BIENVENIDO A MI MUNDO
El aire cargado de lo que parecía ser una mezcla entre tabaco, alcohol, y algo que no lograba diferenciar, a partes iguales; me inundó las fosas nasales en el momento en el que me quité el casco. Áquello parecía más una macrodiscoteca, que una fiesta en casa. Chicos y chicas bebiendo, desparramados por el suelo, y besándose como si no fuera haber un "mañana". Vestidos quizás demasiado cortos, y faldas que realmente poco dejaban a la imaginación.
Christian me abandonó nada más bajó de la moto, cogiéndome el casco. Me hizo una seña con la mano para que le siguiera, pero yo me había quedado estática. ¿A dónde narices había ido a parar? ¡Era una jodida fiesta de adolescentes, y parecía más una especie de feria!
Avencé unos pasos, pero rápidamente me volvía a quedar clavada en el sitio. Realmente áquello era superior a mí. ¿Por qué había venido? ¿Qué fuerza extraña me había obligado?
Es Voldemort, que se acerca.
Esto no era gracioso. Solo quería que mi conciencia me dejase pensar por mi misma, pero al parecer no teníamos los mismos intereses. Ella quería reírse de mí hasta el día del juicio final.
Moví un pie en la dirección en la que había ido Archibald, pero muy lentamente. Luego otro, y otro más. Poco a poco iba avanzando, y lo más importante era que nadie me prestaba atención. Era en serio que parecía un pato mareado.
Una chica se me abalanzó como si nada a darme dos besos; y después me miró, con señal de duda. Era Paola. ¿Qué hacía allí? ¿Había ido todo el instituto?
-Eh... ¡Tú eres...! Mierda, no me acuerdo de tu nombre. ¡Ya está! ¡Te conocí en baile!
Sí, en baile. Justo el deporte que yo nunca había practicado. No, en verdad era solamente la chica que había estado en mi misma clase de inglés, y matemáticas desde los trece años. ¿Debería siquiera acordarse un poco de mí, no? Quizás de cuando le dejaba los deberes para que los copiara, o algo. Daba igual, su olor a alcohol embriagaba todos mis sentidos; lo que denotaba que no estaba en su mejor momento para hablar y recordar.
No me había dado cuenta de que llevaba un cigarro en la mano hasta que me lo tendió, para que lo cogiese. Yo hice un gesto con la cabeza, intentando sonreír, y se lo devolví. No fumaba, y no fumaría nunca; simplemente no iba conmigo.
La chica me miró extrañada. Quizás era la primera vez que le rechazaban el tabaco; o quizás era simplemente que me empezaba a reconocer. Y tenía miedo a que eso ocurriese, puesto que no pintaba nada allí; y lo menos que quería era llamar la atención de nadie.
-¿No quieres? Bueno... Ven conmigo. ¡No sabía que estabas aquí! ¡Te voy a presentar a todo el Mundo!
Y, tan eufórica como pudo haber estado cualquier persona, que se había metido medio litro de vodka; me cogió de la mano, y literalmente me arrastró por el jardín. Y digo literalmente, porque me llevaba como si fuera una muñeca o algo. Con una rapidez que podía haber resultado hasta furiosa.
Cuando estábamos a punto de entrar en la casa de Forbes, se detuvo para dar una calada al cigarrillo, y lo tiró al suelo. Luego abrió la puerta de golpe, y me empujó dentro.
Nada más puse un pie dentro, quise no haber ido allí nunca. Era un caos. Dios, la música estaba demasiado alta hasta para estar en el Ultra Music Festival. No sé qué tendrían aquellas paredes, pero juro que desde fuera no se oía de esa manera... Tan dolorosa. Mis oídos chirriaban.
Me soltó de la mano, para agarrarme del brazo, y otra vez tirar de mí todo recto, pasando y empujando a la gente como si nada. ¿Cuántas personas habría en la maldita fiesta? ¿Cien, doscientas?
De repente, Paola se paró en medio de la nada, y empezó a silbar. Más fuerte aún que la música, y eso ya era decir. El sonido alcanza sobradamente el umbral del dolor, al menos para mí, que no estaba acostumbrada a esto. Al día siguiente, estaría completamente sorda. ¡Mierda! ¿Quién me habría mandado venir, si después Archibald pasa de mí?
¿Y quién te ha mandado obedecer a la niñata esa? Venga, demuéstrale quién eres.
Paola silbó de nuevo, y la música comenzó a bajarse poco a poco. O eso, o mis oídos ya estaban empezando a dar fallos en el sistema. Todas las personas de la fiesta, o al menos la mayoría de ellas, que estaban dentro, la miraron. A ella y a mí, lo que era bastante incómodo.
-Chicos, esta es... Mmm...
¿En serio? ¿Iba a presentarme? ¡Ya me conocían! Me moría de la vergüenza, sobre todo por el hecho de que Paola no parecía ni saberse mi nombre.
-Se llama... Que sí, joder, que es...
Perfecto, ¿no crees? Que ni siquiera recuerden tu nombre, aún habiendo estado en tu clase varios años seguidos. ¡Bianca! ¡Vales mucho más que esto! Lárgate de aquí, y manda a la mierda a estos jodidos idiotas.
Todos rieron y me sentí intimidada. Yo no pegaba una mierda en ese sitio; debería haberme quedado en casa. Ver a personas borrachas no era lo más agradable. ¡Joder! ¿Alguien iba a decir mi puñetero nombre, o es que nadie se acordaba de repente?
-Bianca.
Una voz, detrás de mí, habló antes de que a mí me diese tiempo de hacerlo. ¡Venga ya! ¡Esto era ridículo!
-¿Bianca? No recuerdo que... ¡Da igual! ¡Vamos a divertirnos!
Me giré, y no pude creer lo que vieron mis ojos. ¡Sería condenadamente estúpido! ¿Yo pasándolo mal, y él... ¡En serio?! ¿Había venido para esto?
Oh, mierda.
Oh, sí.
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Y todo por una Nerd.
Novela Juvenil¿Él? El típico arrogante, ególatra, y engreído, que se cree que puede tener cualquier cosa que se proponga. ¿Ella? La para nada típica chica tímida, modesta, y que suele pasar desapercibida. ¿Juntos? A ojos de la gente, imposible. Pero entonces...