi cabeza se estuviese montando la fiesta a mi costa.
No.
No.
Sí. Lo que no sé es de dónde le viene la manía a este chico de andar siempre sin camiseta. Debe tener algo de complejo de Jacob, porque si no no me lo explico. No me quejo, pero no me lo explico.
Ante mí, Christian Archibald mirándome desde el extremo del colchón como si no fuese un maldito acosador. Y yo sin ningún arma a mano, lo que era bastante peor.
-¿Se puede saber qué haces aquí?- Grité otra vez.
¿Cómo narices había entrado?
-Me invitaste.- Vi cómo se tapaba la cara con mi almohada.
¡Bien hecho!
-Perdona, ¿qué?
Estaba claro que estaba mintiendo, y mi mente ya había empezado a crear sus propias conclusiones.
Se había colado en mi casa, por la noche. Mientras dormía, había entrado en mi cuarto con el objetivo de... no sé, pero se había quedado dormido. Lo que decía, era un acosador.
Tu imaginación no tiene límites. Podrías escribir un libro sobre tu vida, ¿sabes?
-No te enfades porque me haya cansado de dormir en el suelo, hace tiempo el ser humano evolucionó hace tiempo y creó las camas para algo.
-¿Qué?
Vaya, ahora sufres dislexia.
- Ah, y apaga las malditas luces, por favor.- Contestó tapándose más con la sábana, como si nada.
¿Cómo se suponía que iba a apagar el Sol?
-Já.- Me dirigí hacia él y le señalé la puerta.- ¡Fuera de mi casa!
Tiré de la sábana, y Christian se sentó en la cama ignorándome. No podía soportarlo ni un segundo más.
-Joder.- ¡Encima!
-¿No me has oído?- Volví a señalar la puerta, y Christian suspiró.
Todo esto se escapaba a mi imaginación.
No, no. No escapa, que yo lo veo perfectamente.
-No puede ser que no te acuerdes de nada, mierda.- Abrí mucho los ojos.
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Y todo por una Nerd.
Teen Fiction¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...