Capítulo 1.

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NO ME LO PROMETAS.

Entre medio corriendo al instituto. Como por primera vez, llegaba tarde. Pero al menos tenía una buena razón, mi despertador se había quedado sin pilas, y no había sonado cuando debía de haberlo hecho. Más bien quince minutos despues.

Me dirigí con la respiración sofocada hacia el aula 215, la de física. Primer pasillo, ala norte. Y mi preocupación iba en aumento, pues no parecia haber nadie por los pasillos. Normal, era el primer día. La gente no solía atrasarse. Y encima, y para mejorar las cosas, tenía una increíble clase para la primera hora.

"Respira, no puedes ser tan irónica".

Respiré hondo, y toqué la puerta. Una, dos, y tres veces. Mierda, había escogido el mejor día para llegar tarde. Me puse de puntillas para ver el pequeño cristal de la puerta, para ver si había llegado ya el profesor, rezando para que no fuese así. Suerte la mía, que no solo estaba ya en clase, sino que encima estaba mirándome directamente, y con una cara que podría definir de "pocos amigos".

Se dirigió hacia mí, y abrió la puerta de golpe, empujándome hacia atrás, y haciendo que me cayera, en consecuencia. Avanzó unos pasos, y me levanté. Realmente me estaba muriendo de la vergüenza.

-Ni se moleste. ¿Y es usted?

Asentí lentamente con la cabeza, y me eché hacia trás. Me intimidaba un poco, porque nunca le había visto por el colegio.

-Bianca. Bianca VanDerVill.

No sabía qué era lo que debía hacer ahora. Jamás había tenido que disculparme por llegar tarde, porque jamás lo había hecho. De hecho, era de las primeras siempre, puesto que solía llegar quince o veinte minutos antes.

-Bien. Se quedara fuera, y mañana me explicará el motivo de su retraso. En cualquier caso, es en vano.

Já. No me podía creer lo que me había dicho. Me había quedado atónita. ¿Qué no me dejaba entrar en clase? ¡Solo había sido una vez! ¡No me podía hacer eso! ¡Necesitaba atender a la clase! Mis padres me iban a matar... Me iban a matar.

"Solo es una vez. Nadie te matara si no se lo cuentas."

Se giró y entró por la puerta. Yo me senté en el suelo, y me posé la mano en la cabeza, intentando compensar los rápidos latidos de mi corazón. Estaba atacada. ¡Maldito despertador! Me sudaban las manos, y tenía mucho calor. ¡Era otoño! ¿Cómo podía tener calor si estabamos probablemente a 15º?

Me quité la sudadera, y me quede en una camiseta; pensando en qué decirle mañana. No le valdría mi excusa... y tenía razón. Es que no había excusa para llegar tarde el primer día. Seguro que había sido la única.

-Vaya. Si que tengo buena vista desde aquí.

Miré hacía delante, sorprendida por aquella voz. Y digamos... que lo que vi delante de mí no me agradó demasiado. Es más, no me agradó nada de nada. Y me tapé rápidamente con la sudadera, de nuevo. La camiseta que llevaba debajo era de tirantes... y no me sentía cómoda con lo que había dicho. ¿Pero por qué me estaba hablando a mí?

"Vamos. Es Christian Archibald. ¿Acaso me negarás que está buenísimo?"

Mande a mi subconsciente callarse, aunque tuviera razón. Y jamás lo reconocería, de todas formas. Él era Christian, el jodido popular del instituto. Jamás podría salir con él. Simplemente, no era de su calaña. Y no quería serlo jamás. Lo de las fiestas, el alcohol, el tabaco... no iba para nada conmigo. No entendía por qué siquiera me había dirigido la palabra. Apenas lo había hecho dos o tres veces; y siempre en clase; para que le prestase los ejercicios.

Y todo por una Nerd.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora